Crónicas de un viaje hasta el río

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Delante va mi gran Padre
para trazarme caminos.
Traigo mi fe en esta alforja
y un retrato de los míos
y un puñado de mi tierra:
linda tierra que no olvido.
Ayer me arropé de luna,
hoy me bañé de rocío.
A veces mordí el ocaso
cuando carecí de trigo,
y me desmayé ante el muro,
en las márgenes del río.

El viento extranjero pasa,
y yo no puedo seguirlo.

Viene un ángel, me sustenta.
Crece el moho en mis vestidos.
Los zapatos, ya sin horma,
quieren voz para dar gritos.
Aquel olor del trópico
a mi pelo sigue asido,
porque se extienden mis ramas
pero se queda en su sitio
la raíz que me alimenta.
Oro y lloro como un niño
al ver la puerta cerrada
de mi falso paraíso.

Las aves foráneas pasan,
mas yo me he detenido.

De Jericó este muro
caerá con mis gemidos,
o cuando note el hambre
_ con nostalgia _ de mi niño
ya marchito en mis espaldas
de soleadas y de frío.
Reflejan nuestras ojeras
las claras aguas del río,
donde se miran familias
que junto a mí han venido
a esta linde despiadada
donde termina el camino.

Los afortunados pasan,
y desdichada aquí sigo.
Me quedo en larga espera
con Dios y con mi hijo.

El consuelo de Dios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora