Lauren POV
Yo necesitaba hacer toda una reconstrucción de todo lo que ya me había acostumbrado en tan poco tiempo. Es extraño sentir tantas cosas en tan poco tiempo, ya debería haber previsto que estaba entrando en una locura cuando llegué aquí, me precipité y los problemas con la princesa comenzaron.
Era la primera vez que salía de mi ambiente en las aulas, de los libros que se enumeraban en mi mesa, y me hacía vivir el mundo de afuera de una manera tan intensa. Luego yo, que ya debería haberme acostumbrado a las locuras desde tan joven para no contextualizar lo que es estándar, en lo que es visible, cierto y palpable.
Un día y parecen semanas, un mes y juro esto aquí se verá como años.
No tenía mucho que hacer para sabotear mi cordura, apenas entré en mi habitación, alcance mis gafas de la mesa, y salí a la terraza, sintiendo la brisa fría tocar mi cara. Me perdí en el tiempo, poniendo mis manos en los bolsillos de mi pantalón, intentando visualizar la distancia y ese escenario no pareciera tan diferente.
Fueron minutos mirando las pirámides iluminadas en la noche, sonreí bajando la mirada, estaba fascinada por aquel país aunque fuera tan difícil, complejo, y tan extenso de leer para siquiera entenderlo. Si al menos las mujeres de aquí tuvieran el lujo de la libertad, serían más felices reflejaría lo que eso es, aún más deslumbrante.
El desbloqueo de puertas me hizo mirar sobre mi hombro y vi a la princesa salir de su habitación, sosteniendo dos copas de oro y una botella de vino. Mi mirada se fijó en su caminar.
- ¿Necesitas ayuda? -Pregunté acercándome. Ella no respondió, sólo me dio la botella y siguió caminando hacia la pequeña mesita, la lámpara marroquí estaba apagada, ella colocó las copas en la mesa y la encendió tocando la parte externa, sentándose sobre las almohadillas coloridas en el suelo. Hice lo mismo en silencio, colocando la botella en la mesa y me senté del otro lado, sobre las almohadillas, recostándome en la comodidad mirando la bufanda negra que ella tenía, extendiéndola sobre la mesa hacia mi.
- La última vez que toque una de esas, querías matarme. - Sugerí mirando desconfiada la tela.
- No es que eso haya cambiado mucho, los conceptos de gratitud sólo se han actualizado. - Ella soltó el tejido en mis manos, y yo lo tome, mirándolo, era suave y parecía seda negra, o satén, eran tan parecidos y estaba en tan baja luz que yo no sabía definir bien estéticamente lo que aquello significaba.
- Quiero beber vino. - Ella justificó mi confusión mirando la bufanda.
Entendía lo que quería, ella no habría aceptado mi invitación si fuera contra su voluntad, ella no es el tipo de mujer que cede a los anhelos ajenos sobre su voluntad.
- Es para cubrir tus ojos.
Arqueé mi ceja, me imagine tirando el vino en mi nariz al intentar beber aquello con los ojos tapados.
- Puedes confiar en mí, no es como si yo fuera a ir a la plaza para gritar tus definiciones físicas a todos, alteza. - Traté de que se sintiera segura, pero lo poco que podía ver de sus ojos se veían irreductibles.
- No puedes pedir confianza, ella llega cuando sea el momento, no creas que yo voy a confiar en ti sólo porque me pides que confíe, sólo necesito vino. - Podía sentir su voz temblando en algún punto aunque no fuera mi especialidad tratar con los sentimientos ajenos. Eso me hizo aceptar lo que ella quería, sólo privacidad, eso es lo que ella quiere.
Quité mis gafas y las puse sobre la mesita, y antes de poner el tejido sobre mis ojos, la miré bien, percibiendo que el paño que le cubría la cabeza estaba adornado con dorado y negro, estaba muy bonita hoy y yo ni siquiera sabía cómo ella era, eso es tan loco que si le contara a cualquier persona mi definición de belleza cubierta, se reiría en mi cara por enfocarme en algo tan incierto.
Su porte era hermoso, aunque yo no supiera cómo era su cara, recuerdo sólo que su cabello era muy liso, castaño y largo, y sus ojos tiene mucha vida aunque sus actitudes sean contrarias, calculadas y frías. Y aquí estoy yo, sentada con una asesina de hombres, fingiendo que aquello no me asustaba.
- Sólo quiero decir que no puedo entender lo que Normani es para ti en su totalidad, pero yo podía sentir viva la lealtad que ella tenía, siento que hayas perdido su presencia y te sientas sola, cuando yo llegué a este país, yo también me sentí así, mi equivocación me aisló, y aunque al principio yo no lo comprendía, ahora ya entiendo tus sentimientos aquel día, pido que ahora, si eso es reconfortante al menos, digas lo que quieras, podemos beber vino hasta olvidar todo mañana y puedes volver a odiarme de la misma manera, sólo quiero que entiendas que yo sé lo que sientes, alteza... Aunque no he sido una mujer solitaria toda mi vida, soy solidaria a tus sentimientos. - dije encogiéndome de hombros.
Normani me habló de lo que esta mujer podía estar mal por sentirse sola, en mi apartamento cuando ella creía que moríamos por romper su confianza. Y eso es muy triste para mí, porque por más que ella sea tan fría siento que es más un mecanismo de defensa, y yo ya pasé por mucho tratando de defender los sentimientos que yo no quería sentir cuando era más joven, sea el repudio y la no aceptación de las otras personas a lo que yo era.
La soledad es horrible, un silencio doloroso.
- No yo me emborracho, Señorita. - Ella habló, agitando su mano para que yo cubriera mis ojos. Asentí, moviendo el pañuelo para apretar sobre mis ojos, la oscuridad me alcanzó en pleno y suspiré, es tan extraño bloquear uno de mis sentidos, me sentía insegura en un punto que mi audición se amplió en temor que algo repentino sucediera.
Si ella pone veneno en mi vino, aunque sea una sola gota, yo no lo vería.
Sintiendo mis manos heladas, intenté relajarme al recostarme y no ver nada que fuera oscuridad. Podía sentir movimientos cercanos, mis actividades sensoriales tratando de predecir cualquier cosa que sólo me hacía aún más ansiosa y temerosa. ¿Por qué soy tan solidaria? Le estoy dando la mano al diablo y espero que sea bueno al menos por una noche para que no clave sus cuchilla en mi espalda.
Tal vez ella solo se estaba quitando el pañuelo de su rostro, eso... Sea optimista Lauren Jauregui.
- Aquí, toma. - Su voz me hizo sobresaltar levemente, sentí el vaso helado contra mis dedos, y ella empujó la copa levemente, mientras me seguía rehusando en no poder mirar lo que había dentro.
- Alteza, no voy a mentir que pienso en que esté tratando de envenenarme sin que yo pueda verla. - Hablé tragando con temor. Su silencio sonaba perturbador.
- Si yo quisiera matarte no cubriría tus ojos, simplemente haría que fuera mi rostro la última imagen aterrorizante que perturbaría tu alma para siempre, no seas tonta. - Su voz era lo que me guiaría en aquella conversación, sólo podía prever algo prestando atención a las tonalidades y la manera en que hablaba.
Maldición, esto será difícil.
Me acerqué la copa a mi rostro y revolví tratando de sentir, era puro vino, sentía la fragancia fuerte de la bebida, y me arriesgué en mi golpe de suerte, bebiendo con lentitud, era muy fuerte, pero podía sentir bastante del sabor de la uva como en pocos vinos que he probado en la vida.
- Es muy bueno, ¿Es conocido? -Pregunté repentinamente en volver la copa a la mesita por no saber dónde estaba.
- No se comercializa. - Su respuesta me hizo fruncir el ceño.
- ¿No? ¿Lo hacen sólo para su uso? - No dudaría en que eso fuera, ella debe tener algunas prevenciones personales para no caer en ser frágil a tantas amenazas de muerte, ¿No es así?
- Es mio.
Ow, un vino que es de ella... Ella fabrica su propia bebida alcohólica, eso es inteligente pero muy diferente, los musulmanes consideran la bebida alcohólica algo bien al margen de la sociedad, por supuesto que no van a dejar de beber, pero ellos pueden muy bien fingir que no lo hacen, eso está en el Corán, es un pecado serio para ellos emborracharse.
Ya debería saber que ella comete muchos pecados para sorprenderme con uno más.
Ella mata a hombres, no es como si ella fuera una devota tan fiel, o tal vez ella sea demasiado devota y mate con la creencia de que su fé puede blindarle cualquier cosa.
Existe esta cosa… yo no la conozco para juzgarla.
Evité hacer cualquier comentario que la hiciera sentir incómoda con su propia religión, y bebí de nuevo sin miedo a morir.
Intentaba imaginar que ella estaba con su rostro descubierto mirándome, y me daba una sensación tan impotente por quitarme el pañuelo de mis ojos y fingir que fue accidente. Mi curiosidad es mucha para una sola mujer, soy extremadamente curiosa, soy historiadora y puedo usar mucho de eso como excusa.
- No te atrevas a hacer una tontería que hará que te arrepientas amargamente. - Ella parecía prever lo que estaba pensando en esa locura, lo que me hizo negar rápidamente.
- Sólo estoy pensando, no voy a hacer tonterías, no me hagas caso, no quiero problemas, Alteza. - Dije rápidamente.
- Sé prever cuando alguien está a punto de hacer una idiotez. - Me contrataco haciéndome dejar una mueca al bajar mi cara. Ella debe verme bien idiota, es una primera impresión difícil de cambiar.
- ¿Crees que es posible que algún día tenga la confianza suficiente para que pueda estar cerca de las habitaciones de mis amigos y compañeros de trabajo? - Pregunté quedando en silencio rápidamente para intentar oír algo.
- Estás alojada en la segunda mejor habitación de mi casa, deberías ser más agradecida por la comodidad.- Su voz era tan desbocada que sólo podía imaginarla siendo tan expresiva con su rostro...
- Y lo soy alteza... Sólo que es intimidante sentir que no tengo la confianza para permanecer lejos, como si necesitara una niñera para cuidar de mis idioteces, no quiero molestarte, debes tener mucho que hacer. - Sugerí indecisa.
- Si vas a estar auto-depreciándote para conseguir algún elogio genuino mío, desiste, no voy a elogiarte, Srta. Jauregui. Aquí está tu cuarto, y es en el que vas a estar, considérate afortunada al no tener un guardia vigilando el corredor, es lo mejor que puedo hacer por ti en niveles de confianza. Yo prefiero mantener a mis enemigos bajo mis brazos. - Fruncí el ceño. Su perspicacia era impresionante, pero infinitamente calculadora, ella nutre bastante antipatía para que me sienta naturalmente confiada en cerrar los ojos a su lado y no prever un puñal afilado en mi pecho. Una terrible sensación de miedo absurdo y al mismo tiempo curiosidad sobre dónde podía llevarme.
Pero, ¿Qué mierda?
- Enemiga... Su alteza me consideras tu enemiga, no quiero ni imaginarme lo que harías conmigo... – Temí que ella hablara en serio.
—No tienes ni una mínima idea. – Su voz hizo una breve pausa que me hizo estremecer. Erguí la copa de vino bebiendo de más, sentí que ya había acabado con la mitad del líquido. La coloque sobre la mesa y el líquido volvió a ser echado en ella.
No puedo decir que no he conseguido muchas cosas en la vida, una princesa me está sirviendo vino.
Pensar en su estatus de princesa me hizo sentir curiosidad sobre muchas cosas, aunque hubiera hablado y no me importaría en preguntar, si conseguía información para que Ursel comenzar su investigación...
- ¿No te gusta ser conocida?
- No importa que me conozcan, algunos en Egipto no me conocen, a veces sólo creen que soy parte de la familia real cuando perciben mis guantes. - Respondió con la voz más a mi derecha, tal vez se recosto en las almohadillas.
Traté de recordar algún detalle en sus guantes que mostraban que ella era de la familia real, pero no cabía mucho en mis pensamientos.
- ¿Ya distes entrevistas? ¿Digo... Contaste tu historia para los historiadores? ¿Tienes el hábito de exponerte así? Ursel está encantada contigo, ella quiere saber más para dejarte un poquito más evidente en nuestro mundo occidental. - Asumí bebiendo el vino, suena como un foco más agradable de la conversación que no me haría atacarla.
- Nunca di entrevistas y tampoco las daré, eso es monetizar lo que yo soy, el occidente no me interesa mucho, sólo cuando algunos de allí tienen los mismos objetivos que los míos estando aquí para entender la esencia de mi país.
- ¿Necesitar extranjeros para ayudar a entender la esencia de tu propio país no es irónico? - Solté sin pensarlo, no tenía filtros para hablar, y eso sólo me hizo parar de nuevo pensando que era una completa idiota.
- Gente como tu está más interesada en saber de la cultura de mi país que mi gente porque ellos están demasiado preocupados creando leyes para impedir algunos ir y venir sometiendo a las mujeres en casa, o encubriendo sus asedios para preocuparse por la cultura en su totalidad, sólo les interesan los turistas por el dinero que entra. - Su voz autoritaria siempre traían cargas fuertes haciendo que me estremeciera.
- Pareces resentida con tus gobernantes. - dije casualmente. La oscuridad era bastante conflictiva para entender si era rabia o burla.
- Ellos no son mis gobernantes, deberíamos estar en esto juntos y no tratando de tirar una pala de tierra sobre la tumba del otro.
En ese punto ella tenía total razón sobre todas las cosas, veo a Egipto como el mal que intenta ser correcto en un pequeño pedacito, pero que luego se desconstruye por la fuerza mayor que comprime a las minorías intentando tener un poco de voz siquiera. Comprender que ella era lo suficientemente cohesiva para no ser devota a la nación creyendo que todo estaba bien porque ella era multimillonaria y privilegiada ya daba vestigios reales de que ella no puede ser una mujer tan mala, ella sólo tiene sus fantasmas mal comprendidos que la aterrorizaban.
- Cuando estaba en mi apartamento antes de que tus guardias nos buscarán, Normani y yo vimos al representante del presunto presidente y querían colocarte en la línea. Su charla de paz es hermosa, él tiene buenos argumentos, cualquier ser desesperado de miedo puede acatar lo que él pide a cambio de favores... - Dije tratando de no conspirar demasiado y acabar enloqueciendo la situación.
- ¿Sabes que te metiste en su mira al negarte ayudarlos, no es así? - Había cierta satisfacción que hacía de su voz una sonrisa. Tragué con dificultad.
- Es una pena, no quería problemas cuando salí de los Estados Unidos al llegar aquí detrás del arte, debería haber aceptado la sugerencia de mi madre, haberme vuelto curadora de exposiciones, vender cuadros, evaluar obras, vivir dentro de una sala segura que me permitiría vivir 90 años al menos. Pero no escogí eso, entonces no hay como volver atrás, no me arrepiento de las decisiones que tomo que me puedan hacer mínimamente feliz. - Asumí convencida de que incluso después de haber errado tanto, hacía un buen acierto y eso era lo que me importaba en el momento.
No tengo culpa si el gobierno persigue a mi anfitriona.
Mi segunda copa de vino se acabó y yo volvía a poner la copa sobre la mesa, sosteniendo la base y sintiendo la mano con guante sujetando sobre la mía para servir más vino. Fueron segundos, pero ella fue tan firme en abandonar el toque cuanto fue a tomarlo.
- ¿Puedo preguntarte algo serio sobre ti? - Pregunté sacudiendo mi sentir en que la bebida ya sentía su efecto en mi sistema.
- Si es algo que sabes que te vas a arrepentir, no lo hagas. - Su voz era convincente para hacerme pensar dos veces, pero yo creía que no era para tanto. Sólo estaba curiosa acerca de cuán grande y contradictoria su personalidad puede ser. Una princesa que tiene su religión fuerte, pero que bebe, mata a personas, y odia a muchos otros, que provoca enemigos, su marido está muerto, vive en Egipto, es musulmana y sería demasiado, pero que al mismo tiempo no sé cuántas graduaciones ha tenido y sabe mucho más de lo que aparenta, es la contradicción explosiva que no entraba en mi cabeza.
¿Quién es ella realmente?
¿Puede definir su religión? ¿Su venganza?
¿Y por qué me importa?
- ¿En cuántas partes defines el politeísmo del antiguo Egipto en lo que tu eres?¿O sólo tu religión es tu guía intelectual, espiritual y crítica sobre tu vida? - Me mordí la lengua silenciándome y preguntándome si ella no respondía siendo demasiado serio como para hablar con el vino en la cabeza.
- ¿Por qué eso es interesante para ti?
No esperaba que ella buscara justificaciones.
- Tu personalidad es muy indefinida para todos nosotros los historiadores, sólo quería saber un poco, sé que es demasiado y todo está bien si no quieres responder, aunque estoy segura de olvidar esto al despertar, es sólo... Sabes, estamos pasando el tiempo aquí, olvidando algunas cosas. - No sé si sonaba convincente, pero su silencio no me dio respuestas.
- Los historiadores son demasiado curiosos. - Su discurso me hizo sonreír.
- Es algo intrínseco, lo siento.
- Tengo algo mejor para sugerir... Espera aquí. - Ella dijo y pude oír su movimiento, él viento que soplo su perfume en su totalidad cuando se oyó sus pasos alejándose. Huele muy bien, incluso me dan un adormecimiento en las partes internas de las mejillas para aspirar el aire restante, para sentirlo como si se hubiera quemado, morder la pimienta Carolina del Reaper, y la sensación de picadura que afila demasiado mis sentidos, y me encontré inquieta en busca de saber más qué otra cosa sobre su perfume, respirando profundamente para tratar de satisfacer la necesidad de averiguar sus ojos cubiertos irremediablemente.
Teniendo en cuenta que para tener la sensación del calor de la pimienta en la lengua, suspiré, sintiendo la copa en la mano, que locura lo que hace esa mujer, como si todos los elementos que la rodearan se completaran y que fuera normal. Ella debe haber dado un buen sentido elaborado a aquel vino como el sabor picante de su perfume que dejaba mi corazón acelerado buscando sentir más.
Pero huyó con la brisa, y luego me sentí sola en la terraza, recostada y pensando en la posibilidad de que ella venga con algo peligroso, esta mujer me hizo paranoica, nunca pensé mucho en la muerte y en una pistola como ahora en esta parte de mi vida.
No tardó mucho en volver y me agitó, imaginando lo que había hecho. Pero rápidamente sentí su movimiento al sentarse, el perfume del vino volvió y estaba peleando en contra de mi voluntad por respirar profundamente y sentir el calor que me ganó y me alcanzó de nuevo.
- Aquí está, incompleto. - Sentí empujar lo que presumí ser un cuaderno de cuero en mis manos. Tanteé la capa tratando de descubrir más, tenía un relieve, un dibujo que ni siquiera supe definir lo que era.
- Es como una biografía, empezó a ser escrita cuando todavía estaba casada, si es prueba histórica suficiente eso va de ti, pero está incompleto porque quien lo escribía murió con Hamid. Si quieres mostrar que has descubierto algo para tus amigos historiadores sobre mí, dales eso cuando muera, no tardara. - Su voz era grave y seria, me sentí muy conmovida de que me estaba confiando algo tan grande.
- Eso es muy bueno, es bueno que reivindiques tu existencia y que cuando se deje marcado que fuiste la última princesa que Egipto ya tuvo, aunque eso no te importe mucho, es algo bueno, las personas que te odian no pueden encubrir tu vida, no te conozco, pero tú ya debiste haber hecho cosas buenas, y éstas merecen ser exaltadas. - Yo estaba tratando de sonar reconfortante con alguien que tal vez no entendiera el 1% de lo que significaba porque ella ni siquiera se preocupaba de ser demasiado cuidadosa para mantenerse viva. Una princesa suicida.
- Ursel es una buena mujer. De ti todavía no lo sé, pero si estás con Normani, si es tu amante, entonces de alguna manera mereces que te trate con respeto. - Eso me hizo morder mi labio inferior, joder, que no soy la amante de Normani, es incorrecto lo que siento por querer decir que aquello no tenía fundamento, aunque fuese eso que garantizase que ella me protegiera por pensar que Normani se molestaría si algo me sucediera.
Ser la supuesta amante de Normani era lo que me garantizaba protección.
Canción: Can't Get You Out Of My Head - Tyrone Wells
Estaba siendo tan honesta en ceder una biografía de ella, que me sentía demasiado culpable por mentir, ¿Estaba siendo egoísta? ¿O tenía que pensar en mi vida y dejar que ella pensara de esa manera?
Mi silencio pareció apartarla de mí de alguna manera, como si su exposición fue demasiado, la sentía distanciada y lo comprobé al escuchar las puertas de la terraza cerrarse. Esperé en completo silencio unos segundos antes de quitarme el pañuelo de mi cara, mirando alrededor. Su copa estaba allí, la botella por la mitad, y yo estaba sola.
Me puse las gafas y miré a mi alrededor, perdidamente curiosa. Las puertas de su habitación estaban cerradas, dejando sólo la brecha expuesta por la cortina que estaba de lado del cristal, su cuerpo pasó de espaldas al cristal y vi su cabello castaños liso cayendo en su espalda, parecía mucho más largo de lo que yo podía prever, cayendo además por su cintura, enorme y lindísima, mi corazón se aceleró rápidamente por miedo, de que ella virase y su rostro se revelase en una acusación total, ella estaba en la intimidad de su habitación y sin pensarlo yo estaba mirándola ¿no es como si yo estuviera invadiendo su espacio, o si?
En el momento en que ella movió el vestido sobre su hombro derecho y lo deslizó hasta la cintura, moviendo su cabello de la espalda desnuda me congele, cogiendo la botella de vino me levanté deprisa, saliendo de allí desesperadamente embriagada de muchas cosas menos del vino en sí. Me estoy volviendo loca, ¿Cómo fui a mirar? La imagen fue tan rápida que no supe definir lo que era, pero ella tenía tatuajes enloquecedoramente fascinantes en toda su espalda yendo hasta el lumbar y fue allí donde más lo recorrí.
Coloque vino en mi propia copa al entrar en mi habitación y miré el cuaderno en mis manos, dejando el pañuelo negro que ella me dio sobre mi pierna al sentarme en la silla de mi mesita. El relieve en la portada tenía una serpiente enroscada en una rosa, con hermosos arabescos en un tono muy oscuro de color marrón, la cubierta era su nombre, yo entendía muy poco el árabe pero no estaba familiarizada con el Aistarabaw bajo la cobra en árabe egipcio. Su escudo de familia, mi convicción al pensar en las imágenes que venía rápidamente en mi mente me agitó.
El perfume, el vino, el libro, el pañuelo, y la espalda tatuada.
Que unión más loca para una mente sana.
Bastó segundos y yo ya no podía verla como una vieja amargada... Mierda, es una mujer muy atractiva, ¿Por qué tenía que mirarla? El juego parecía haber sido controlado por su mano manipuladora y fue convirtiéndose en algo aterrador que me inquietaba aquí y ahora en esa silla, no consiguiendo parpadear teniendo aquellos tatuajes en mi conciencia.
Orgullosa, arrogante, perteneciente a una monarquía olvidada, adinerada, asesina y seductora, maldita sea.
Me negaba a aceptarlo, sacudiendo mi cabeza y depositando aquel cuaderno sobre la mesa mientras sentía el sudor frío en mi nuca, en mis palmas, mientras el vino con su pizca picante me calentaba el interior tan imprudente como el ardor causado por el deseo que devoraba mis vísceras.
Me sentía confusa por haberme saboteado tanto en sentirme atraída por esa mujer así de esa manera. Era una sensación fácilmente manipulable, la atracción no es algo que se pueda controlar, y en mí no se sentía tan racional por el tamaño del aburrimiento y frustración en una secuencia sin fin y pausas. Estaba en aquella mezcla de desamor por mis propias reacciones incontroladas, insultándome mentalmente en un acto ininterrumpido por saber que estaba jodida por la otra ola de frustración, aquella inalcanzable.
La deseo intensamente ahora de la misma manera en que me negaba en no hacerlo.
Mi subconsciente audaz le gustaba de una manera delirante que ella fuese peligrosa, además de otros aspectos que no implicaran solamente matar a alguien... Y por primera vez de una manera torpe yo conseguí desviar las amenazas y temores que surgieron de ella, para simplemente mirarla como mujer, como alguien que absolutamente me atraía.
Demonios.
Esto no se trataba de belleza, porque nunca he visto su rostro y no sé cómo podría ser, pero en el momento en que ella soltó su cabello a un lado y deslizó el tejido tan sofisticado como una tortura en cámara lenta, sentí cada centímetro en mi contraerse en un libido que nunca hubiera esperado sentir en aquel momento.
¿Cómo nunca descubrí esa sensación tan tangible y tan relativa al miedo? Yo nunca mire nada de eso antes y era patético no haber mirado.
La oportunidad es inexistente, pero dios...
Apreté mis ojos con fuerza, dándome pequeños golpes en la mejillas para despertar mi torpe cuerpo, pero nada conseguía sacar aquella sensación. Abandoné la copa en la mesita y soltando un ríspido silbido de rabia al tocar mi frente contra la pared, empujando mis manos gélidas tanteando el material aterciopelado que la cubría. Y aquí estoy deseando en silencio a la última persona en el mundo que nunca me miraría con otros ojos, porque ella es la encarnación del poder, peligro y está prohibida. Eso sólo me hacía odiarme más cada segundo por no poder controlar nada sobre aquellas sensaciones que carcomía mi piel.
Esta humanidad desempeorada siempre nos hace susceptibles a cualquier punto débil, volviéndose del revés y haciendo lo que quiera con el deseo como una banda de trapos cosidos para nuestro consciente animal, suena como que el sufrimiento físico y mental causado por un anhelo sólo físico y erótico.
Masajee mi nuca tratando de causar cierto dolor para escapar de aquella sensación, pero parecía imposible. Renuncié para después sentarme y, finalmente, no quería estar en la cama mirando a la nada, en la aceptación de que era el deseo, que era la atracción, de que me gustaba esa sensación, aunque no debería.
Guarde la inquietud y me senté en la mesa nuevamente, volviendo a beber de manera voluptuosa del vino, tocando el cuaderno que ella misma me había dado y hojeando las hojas amarillentas con escritos árabes.
Tal vez había encontrado alguien que me odiaba más que esa mujer...
Yo misma.
-
A la mañana siguiente, más sana y totalmente sobria, me levanté a mi horario normal, intenté pensar que algunas cosas fueron imaginaciones de mi cabeza, pero el cuaderno aún estaba allí sobre la mesita y los recuerdos continuaban, el resto del vino que quedaba en la botella probaba que no llegué ni cerca de un mal sueño.
Tomé un baño para relajarme y bajé a desayunar, quería hablar con Ursel sobre aquel cuaderno, ella estaría contenta y yo también necesitaba su ayuda para la traducción, ya que es muy difícil saber palabras en una lengua tan extensa y tener que contextualizar aquello, en un diálogo normal a veces es aún más difícil porque siempre puede tener dos interpretaciones en la lengua árabe, saber lo que son palabras en medio de una conversación puede ayudarte o puede dificultar aún más su entendimiento, en el contexto más limitado, estudié años una cultura diferente a la mía, pero mis bases era muy americanizadas, yo tenía el contenido en el más perfecto inglés y después de francés y español como mis aliados por preservar en mente mis aprendizajes, en el árabe tenía la dominación tan minúscula que se resumía a terminologías, el alfabetos, números, pintores, filósofos, dioses o artistas, no era nada enfocado en la cultura de la lengua en sí, sino en su cultura artística que era tan masivamente explotada y me dio el lujo de tener contenidos en mi lengua nativa con extrema facilidad.
En aquel desayuno intenté evitar mirar demasiado a la princesa porque entendía que lo que sucedió ayer fue un momento de necesidad de una compañía y que hoy las cosas se quedarían normales como los otros días, la miré una vez cuando ella saludó a la mesa en buenos día y nada más, el día estaba demasiado agradable para arruinarlo pensando en tonterías.
Después del café me senté con Ursel y ella se quedó en éxtasis cuando le cedí nuestro nuevo material. No podía mentir que antes me renegué a querer hacer la biografía de una princesa perdida en el oriente como real, pero es que ellos sólo la conocen a través de leyendas, nadie sabe quién es la real ella, y tener ese contenido exclusivo era puro lujo que yo parecía ahora más que nunca querer compartir.
Narrador POV
Karila hojeaba algunas hojas del contenido restringido aquella tarde, y no esperaba la llamada de Dayna tan pronto, pero la princesa de Marruecos llamó dando buenas noticias de que Normani estaba bien, que estaba en la adaptación al nuevo país y que todo estaría bien con el tiempo porque no había ni siquiera sospechas de su huida.
Después de las cordialidades y que la princesa hablara con su fiel brazo derecho por poco tiempo, temiendo que hicieran una grabación de sus llamadas, Dayna citó que tenía algo que necesitaba para que Karila realizara a cambio de su favor, la oportunidad que surgió no dejó que la princesa se anticipara en la curiosidad.
Los hombres que trabajaban en su seguridad ya sabían cómo los esquemas personales de sus reuniones funcionaban, esta vez ella no tendría a Normani para organizar todo de manera velada. Respondió al mensaje de Dayna en clave, pidiéndole que le hiciera saber a Normani de la situación para que aún de lejos ella fuera la mujer que intermediaria sus reuniones, intercambiando nombres, cambiando su propia voz, haciendo lo que pudiera para seguir siendo ella la que ejecutará las funciones que Karila nunca realizó antes.
La princesa marroquí dijo que encontrarían una manera de confidencializar sus conversaciones para que ella pudiera pedir su favor a Karila, con un esquema más caro y sofisticado de comunicación que no tuviera interferencia del gobierno de ambos países, eran mujeres influyentes que juntas lograrían cosas bien exclusivas sin ningún vestigio de vigilancia.
De pronto, Dayna pidió sugestivamente que se aliaran a las fuerzas estadounidenses, porque sabían bien que Estados Unidos era uno de los pocos países que se metían en donde no fuese llamado y salir por encima sin siquiera dejar rastros, si tenían apoyo bajo la mirada americana a cambio de lo que ellos querían, pasarían ilesas de cualquier ataque directo.
Era Donald Egocéntrico Trump el presidente de América, bastara que le engorda el ego a cambio de protección. Karila no confiaba ni siquiera un poco en el presidente de aquel país descarado, aunque fuera la mejor alianza ya que era una nación que ayudaban a nadie más que ellos mismos. Mientras ellos tenían ventajas, nadie se sentiría atacado y ellos continuaron allí, fuera un baño de sangre, bastara que probara que el baño de sangre era merecedor a cualquier nación ajena de la suya, Dayna sabía que a ellos nunca le importarían Karila y su mala fama a menudo hasta citó que la haría un anhelo piadoso si ella quisiera, EEUU era el país más sucio que tenía cuando el asunto eran acuerdos de intereses.
El argumento de convertir al diablo en ángel no fue lo que hizo que Karila aceptase a meterse en la suciedad de apoyo a Estados Unidos, era sólo la necesidad de mantener a Normani viva y continuar haciendo su búsqueda incesante por los desgraciados que mataron a su marido, y en ese esquema claramente habría algún americano culpable, y aunque la orden fuera ignorar por honor a la alianza, ella no lo haría, nadie le impediría llegar hasta el final, ni siquiera un acuerdo de honor. Ella sería sí, una traidora de primera.
Pero mientras necesitaba a Estados Unidos protegiendo su idea, ella seguiría los acuerdos como una mujer entregada.
A partir de la otra semana, dos hombres de Estados Unidos fueron enviados a su casa con dos guardias de Dayna desde Marruecos. Todo se hizo de manera discreta, se infiltrarían en el país diciendo ser historiadores como el grupo que estaba allí, y el gobierno egipcio no tendría control de nada ni siquiera desconfiarian que algo diferente estuviera sucediendo bajo sus propias narices.
Eran dos instalaciones exclusivas que colocaban las llamadas entre las dos princesas de manera confidencial velada por protección de proveedores estadounidenses que estaban entrando en acuerdos millonarios y de espionaje internacional con ambas mujeres, empujando el contacto por debajo de la mesa. Era simple de entender, Karila tendría sus mensajes enviados a proveedores estadounidenses a través de una aplicación de mensajería en su computador personal, desarrollado para su uso exclusivo, estos mismos mensajes estarían protegidos solamente a mando de los Estados Unidos de América, es decir, la princesa tenía una clave privada y exclusiva para enviar el contenido de mensaje a sus proveedores y a su destinatario.
Un plan que las colocó en una conexión directa.
Cada una tiene una clave única, es decir, todo lo que Estados Unidos podría saber sobre el contenido del mensaje era nada, con las llaves, sólo es posible conocer el remitente y el destinatario y el tiempo que se intercambian mensajes, pero exactamente nada del contenido que intercambiaron sería develado.
Y para una seguridad de común acuerdo, el historial de los intercambios de mensajes serían borrados inmediatamente de los proveedores estadounidenses en menos de 5 segundos después del envío, y todo quedaría confinado en seguridad, tanto para la multimillonaria egipcia que no revelaba su rostro, como para la recién casada princesa marroquí.
Karila estaba prevenida después del intento de asesinato que recibió en su propia casa, una equivocación que provoco una acusación hacia Normani sin el más mínimo pudor. Ella no planeaba fallar y con la protección de las recientes comunicaciones, finalmente podía descubrir lo que tanto quería.
La princesa marroquí envió copias escritas de lo que necesitaba Karila. El contenido estaba en un inglés, no querían intercambiar contenido de una conversación por árabe.
"Amina Filali fue una joven de 16 años que se mató en mi país, Marruecos, al tener que someterse a las leyes que yo no estoy de acuerdo, pero que no puedo cambiar. Hace 6 años, ella se vio obligada a casarse con el hombre que la violó en la calle, eso todo por sugerencia de la justicia que lo hizo para quitar el peso del crimen de la espalda del violador, así como la familia de la joven que aceptó porque no quería que la hija perdiera el honor y nunca más pudiera casarse por haber sido violada por un cualquiera, vivió cinco meses casada con el hombre, denunció lo mismo a sus padres, citando que sufría agresiones y aún así nadie hizo nada, en ese tiempo, ella tomó veneno de rata y murió, causó una tremenda conmoción en mi país, imploraron por cambios en las leyes y los artículos de las leyes del código penal como el 475 de Marruecos que permite que un violador escape de la acusación y de una larga sentencia de prisión al casarse con su víctima si es menor de edad. Nunca me había sentido tan enojada sobre algo en toda mi vida, Karila, y sé que tienes tus métodos en atrapar una buena carne.
Me enteré que ese mismo hombre hoy en día tiene alrededor de 53 años y es un millonario viviendo entre Marrakesh y Dubai. Está extremadamente interesado en tu presencia, ya citó a los cuatro vientos que sería honroso estar en la presencia de Karila Aistarabaw de Egipto y tener la oportunidad de deleitarse con tu compañía, se que no eres una justiciera y no haces nada que salga de tus limitaciones y planes, pero preso por tu fama personal de mujer que le encanta eliminar vagabundos, como forma de agradecimiento a mí clemencia por su querida amiga, quiero pedir que hagas que este hombre vea estrellas tan coloridas como el cielo del antiguo Egipto en el infierno.
Dayna Jayn Hansn.''
Karila se recostó en su silla, pensativa sobre el contenido del mensaje.
Lo haría.
Devolvería el favor de Dayna sin parpadear.
"Mourad El Marikh, de 53 años, era el hombre de negocios vinculado a casas clandestinas de explotación sexual de las mujeres, además de mantener contacto con clérigos egipcios que eran partidarios de la mutilación genital de las jóvenes para evitar las tentaciones y pecados de la carne."
Karila estaba tan furiosa sobre tener una ficha tan oscura en manos que pidió reunirse con aquel hombre cuanto antes. No era ni siquiera una heroína, matar hombres por lo que hacían mal, porque sabía que si hiciera eso se desviaría de sus objetivos y acabaría matando a todos, porque todos los hombres que vivían en la tierra eran desagradables, crueles y egoístas.
Pero por ese favor, acabó desarrollando un odio tan mal en su corazón, que sólo en un día, tuvo que bañarse en Ghusl dos veces para intentar apartar los pensamientos tan negativos aquel clérigo, odiaba el hecho de que aún existían hombres que se tomaban el derecho a mutilar a las niñas tan pequeñas para que no sientan deseo sexual o placer nunca en su vida.
Y no previo que se enfocó en saber más sobre el clérigo, sería un desvío de objetivo en su futuro, pero necesitaba descubrir de dónde venía la maldad en nombre de religión. Mourad era el foco momentáneo, pero no dejaría pasar la oportunidad de su fama negra llegar a la superficie si así lo necesitaba
.
En aquella noche, virando un vino rojo mientras miraba por la terraza y se vestía, ella sentía la dosis de alcohol darle un éxtasis diferente. Todo estaba como ella predijo, los historiadores en su misión de vida, casa libre, los guardias en sus lugares, y su gran y estimado invitado en camino.
Nada podía salir mal.
El chaleco que llevaba debajo de la blusa de seda negro era tan grueso y fuerte como un corsé, cerró los botones de la blusa en oro hasta el cuello y se la guardó en un alto pantalones ajustados y elegantes, vistió el hiyab y los anillos y joyas al cuerpo, colocando por fin su alianza de matrimonio en su lugar.
Después de estar lista, dio un último beso en la alianza e hizo una oración bajita saliendo de su habitación encontrando a uno de sus guardias al final del pasillo, él la guió hasta su sala de reuniones donde sentado como si estuviera en casa, Mourad disfrutaba del placer de ver a Karila entrar en la sala y ceder un acento de cabeza de manera cordial.
Una de las jóvenes que trabajaba para la princesa entró en la habitación, reacio a ver lo que pasaba. Solía ser Tawaba la mujer de confianza para servir bebidas, pero después de todos los acontecimientos algunas cosas habían cambiado para asegurar que nada malo saldría de los planes de Karila.
- Todavía usa la alianza, lo siento mucho por Hamid, muchos se han sentido realmente mal por su pérdida. - Él habló en Árabe, mirando a Karila que sentía que su sangre hervía al darse cuenta de que un hombre como aquel hablaba y tocaba en el nombre de su marido en vano sólo para tener su admiración y solidaridad.
- Hamid estará siempre conmigo, gracias por los deseos. -Respondió mecánicamente, contra su voluntad para sonar tranquila y cordial y hacerlo entrar en su historia de hacer un brindis y conversar sobre negocios. Estaba lejos del hombre, en su escritorio donde se sentaba para usar la computadora, y aunque su historia fuera de cosas tan sucias, ella no podía sentir una gota fría de sudor escurriendo por su piel en miedo.
Era intemporal de la muerte y sabía que nunca más se atrevería a intentar nada contra ella dentro de su propia casa.
- Quedé realmente halagado que me haya invitado en este momento, esperé mucho por conocerla personalmente, y me encantaría verle el rostro completo, alteza de Egipto, supongo que la fama de su belleza jovial permanece en años... - Él ya intentaba sus pasos asquerosos para conquistar la atención de Karila, que se agitó enojada al pensar en él como un hombre sucio lleno de maldad en sus poros.
Sólo la hacía más ansiosa por terminar rápidamente.
- Envejecí. La belleza se desvanece con el tiempo. - Ella retrucó seca, intentaba incluso seguir el plano, pero lo miraba y sólo conseguía enojarse aún más imaginando que él presumía tener muchas oportunidades para conquistarla y tocar en su cuerpo. Lo hallaba un tremendo idiota.
- El vino mejora su sabor con el tiempo y paciencia, puedo imaginar que sea aún más linda bajo esos pañuelos como el vino. - Intentó de nuevo. Karila soltó el aire discretamente por las narices. Agradeció al hecho de que su rostro estaba cubierto para ocultar su expresión de escarnio.
- Sabiendo que le gusta tanto el vino, disfrute un poco conmigo. - Ella sugirió anticipando sus planes con ganas de deshacerse de él rápidamente.
- ¿Su alteza bebe? Estoy sorprendido... Es una mujer moderna. - Los elogios exagerados que tejía a Karila sólo la disgustaba cada segundo. Ella pidió a la joven asistente que trajera vino de una botella para ellos, y los sirvió enseguida, mostrando una imagen equivocada de que era seguro aprovechar esas copas con el líquido rojo.
- Es un vino especial, para un momento especial. - Ella dijo acercándose frente al otro en el centro de la sala, tocando sus copas una en la otra. Él de pronto en una animación exagerada bebió de la copa con ganas, mientras Karila lo miró sosteniendo su propia copa en las manos, pensativa y satisfecha. El hombre estaba bebiendo con voluntad a todo vapor.
Canción: Devotion - Hurts & Kylie Minogue
60 segundos.
- Me encanta esta sensación del alcohol, es electrizante. - Karila habló sonriendo, colocó la copa a un lado, y tocó el lateral del hijab, moviendo con el pulgar para liberar su rostro, tirando del tejido de su cabeza y dejando los largos hilos castaños lisos caer sobre sus hombros de una manera impecable y encantadora que puso al hombre totalmente sorprendido.
- ¡Qué impresionante...! Soy un hombre con tanta suerte – el pareció vibrar con el vino a sus labios dando un sorbo grande mientras Karila sonrió burlonamente mirándolo aproximarse.
- ¿Sabes lo que es? Es el último rostro que vas a ver en tu vida, el rostro que te llevará al infierno. - Habló lentamente, su sonrisa estaba torcida con tanto placer al verlo tomar los primeros sentidos opacos e inclinarse sobre la mesa, lo que debilito sus piernas. Los ojos castaños adornados con las pestañas gruesas eran terriblemente acusatorios y fascinantes.
El hombre tropezó en los zapatos caros, cayendo de rodillas y tosiendo al verla bajarse, no lo tocó y lo miraba triunfal, brillaba de una manera intocable como pocas cosas en vida la proporcionaba.
- Eres un demonio... - Él hablaba con dificultad, tosiendo y moviendo el vientre desmayándose en una debilidad que lo llevaría a la oscuridad eterna en su alfombra de reuniones, ya que no era el primero, y definitivamente no sería el último. Ella tomó su copa de vino y miró el contenido envenenado y lo sacudió girando la copa en el suelo sobre Mourad que la miró bajarse a su lado por última vez.
- No me arrepiento, en realidad es un placer. – y se levantó observandolo como contraía su mano en su vientre. Tomó el hijab sobre la mesa, y envolvió su rostro de todos modos, caminando casualmente hasta la puerta.
Ella salió de la habitación sintiéndose tan torpe como siempre se sentía al hacerlo, sus ojos lloraban en una satisfacción tan intensa como la triunfal sonrisa que tenía en la boca debajo de los pañuelos... Paños que le incomodaban la piel, sólo quería quitarlos de sí. Sus pisadas largas y confiables no eran previsibles cuando Lauren caminaba en el pasillo, viniendo de su cuarto en sentido opuesto al caminar de la princesa, que no entendió bien lo que aquella mujer hacía allí, pero estaba tan satisfecha que no dijo nada.
- Karila. - Lauren dio un acento de cabeza, saludando con atención, los ojos esmeraldas perdidos al verla en una ropa tan diferente, pantalones, tacones, las manos expuestas, la blusa demarcando su cuerpo.
Mirándola demasiado ahora que hasta se molestaba por atraerla.
- Alteza, Lauren... No empujes la intimidad entre nosotras, quien tiene intimidad conmigo o intenta estar cerca de mí, muere. -Karila habló en voz tan baja al corregirla que la historiadora se detuvo mientras la princesa no se molestó en parar y pasó a su lado en el pasillo, con pasos seguros de sí misma, los ecos de sus tacones resonando para siempre en la mente de Lauren.
- Ten una buena noche... - Lauren deseó mirándola pasar rápidamente, las pisadas dándole vestigios de un nerviosismo extraño en la boca del estómago. Karila no se dio el trabajo de girar y responder, apenas levantó la mano izquierda dando un acento con los dedos llenos de anillos y uñas rojas en el aire. La actitud hizo que Lauren pensara seriamente si era válido morir por tener intimidad con aquella mujer.
No podía negar que las cosas parecían haber cambiado en su cabeza de una manera radical que la hacía pensar con insanidad al ver a Karila alejarse por el pasillo sin importarle o tener miedo de mirar hacia atrás porque ella parecía estar en el dominio y control sobre todas las cosas.
Y entonces de repente su lista de deseos acabó cambiando por la casualidad del encuentro, prometía ser una buena mujer si conseguía el rostro de Karila delante de si, desnuda y real. Si era la única cosa a su alcance, entonces era lo que quería, ver quién era la mujer que la atraía tanto.
Y no descansaría hasta descubrirlo.
Twitter de la creadora: @kcestrabao
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Hidden
FanfictionLauren Jauregui recibió recientemente un doctorado en historia del arte, sus aspiraciones profesionales terminaron llevándola lejos de América, arribando en El Cairo y enfrentando realidades que escapaban de sus más profundos sueños, cuando conoce a...