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Mi vida ha sido muy

larga, y aún no encuentro el amor.  Mi

nombre es Alan Hernández  y a mis 53 años

no he encontrado a alguien con quien quiera pasar el resto de mi vida. Pienso

que mi exigencia o mi soberanía me han llevado a donde estoy ahora, pero estoy

bien, siempre he pensado que no necesito a alguien para sentirme mejor.  Trabajo en la oficina del gobierno de mi

estado, estoy sellando papeles todo el día, y siempre convivo con personas

cuadradas. Siempre había querido saber que era tener una familia, pero sé que

no siempre se puede tener todo.  Y estoy

agradecido de todo lo que tengo, por muy poco que sea. Estoy agradecido de mi

pequeño departamento y de la hermosa compañía de mi gato Rubén que me espera

todas las tardes cuando regreso exhausto del trabajo, principalmente por mi

edad ya que realmente no hago la gran cosa.

Esta mañana me levanté

como todos los días, me fui a ver al espejo y me rasure un poco de mi barba y

patilla para verme presentable. Después me duche y al salir enrede una toalla alrededor

de mi cintura. Después me puse mi traje de los lunes. Gris, con una corbata

roja, aunque se ha despintado poco a poco. Aunque para mi es bastante irrelevante.

Después de eso siempre camino hasta la línea 6 del metro, que se encuentra a 4

cuadras de mi departamento, estas caminatas diarias mejoran mi salud, según el

cardiólogo. Por esta razón, vendí el carro hace dos años, y desde ese día

camino hasta la estación de y regreso. Hubo algo que me llamó la atención, despertó

una curiosidad en mí, que si yo pensaba que había muerto en mí, estaba

equivocado.

Cuando iba llegando a

la estación del tren en la fila para el boleto vi a una niña que había comprado

un boleto y se dirigía a entrar. La primera pregunta que se me vino a la mente

fue; ¿Cómo le vendieron un boleto a una niña que venía sola? Por un momento

pensé que sus padres podrían estar esperándole al otro lado porque se les había

olvidado un boleto. Pero estas desaparecieron cuando la vi avanzar detrás de mí,

e incluso abordó el mismo vagón que yo.

Realmente me intrigaba

saber qué hacía ella ahí. Parecía un niño queriendo saber la continuación del

cuento que su madre le estaba contando la noche anterior. Me aproxime tratando

de no asustarla y le pregunté su nombre amablemente.

-Me llamo Crista.

La niña no hizo ningún

gesto, seguía viendo al suelo, moviendo sus manos. Tenía una coleta de lado, pero

estaba  muy despeinada. Con cabello

castaño claro, y ojos entre verdes y marrones, realmente bonitos. Después aún

más intrigado, le pregunté cuantos años tenía.

-Tengo 6 años.

De nuevo, no hizo

ninguna clase de gesto.

Justo después de decir

esto, las puertas del metro se abrieron, y ella se echó a correr. Sólo pude ver

su pequeña espalda, y fue en ese momento en el que la reconocí de nuevo. Quede

impresionado por la memoria que tenía a pesar de mi edad. Aunque tener buena

memoria no es mi fuerte. Regresando a lo anterior, hace un par de días,

mientras yo salía del trabajo e iba caminando por la calle, me tropecé con la

misma niña, ella chocó conmigo, pidió perdón y siguió corriendo, lo sé por la

ropa, traía la misma ropa, y eso me intrigó aún más.

Más noche la volví a

ver en  el mismo trayecto. Y me volví a

acercar.

-¿Me recuerdas?

-No.

-El que te preguntó cuántos

años tenías.

-...

-Bueno, yo no soy muy

bueno hablando con las chicas ¿Sabes? Pero realmente espero que podamos

llevarnos bien.

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Bueno, este es un nuevo libro. !!! Necesito todo su apoyo ! T w T

Regresando a la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora