𝟎𝟖.

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Boluda, ¿qué onda esa foto de Charles en tu publicación?— Gaia se encontraba acostada en el sofá de la habitación del hotel en Australia, dado que el equipo decidió quedarse para no viajar tanto y arruinar más su ciclo de sueño. Camila la había llamado apenas había visto Instagram, queriendo saber qué estaba pasando entre su mejor amiga y el piloto de Mónaco.

Nada, él no podía dormir y terminamos ahí a las 6 de la mañana.— La pelirroja decidió ignorar la crisis que Charles tuvo una de las noches y el pequeño detalle del casi beso. En realidad, ni siquiera sabía si eso era lo que iba a suceder antes de que Pierre los interrumpiera. Pero parecía que todo estaba bien, ya que Charles la había llamado para ir a caminar a la madrugada. Sólo esperaba que la videollamada no delatara tanto la mentira.

Hagamos como que te creo, amiga. Raro que Charles quiera pasar tanto tiempo con una periodista, me parece que te tiene ganas.— Cami se encontraba caminando por las calles de La Plata, habiendo salido recientemente del estudio de traducción en el que trabajaba. —No puede ser que haya tan pocos Starbucks acá... Che, ¿Qué hace el francés contestandome la foto?

¿Pierre? Debe estar aburrido, no sé. ¿Qué te puso?— Gaia abrió el Instagram de su mejor amiga, buscando el comentario del otro chico. Una vez que lo encontró, soltó una leve risa. —Ay Camila, ¿cómo le vas a poner que preferís a Verstappen? A él también lo odias.

Es para joderlo nomás, ya sé que odio a Max. Decile a tu nuevo amigo que al menos me siga en Instagram antes de querer conquistarme.— Camila hizo una pausa para ordenar un café, silenciando la llamada. Mientras tanto, la pelirroja aprovechó la situación para mandarle un mensaje al francés, preguntándole si estaba disponible para hablar.

Cuando la castaña salió de la cafetería, activó el micrófono devuelta —¿Y? ¿Le dijiste?

Me parece mejor que se lo digas vos, amiga.— Dicho eso, Gaia agregó a Pierre a la videollamada.

—Bueno, si hubiese sabido que iba a ver a un ángel me hubiese peinado un poco más. Buenos días, rojita— Al parecer, el francés se encontraba entrenando. Por lo que Charles le había comentado a Gaia, habían regresado a Mónaco.

—Gaia, ¿metiste al franchute a la llamada? traidora.

—Mon dieu, la chica de tu Instagram. Gaia, parecería que lo haces a propósito. No puedes llamarme justo cuando estoy entrenando, no me veo bien.

—Nunca te ves bien, francés. Quédate tranquilo.— Camila tomó un sorbo de su café para esconder la leve sonrisa que había aparecido en sus labios al ver la reacción del rubio.

Gaia estaba pensando seriamente en abandonar la llamada y dejar a sus amigos sólos. Sabía que Cami tenía una mala relación con todo lo proveniente de Francia, pero también sabía que su mejor amiga no era ciega. Y mucho menos sorda. La pelirroja estaba segura de que si el chico de los hoyuelos no hubiese capturado su corazón, las palabras de Pierre le afectarían a ella también.

—Princesse, ya te gustaría que te vean con alguien como yo— Pierre guiñó un ojo a la pantalla, notando como los cachetes de la argentina se tornaban levemente rojos.

Gaia decidió interrumpir la conversación, sabiendo que su comentario haría que los otros dos se lleven un poco mejor —Cami, mirá el lado positivo. ¡Al menos no es Ocon!

La castaña puso los ojos en blanco al escuchar el nombre del otro francés.—Dios, no lo nombres. El día que ese chico deje de jugar a los autitos chocadores le doy un beso.

—¿Te cae mal Ocon? Mon Dieu, eres perfecta.— El francés saludó a alguien detrás de su celular. Segundos después, la cara de su mejor amigo ocupó toda la pantalla.

after hours | charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora