Oculto

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***

Ligeramente más optimista que el día anterior, Lauren despertó aquella mañana más tranquila sobre su presencia en aquella mansión, que en los otros días. En el caso de Karila, todavía se acordaba de verla la noche anterior al llegar tan cansada de una expedición todo el día en El Cairo, estaban planeando mucho en tan poco tiempo, además de enfocarse completamente en las búsquedas, aún así,  todavía tenían la visita tan prohibida a la Ciudad de los muertos qué traería la pizca tentadora del peligro aquella mañana.




Internamente asumió que no estaba tan eufórica por aquel paseo inadecuado, sabía que sería otro nivel de peligro y que lo harían por voluntad y elección propia, nada más allá de eso. Si algo malo ocurría, era responsabilidad de ellos mismos por arriesgarse a entrar directo al peligro.




Ya lista y debidamente cubierta, pantalón social, blusa de seda hasta los codos y tenis bajos de manera más despojada, la historiadora bajó para el desayuno con sus amigos, Karila advirtió que no iba a acompañarlos aquella mañana, y, pareció recaer en ella una ola de tranquilidad. Confesaba que tenía una nueva fascinación por descubrir el rostro de aquella mujer, pero también se estresaba cuando estaban en el mismo lugar porque era demasiado frustrante para su curiosidad ser tan incontrolada a punto de influenciar en sus acciones.




- ¿Vamos a reunirnos un poco más tarde para continuar con nuestras traducciones? –Le preguntó Ursel en voz baja, con sus ojos esmeraldas reflejándose a través de las lentes de sus gafas tan inseparables.




- Claro, sólo para tener un poco de tiempo después del desayuno y continuaremos nuestro pequeño viaje a desentrañar el poder de la propietaria de esta mansión, después del almuerzo comenzamos a prepararnos para la ciudad de los muertos . - La manera que Ursel respondió hizo que Lauren esbozara una leve sonrisa. Volvió su atención a la taza de café y sus pequeñas tostadas, teniendo un pliegue en la frente y ojos concentrados en su café mientras sus compañeros de trabajo hablaban animadamente a su alrededor sobre lo que esperaban de aquella visita y las cosas restringidas en esta.




Lauren Jauregui se acercaba a los 29 años, irónicamente era muy diferente de ser una mujer divertida y torpe todo el tiempo, pero las cosas se salieron de control cuando pisó Egipto y se vio en medio de una comedia fúnebre. Los rasgos de envejecimiento eran pequeños y casi imperceptibles, pero ya le estampaba las ojeras en el rostro, tenía una pequeña cicatriz en la barbilla, casi no notable si no levantaba el rostro, logró eso divirtiéndose cuando era pequeña, marca que llevaria para siempre, al final no era del todo mala, le daba una pizca madura de encanto, los labios ligeramente carnosos presionados eran siempre tan cerrados como si se prohibiera hablar sobre cualquier cosa. El aire intelectual también aspiraba a quien le prestaba atención en una postura que exponía de sí algún detalle casi arrogante, soberbio, pero en el fondo era tan tranquila y atenta como la mayoría de sus amigos historiadores.




No tenía en sí la postura majestuosa de Karila, principalmente porque no era de alguna familia real, pero en sí cuando se equilibraba y se concentraba, podía ser digna de una, tanto de como hablaba con propiedad de lo que sabía, como en la manera en que siempre se vestía con la elegancia por hábito y no por ser forzada a hacerlo por estar lejos de su país.




Entre todos los detalles, aquel era de lejos el más tranquilo a ser tratado: Sus ropas.




No era sacrifico ningún ser elegante para aquella mujer.




Salió de sus pensamientos que le traían cierta perturbación, ella sintió la mirada de Gold en si.




- ¿Lograste dormir bien la noche pasada? Yo me sentí tan extraño. - Él le comentó ofreciéndole frutas. Lauren negó, pensativa sobre cómo se podía dormir bien, era incluso irónico.

      

- Dormí muy bien, no tuve ningún problema de insomnio y pude dormir hasta esta mañana, todo estuvo muy tranquilo aquí. - Ella habló sonriendo con cierto alivio que tal vez estuviera caminando hacia sus pretensiones desde inicio. Pensó en hacer todo bien para no tener problemas, tal vez finalmente iba bien.



El hombre asintió.



- Tal vez sea el tiempo. - Comentó perdidamente.




Lauren asintió no teniendo en cuenta algo anormal sobre la pasada noche. Llegó de la expedición, cenó con sus compañeros de trabajo, y durmió perfectamente, nada diferente. Y mira que con su poca convivencia allí ya había presenciado cosas terribles que ni siquiera imaginaria.




En el momento en que terminó su desayuno, Lauren percibió que Ursel todavía tenía cosas que hacer antes de sentarse a traducir, decidió caminar por los jardines de la mansión, especialmente en el fondo donde Normani la llevó una vez para conversar con Ursel con más tranquilidad. Observó las flores bien cuidadas y los bancos vacíos, oyendo sólo los pequeños zumbidos de los insectos, con el sol ya queriendo descender fuertemente sobre ella.




Sus pasos lentos eran oscilantes al percibir a una mujer curvada cerca de un vaso con tierra fresca, ella parecía concentrada, pero vio de reojo la aproximación de la historiadora, era una de las jóvenes chicas que trabajaba para Karila. En sus manos tenía guantes para moverse en la tierra, sólo un hijab cubriendo sus cabellos, combinando con el largo vestido, parecía muy joven, con sus ojos azules opacos.




- Buenos días. - Lauren intentó hablar en árabe. La joven le sonrió rápidamente y desconcertada con la gentileza en intentar hablar con ella en su lengua. Todos los empleados de Karila hablaban al menos cuatro idiomas, incluyendo Inglés, árabe egipcio, español y persa por la familia de Hamid, y un poco del lenguaje de Irán. Era un requisito de la comunicación que nunca ha sido una barrera entre los funcionarios y la princesa.




- Hablo su lengua, no se preocupe. ¡Buen día! - La saludó volviéndose a enfocar en la tierra bajo las palmas. Estaba en una misión de plantar flores y hacerlas florecer como todas las demás, era entonces aquella joven muchacha la responsable de hacer la mansión de la princesa deslumbrante con flores coloridas y perfumes en cada habitación, vigilando a los hombres que podaban los jardines y alineaban la hierba.




Lauren estaba maravillada y curiosa sobre los detalles, entre ellos el hecho de la inexistencia de barrera de la lengua y del hecho de ser una mujer tan joven cuidado de tantos jardines grandiosos. Pero era notable que sólo una mujer dejaría aquello tan femenino y tan sorprendentemente hermoso a la vista.




- ¿Puedo preguntarte algunas cosas? Si no te molesta- Lauren preguntó a la joven que asintió, no parecía intimidada o insegura, pero Lauren adoptaba la postura de siempre cerciorarse de que no sobrepasaría los límites de la cultura, no quería algún inconveniente.




- ¿La princesa les anima aprender más idiomas? Esto es interesante, confieso estar sorprendida por no haber manejado directamente con ninguna realeza, y sin hablar de la Inglaterra a la unanimidad, la reina de ellos parece tan intocable como la princesa de ustedes. - Sus ojos esmeraldas notaban la forma en que la joven se movía en la tierra húmeda.




- Sí. La princesa exige al momento de empezar a trabajar con ella que entendamos más allá del árabe, inglés, español y Farsi como lenguas dominantes, ella es una mujer que tiene contacto con muchas personas, necesitamos recursos para una buena comunicación.




Lauren asintió, pensando en Karila nuevamente. No sabía nada en definitiva sobre aquella mujer.




- ¿Requiere que ustedes sean estudiados en sus áreas de trabajo? - Lauren preguntó, acercándose un poco más, mirando las pequeñas mudas de flores siendo colocadas en los vasos.

      

- No señora, pero ella nos ofrece la oportunidad de estudiar si queremos, la gran mayoría de sus empleados están formados en áreas académicas específicas. La joven parecía muy feliz al citar aquello. Lauren asintió pensando en cómo la mujer con tanto poder no le gustaba mostrar la bondad que poseía pero que en el fondo parecía hacer mucho. Eso despertó su curiosidad mucho más allá dejándola inquieta, y se dijo que la curiosidad acaba de llegar de la frustración de no saber realmente quién era Karila.




Y pensar que nunca podría saberlo la dejaba extrañamente molesta.




- ¿Le molesto al hacerle estas preguntas sobre ella? ¿Les exige que no digan nada? Los ojos esmeraldas estaban ávidos tratando de aferrarse a los pequeños detalles que cambiarían muchas cosas. La joven se negó.




- No nos prohíbe al menos que sea sobre su protección y nuestra lealtad, el resto nunca fue una imposición.




Lauren suspiró aliviada.




- Gracias por responderme, señorita... - La miró dudosa tratando de saber su nombre.




- Me llamo Husniyah, señora.




Lauren asintió, esbozando una sonrisa de lado, tan simpático que hizo que la joven le agitara la cabeza, dejándola en su labor.




- Mi nombre es Lauren, y fue un placer hablar con usted Husniyah, haces un gran trabajo aquí. - Elogió perdiendo la mirada a su alrededor. Paró cuando divisó la distancia del cristal reflejado en el sol y reluciéndose como un llamador atractivo más allá de la pequeña puerta de madera en el fondo del jardín.




- ¿A dónde lleva aquello? -Preguntó extrañada y tentada de seguir el camino para ver lo que era. La joven levantó la cabeza y algo en su súbita sorpresa hizo que Lauren estuviera atenta.




- Es un vivero.




Lauren asintió, cerrando la mirada.



- ¿Puedo verlo?




La joven demoró un poco más para responder, pero aquella vez sus ojos azules se quedaron fijos en la tierra.




- No hay restricciones alguna señora, solo tenga cuidado al entrar, en este momento hay un empleado haciendo su mantenimiento, su nombre es Hani. Husniyah habló rápidamente. Lauren asintió. Enfocándose en el suelo debajo de sus pies y caminando por el camino hermoso de piedras, aspirando el aire fresco al pasar de la pequeña puerta y divisar un lago tan puro y hermoso delante de sus ojos, el borde con piedras tan bonitas y limpias.




Y a su izquierda, exigiendo de sí que caminara un poco más, avistó a un hombre vestido de negro de la cabeza a los pies, con pequeñas protecciones en las articulaciones y guantes resistentes entrando en un enorme tanque de aproximadamente 5 metros de altura, tan extenso que Lauren tuvo que se acercarse más para poder notar algo tan impresionante como amenazador.




Serpientes de las más diversas e intimidantes.




No esperaba encontrar una colección de pequeños animales, obviamente, pero era sorprendente que ella tuviera una colección tan extensa. El hombre no parecía entrar en contacto directo con ninguna de ellas, aunque la vivencia de ellas pareciera tener una división jerárquica bien trazada, las más evidentemente peligrosas y superiores no quedaban juntas.




Al acercarse al vidrio tan sorprendida, el hombre la vio y continuó su trabajo, dando a las criaturas espeluznantes su alimento diario. La más llamativa era esplendorosa, el cuerpo grisáceo y la cabeza entre blanco y gris, parecía arrojarse e intentar algunas embestidas violentas contra el cristal grueso, el hombre no parecía intimidado, estaba claro que estaba acostumbrado a lidiar con todo aquello.

      

Lauren esperó pacientemente, al mirar alimentar tantas serpientes hasta salir de allí y esbozar un saludo simpático, eran entonces los empleados de la princesa su nuevo descubrimiento favorito, todos tan simpáticos y acogedores...




- Buen día señorita, ¿Apreciando la colección de la princesa? - Preguntó retirando los guantes con un solo movimiento, sus ojos perdidos y levemente cansados, su cabello desordenado pegado a su frente, un sudor característico de esfuerzo diario, podía fácilmente darle 45 años con aquella barba mediana rellenando su cara.




- Es impresionante, ¿Cuantas serpientes son? - Lauren preguntó apuntando al cristal.



- Son alrededor de 32 serpientes, estaban divididas en el estanque, algunas más dóciles pueden estar juntas, pero no siempre es lo indicado.




Lauren pidió si podía acercarse, él dijo que sí, no era peligroso mirar a través del cristal, nada podía suceder aunque ella pensara demasiado en toda la situación.




- La princesa parece una amante de las serpientes muy fervorosa... - Lauren agitó al cristal dejando que su palabras curiosa se perdiera. El hombre se dispuso de pronto.




- La favorita de la alteza es la Naja Egipcia. - Él apuntó hacia el extremo, donde La vistosa serpiente que más llamó la atención de Lauren se alimentaba rápidamente en un ambiente más seco y lleno de tierra, la cabeza achatada y los hocicos anchos, ojos grandes que intimidaba hasta los huesos.




- ¿Por qué es su favorita? - Lauren preguntó tratando de arreglar su cabello.




- Quizá por ser mitológica en muchos aspectos. La diosa Meretseger estuvo representada por la diosa que ama el silencio, era guardián de las tumbas tebanas, el Valle de los Reyes, cuando intentaron robar sus tumbas, era Meretseger responsable de darles castigos, causando picaduras venenosas y la ceguera al mal, pero también podía cuidar de los buenos que se presentaran como arrepentidos. Además... - Él hizo una pausa causando aún más ansiedad en Lauren por escuchar lo que aquel hombre tan experimentado tenía que decir.




Las leyendas dicen que la serpiente era responsable de ayudar a Cleopatra en su suicidio. La muerte casi instantánea, es neurotóxica y afecta directamente al sistema nervioso que invariablemente influye en el dolor de la picadura, dicen que Cleopatra buscó entre los venenos de las serpientes, el que matase rápidamente y dejara restos de poco dolor, probó en hombres, y se logró matar con una picadura de esa serpiente cuando lo necesitaba. La reacción es muy rápida, y no hay anti-veneno. - Al oírle terminar Lauren se movió, sus ojos brillando por la ostensión tan extraña de la serpiente a través del cristal.




Y entonces, mágicamente su mente se quedó pensando en el intento de asesinato de Tawaba, era veneno de serpiente. Ya había un antiofídico listo, Normani sabía bien sobre a qué serpiente se dirigía, y no parecía ser esa naja egipcia si no había entonces un anti veneno. Sintiéndose paranoica la historiadora miró al hombre nuevamente.



- Su trabajo es hermoso, son deslumbrantes, felicidades. - Elogió con la voz oscilante. Intentando no pensar en los propósitos malvados sobre tener tantas serpientes en un estanque en su jardín.



- Gracias señorita.




- La princesa parece tan mitológica como religiosa, eso es interesante. - Lauren alabó con la mirada. El hombre asintió, dando un acento respetuoso.




- Nuestra religión no nos impide que creamos en la mitología, señorita. Mucho más para la alteza que tiene descendientes fuertes y posiblemente puede ser de linaje mitológico, no que yo sepa incluso si sus vínculos son tan fuertes, y ni siquiera sé si los propósitos por tener tal serpiente como favorita proceden de ello, pero nuestra alteza siempre compartió admiración innegable por Cleopatra.

      


Lauren se recordaba bien la pintura en el pasillo yendo a sus cuartos.




- Me siento agradecida por la información. - Le habló dando un acento educado. El hombre sonrió de vuelta y Lauren se movió inquieta, caminando por donde vino con una sensación extraña corrompiendo su mente. Las serpientes eran demasiado, demasiado peligrosas, demasiadas creencias, cuanto más sabe menos bien se siente.




Cuando pasó por el jardín la joven todavía estaba allí, pero no hablaron, la historiadora sólo se alejó volviendo a entrar en la mansión, sus piernas se apresuraron a encontrarse con Ursel para empezar a desentrañar el misterio que rodeaba a aquella princesa, pero se detuvo, quedándose aún más pálida al asustarse con dos guardias al frente y la forma impecable de la princesa, sus vestiduras en aquella mañana eran blancas con dorado, pantalón más apretado, un cinturón encrestado en oro y joyas, el hijab blanco perfectamente alineado con los dibujos dorados a los ojos tan únicamente solos al ser la única parte de piel expuesta.




Parecía más confiada en moldear la forma de su cuerpo con sus botas más largas y de tacón  y el pañuelo dorado en el cuello.




- Tu expresión de susto me dice con vehemencia que estabas haciendo algo inadecuado. - La voz levemente ronca hizo que Lauren se inquietara, negando inmediatamente.




- Estaba en los jardines, alteza. Nada que pueda poner vidas en riesgo, lo prometo. Afirmó con educación. La poderosa mujer entrecerró la mirada por segundos, pero decidió creerle y dio un paso acercándose, sus manos apretando frente a su cuerpo llamó la atención de Lauren, y fue donde ella finamente percibió los detalles de los guantes sofisticados, tenía el escudo de armas dibujado en las muñecas. Y era extremadamente elegante en líneas de oro.



Era así que percibían que ella era una princesa y tenía mucho poder involucrado en su presencia.



Su perfume estaba allí, alcanzando la punta de su nariz y golpeándole la boca del estómago.




- Te pido tener mucho cuidado en esta visita a la ciudad de los muertos, este tipo de situación requerirá hoy una fracción muy agotadora en mi personal y rezo fervientemente para que vuelvan vivos a casa, y ten cuidado con tu boca para que no hables de más, incluso yo puedo ser paciente y una mujer equilibrada contigo, pero no allí… ellos matan por placer y no por principio. - Karila habló demasiado bajo para Lauren.




- Pensamos en todos los detalles y en las posibles fallas, alteza. Pretendemos seguir todo como está programado para protegernos de posibles situaciones de desesperación. Y yo prometo intentar seguir con vida.




La princesa parecía satisfecha, aunque divertida con la oscilación en el tono de voz de la historiadora. No era un miedo tan perceptible, sólo parecía una temeridad en dar otro paso falso. En su mente y su visión racional, actualmente Karila, vio a Lauren como una mujer torpe y audaz que tomo decisiones equivocadas, y nada más que eso.




Mientras la historiadora tenía una inquietud dentro de sí con curiosidad por saber cómo era el rostro de la mujer que le miraba con tanto escarnio y burlona todo el tiempo. No era broma que parecía ser otra visión al imaginar que frente a ella tenía una mujer que debajo de sus pañuelos tenía la espalda tatuada con diseños deslumbrantes y atractivos.




Las telas ocultaban muchas cosas todo el tiempo.




- Estaré de salida en unos minutos, luego no seré capaz de almorzar con ustedes y ni siquiera darles consejos para esa expedición peligrosa, pido que llames a Ursel ahora y vengan conmigo a los jardines frontales. - La princesa le avisó a Lauren que asintió rápidamente.




- Vuelvo en unos segundos. – Lauren le habló a la poderosa mujer y con un acento de cabeza se desvía de su cuerpo, rodeando el patio y subiendo las escaleras en pasos largos, encontrándose con Ursel en el pasillo de las habitaciones inferiores, escribía algo en su teléfono concentrada.

     


- Hey... Ursel, la princesa pidió que nos reuniéramos ahora con ella en los jardines frontales, parece serio. - Lauren avisó casualmente. La más vieja la miró en sobresalto, asustándose con su repentina aparición.




- Oh sí, vamos. No podemos hacerla esperar.




Y salieron juntas, lado a lado hasta llegar a través de las grandes puertas de entrada descendiendo las escaleras frente a la casa, se toparon frente a las caravana de los Rolls Royce listos, además de la cantidad exagerada de guardias. Karila esperaba pacientemente al lado de una de sus jóvenes funcionarias.



- Buenos días, alteza. ¿Qué necesita en nuestra presencia? - Ursel la saludó de manera respetuosa. Karila la miró en silencio por segundos, era un hecho que estimaba mucho más la presencia de aquella historiadora, que la entrometida de ojos verdes que estaba a su lado con expresión seria y mirada estrecha.



- Más tarde tengo un compromiso y necesito de mis guardias de seguridad conmigo, entonces haremos divisiones justas de acuerdo a nuestras necesidades. Sé que se van a dividir para no llamar la atención en la Ciudad de los muertos, entonces siempre asegúrense de tener para si misma al menos un guardia, no dejen a los grupos sin guardias acompañando individualmente a cada uno de ustedes. Todos están armados y estan entrenados para protegerme, no hay nada que temer si están con ellos, pero no piensen que son invencibles, no sean arrogantes al creer en eso. - Su voz baja y concentrada sólo era un llamamiento, porque Lauren percibió bien la mirada desbocada que recibió exactamente en el segundo que ella habló con arrogancia.



- Otro detalle importante: No toquen mi nombre e incluso piensen en mi nombre allí, hay una porción casi dudosa de personas en este país que les agrado, evitar incluso pensar en mi presencia podría ser lo que va a mantenerlos a salvo. En fin... - Ella se movió levemente, su cuerpo golpeando frente a la brisa del viento, vaciando su pañuelo y llevando el perfume contra Lauren y Ursel, que aún tan cerca y ya sintiéndolo antes, se inquietó.



Era el exacto efecto del perfume de ella que causaba reacciones inquietantes.



- Este es Hadd, es uno de mis jefes de seguridad. A partir de ahora él tiene la potestad sobre todas las decisiones que involucran la seguridad de ustedes en esa visita. Hadd estará en control sobre todo, tanto en seguridad, como en la manera en que se camuflará. Sé que son historiadores y saben dónde quieren llegar, pero es Hadd que determinará si deben o no hacerlo, sigan muy bien lo que él diga, o van a acabar tirados en zanjas por allí sin al menos tener la oportunidad de un entierro digno, simplemente desaparecerán. ¿Entendido? - Ella habló seriamente. El hombre de 1,90 metros estaba a su lado, traje totalmente negro y la barba mediana, su mirada era traicionera, como si fuera un armario fuerte y delgado, extremadamente peligroso y amenazador.



La espalda de sus manos tenía cicatrices de cortes, que manchaban eternamente en él la función de haber sido el hombre responsable de evitar la muerte de Karila cuando el atentado a ella y Hamid ocurrió. Hadd fue el hombre de seguridad con más experiencia y recordó que fue el mismo quien empujó rudamente a Lauren en la plaza con su enojado y agresivo árabe, era el mismo el mejor hombre para la protección de Karila, citando a la inteligencia, y el hombre más leal que la poderosa egipcia tenía en su grupo de seguridad.



Y ella no asumió eso en voz alta, pero era claro que incluso de manera minúscula, la preocupación de ver aquellos historiadores volviendo vivos le alcanzaba la conciencia. Por eso dio lo que mejor tenía para liderar la protección de todos ellos.



- Todo está perfectamente entendido, alteza. Gracias por ceder su tiempo, dinero y seguridad en ayudarnos a algo que puede dejar retornos tan positivos. - Ursel agradeció dulcemente. Era muy difícil no gustar de la mujer, tenía una experiencia y clase fuera de lo común, su edad más avanzada también le daba tonos de un respeto mucho más grandes que Lauren, pero era obvio que las situaciones eran diferentes... Ursel nunca se había sentido amenazada al lado de la princesa, lo que era un caso muy diferente cuando la situación implicaba a la doctora en historia del arte que estaba silenciosa a su lado.

    

 

                 Cancion: Genie in a Bottle - Sofía Karlberg



NA: (Deje sonar hasta que el POV del narrador termine, juro que hace una diferencia)



Su mirada concentrada estaba en Hadd la mayor parte del tiempo, algo en Lauren absorbió en él un peligro y una lealtad sin tamaño, tenía la misma mirada que Normani siempre daba a la princesa, algo que era únicamente de pocos, esa manera tan concentrada como si fuera capaz de cualquier cosa para salvar a esa mujer.


- Pueden irse, buena suerte. - La princesa habló bajo con su mirada en Ursel y se alejó levemente mientras Lauren se mantuvo allí, apretando la mandíbula y oscilando la mirada entre Hadd y la toda poderosa. Karila notó cómo su mirada parecía diferente en sí, su paso de acercamiento hizo que Lauren oscilara al verla tan cerca de manera tan intimidante.



Era más fácil que pudiera notar sus largas pestañas y el uso de lápices en sus ojos, tan demarcados y tan brillantemente peligrosos.



- ¿Por qué me estás mirando de esa manera? - Era una curiosidad mezclada con una amenaza de la princesa. Lauren sacudió su cara, sus ojos estaban profundos en esa mujer, tenía ese deseo de ver a través del tejido que la hipnotizaba en una concentración diferente.



- No la estoy mirando de manera diferente, alteza. - Mintió cerrando su expresión y tragando lentamente. Era la primera vez que la princesa observaba una postura tan seria e intensa de la historiadora. Era en fin una sintonía madura que hizo a Lauren envejecer unos buenos 5 años que tenía en sí, una mirada tan compenetrada y nada temerosa a Karila.



La mirada había realmente molestado a Karila porque significaba algo más y ella lo había percibido.

- Es impresión suya, alteza. No se preocupe. - Lauren se justificó seriamente, sin inclinar una sonrisa ni siquiera acentuó con la cabeza en respeto, alejándose de la princesa para acompañar a Ursel casi corriendo.



- Ese hombre parece muy peligroso, ¿Notaste sus manos? Todas llenas de cicatrices. Lauren comentó bajo con su compañera de trabajo. Su mente se volvía hacia los cuestionamientos de la princesa. Quería tener más que verla así, como una sábana de seda transparente en la mano, sabía que era una locura querer tanto.



- Él ya debe haber manejado cosas malas, y eso es bueno, significa que estaremos más protegidos. - Ursel habló animada.



- Es... - Lauren respondió perdidamente no tan confiada como la mujer a su lado. No creía que él era un traidor, él parecía devoto a la mujer que le trabajaba, parecía incluso aquella mirada religiosa apasionada que las personas tenían en las iglesias al arrodillarse y observar la imagen de dios. Devoción religiosa por una mujer, pero Lauren no podía manejar bien el hecho de tener un hombre a cargo, no se sentía completamente segura dejar todo en las manos de un hombre, pero era lo que tenían y por desgracia no podían contradecir las órdenes de la princesa.



- Vamos a enfocarnos en las traducciones antes de la aventura. - Ursel llamó animada. Lauren asintió al mirar hacia adelante, su estado de espíritu era muy desafiante y agitado, estaba queriendo mucho aquella visita, y sólo Lauren sabía cuánto Ursel deseaba en hacer algo cierto y diplomático.



Mientras que las mujeres tenían las traducciones y las visitas, Karila tenía una reunión importante y sabía que podría ser una trampa, así que estaba más apresurada porque necesitaban planes adicionales antes de que suceda así, si algo salía desprovisto. Irían al encuentro de Al Sisi para una charla en público rodeados de guardias de seguridad en ambos lados.

      

                 Lauren se adelantó en liderar sus caminos hacia la sala de estudios que la princesa había cedido, con sillas contornando una larga mesa de frente a la amplia ventana que daba el vislumbre perfecto de las pirámides al fondo, compuestas por el jardín florido de la mujer poderosa. Era un incentivo para los estudios.



- Quiero contenerme de leer esas traducciones antes de tener al menos 10 capítulos en las manos, sé que me voy a devorar la lectura. - Lauren habló al sentarse lado a lado con Ursel, mirando todo el papeleo que tenían sobre la mesa, tirando del cuaderno tan codiciado en su maleta de cuero.



- Siento que me familiarizo con el idioma cada vez más, para que luego las traducciones se hagan más rápidas. - Ursel habló perdida en el cuaderno en las manos. Ofreciendo a Lauren las hojas ya traducidas que habían hecho.



- Estas ya dan dos capítulos enteros, encontré una foto de su matrimonio en el medio del libro, creo que fue olvidada y tal vez deberíamos devolverla rápidamente, ella podría irritarse, principalmente siendo algo de su fallecido marido. - Ursel habló robando toda la atención de Lauren que se adelantó en saber dónde estaba.



- ¿Y dónde está? ¿Puedo ver? - Preguntó mirando a la más vieja que asintió moviéndose para sacar una fotografía de la bolsa. Lauren casi se inclinó sobre la mesa para mirar mejor la fotografía en la iluminación, pero aquella punzada disgustada de frustración volvió a golpear su estómago cuando miró a la imagen y vio sobre el rostro de la misteriosa princesa un velo de cara dorada, las piedras de diamantes parpadeando ostensibles.



Nada de su rostro expuesto como pretendía...



Pero era diferente mirarla de esa manera y tuvo que asumir para sí misma, que los ojos castaños parecían infinitamente más brillantes, y aunque pudiera ver poco del relieve de los labios de aquella princesa, podía presumir que sonría en felicidad. Estaba en un vestido impresionante blanco, con perlas componiendo cada centímetro que moldeaba su cuerpo, joyas sobre su cabeza, el hijab blanco de satén cubriendo su cabello.



Y allí estaba el hombre a su lado, sosteniendo su cintura, dejando que el turbante rojo deshecho en las manos, tocara sobre sus manos unidas. Las manos de ella estaban expuestas, las uñas doradas y largas, los dibujos blancos de tatuaje cubriendo todos los dedos, tatuaje Mehndi típico de boda orientales en adornos hermosos hasta las uñas. Era de tantos ricos detalles que Lauren se quedó en silencio un buen rato, mientras que Ursel se distraía en las traducciones a su lado.



Hamid, ese era el hombre que indirectamente causó tanto desde su partida anticipada. Tenía el pelo peinado hacia atrás, un sherwani negro con oro y joyas que brillaban exponiendo el poder que emanaban el uno al otro. Era un hombre extremadamente atractivo a quien le interesara saber, la barba encantadora, la mirada confiada y la leve inclinación de sonrisa torcida daba una exposición inmediata de pasión compartida, parecían la pareja perfecta en la conexión exacta.



Lauren con su removimiento en el estómago colocó la foto sobre la mesa.



La alianza estaba allí, expuesta para quien quisiera ver, era aquella joya que Karila usaba actualmente en conjunto con más varios anillos y oro en la muñeca. Ella nunca iba a superar ese nivel de amor y Lauren parecía convencida de aquello al percibir lo que ocurría en una sola foto, no imaginaba el nivel traumático de dolor, porque nunca en su vida perdió la persona que más amaba, pero sabía ahora y en lo profundo entendía que nada que Karila hiciera todavía sería suficiente para exponer el gran tamaño de aquel mal sentimiento que le fue causado sin ningún remordimiento.



En ese momento exacto, Lauren entendió que Karila no era la asesina malvada que le hacía creer y en conjunto con la información que conseguía todos los días se daba cuenta de todas esas mentiras porque: Salvo a Normani de una muerte pública y la envió a otro país en el que tendría seguridad total, antes de que su vida fuera arrebatada, le dio la oportunidad de estudiar a los prójimos que quisieran un futuro, ella se rindió en silencio y parecía querer gritar en alto todas las injusticias pero no tenía ningún sentido hacerlo.


      

No para ella.




El mundo no es un lugar justo, Lauren estaba segura de ello, y no siempre el gobierno es teóricamente el responsable de resguardar nuestras vidas y ofrecer mejores oportunidades para lograr buenos frutos. Si Karila, con un corazón roto y desgarrada, vivía en busca de aquellos hombres que le habían quitado a su esposo, para llevarlos a su propio infierno, entonces era seguro que ella conseguiría todo eso por su honor.



En el fondo ella sólo buscaba la justicia que el gobierno nunca le daría, y aunque aquella historiadora norteamérica con una ligera inclinación un poco burlona e intrascendente no podía pensar en sí misma con tal rencor en el pecho, ella finalmente entendió que no había absolutamente nada de malo en lo que Karila hacía, y si en su estancia de un año en aquel lugar ella tuviera que mover centímetros para facilitarle las cosas a alguien, a partir de ese momento, ella siempre facilitaría todo para que la princesa siga en su plan personal de justicia, porque sí ella vio compasión en aquella mirada, veía amor de verdad en la presencia mutua de ellos en una sola imagen y era sí una de las cosas más reconfortantes y bonitas que pudo ver.




Lauren POV



Miré la gorra surcada en mis manos y la puse en mi cabeza sobre el moño que hice en mi cabello, me miré en el espejo y me estremecí al verme tan diferente. No podíamos aparentar buena condicione financiera, ni limpieza exagerada que nos diferenciase demasiado de la población local.



Usaba botas bajas y ropa más amplia para camuflar la forma de mi cuerpo, pantalones con cortes militares bien masculinos y dobles blusas de mangas largas con chalecos de cuero estratégicamente rasgados. Hadd creyó que ninguna de las mujeres se mostrara como mujer porque dificultaría mucho la situación si una de éstas andaba en un grupo de muchos hombres, las posibilidades de ser asediadas por eso aumentarían mucho, y él intentaba a toda costa mostrar que lo que nosotros no queríamos era llamar la atención.



Ursel tardó más que todos nosotros, ella tenía una forma femenina difícil de encubrir. Yo irónicamente me veía en una situación que me hacía recordar años atrás. Digamos que nunca quise que nada me hiciera recordar la imagen masculina porque tenía traumas serios sobre cómo lidiar con el hecho de que era una mujer intersexual y mis adecuaciones físicas venían de algo muy diferente a lo usual.



Mi paranoia juvenil ya no me perseguía como antes, ya me había aceptado por completo a un nivel en el que había alcanzado mi autoconfianza sobre la feminidad que quería para mí, pero aún me estremecía vestirme como hombre y no podía negarlo en silencio.



Hace años tuve una vanidad excesiva porque siempre quise al máximo alejarme de las características masculinas que vinieron como una bomba en mis genes alterados. Entre los 17 y 19 años, yo todos los días insistía para que me permitieran hacer la cirugía porque yo no quería ser hombre.



Mis padres siempre fueron abiertos a conversar, ellos decidieron que yo no debía hacerme una cirugía cuando recién nacída porque querían que la decisión fuera completamente mía, temían que no me identificara con el hecho de ser mujer y que tomara una decisión por mí, por una cirugía que me afectaría para siempre la vida era inconsecuente y me traería traumas que cargaría para siempre.



Ellos estaban seguros en ese punto, me dieron la libertad para decidir qué hacer cuando tuviera madurez para mirar mi vida con amplitud, pensando en mi futuro y en cómo yo quería ser de allí en adelante.



Yo era uno de esos casos complejos que nació sin útero, con el órgano genital masculino formado casi completamente, cito casi porque yo no podía generar espermatozoides, entonces en mí no hay ni siquiera la mínima posibilidad de conseguir con cirugías quedar embarazada y tener hijos de por vida o dejar a alguien embarazada, sólo me quedaba adoptar si lo que quería tener era compañía.

      

                 Entre las cuarenta variaciones intersexuales, yo era una de las más raras, que podía muy bien definirme como hombre si mis padres hubieran querido darme bombas hormonales cuando nací, quitarme los senos y cortar mi cabello y determinar por su propia voluntad que yo fuera el pequeño hijo prodigio de ellos. Nunca hicieron nada de eso.



Era demasiado femenina para ser hombre, y tenía  demasiados códigos genéticos masculinos para ser mujer. Aquella mezcla me volvió loca porque me convertí obsesivamente enfocada en ser mujer y exponer que lo era, recuerdo las posturas irritantes y aburridas que tenía para probar lo que era, lo que duró hasta que conociera a algunos amigos al terminar la secundaria. Fue la primera vez que vi que me atraía una niña, y era perturbador pensar que estaba obsesionada en mostrar que era mujer, pero que aun así me sentía atraída por otras mujeres, insistía en que aquello estaba mal, que tal vez estaba escrito en mi destino y en el código genético ser un hombre que por años yo repudiaba ser.



Las terapias cambiaron todo.



Las nuevas consultas que se realizaron en la época, los médicos decían con la certeza de una respiración que mis cambios no podían afectar a mi salud, que funcionaba perfectamente bien en mis necesidades, que sexualmente no sufriría de pérdidas y que era un milagro ser tan naturalmente ambigua, mis senos eran completamente formados y bonitos, y yo moría de orgullo de aquello porque me hacía sentir mujer, además yo vivía sin deformaciones corporales en el órgano sexual masculino que llevaba entre las piernas. Las conversaciones fueron extensas para que definitivamente aceptara que estaba todo bien, que yo no quería mutilarme y hacer cirugías de reconstrucción, y que ese hecho tampoco me impediría ser mujer, de usar mis vestidos apretados, con escote, de poner mucho lápiz labial y usar mis tacones.



Ligeramente de allí en adelante, me fui adaptando a las hormonas femeninas que yo quería, mi cuerpo se moldeó de manera que tal vez yo tenía los hombros un poquito más anchos, que fuera levemente más fuerte de lo habitual, pero era allí, en aquel cuerpo que yo miraba en el espejo cada mañana, que me encontré. El privilegio era justamente no tener que transformarme para sentir que encajaba.



Finalmente quedé bien con mi fisura y no sería hoy, vistiendome como hombre que mi seguridad como mujer caería sobre ese hecho.



- Es un lugar muy acalorado, los mármoles y el cemento de las tumbas calienta aún más la región, entonces no es un tipo de situación en que pueden quitarse las camisas cuando quieran, necesitarán lidiar con ese sufrimiento, y anticipo que no estamos en condiciones de regalías, joyas, celulares y ordenadores, dispositivos electrónicos fácilmente visibles, nada de eso puede entrar en la ciudad de los muertos con nosotros, no queremos llamar la atención. - Hadd nos habló a todos cuando nos reunimos en la sala principal.



Todos aceptaron sin cuestionar, no teníamos nada de tecnología, sólo dependíamos de los guardias armados.



- Los grupos serán separados, son 15 de ustedes y 15 de nosotros, saldrán 30 personas de esta casa. El máximo de ustedes que deben mantenerse en grupo son dos, es decir, para cada uno de ustedes habrá un guardia, siendo un grupo máximo de 2 de ustedes y 2 de nosotros para no llamar la atención. Como sabemos que son 15 de ustedes y los grupos no pueden ser separados de manera par, uno de estos grupos quedará con 3 de ustedes y 3 de nosotros, siendo 6 personas, lo que llamará mucha atención, ese grupo mayor quedará en la región más fácil dentro de la ciudad ¿Entendido? - Hadd era muy articulado, no era raro que fuera designado por Karila.



- Estaremos juntas. - Ursel susurró cerca de mi oído. Asentí sonriendo.



Rudolph y Gold se unieron a Martha, una de las más antiguas profesoras de Yale, ellos serían el grupo que quedaría más cerca de la salida, o que se arriesgarían poco para no ser atrapados en medio del camino.

      

- Sepárense en par y entren en los Land Rovers allí, hay 6 km de la ciudad, cerca del Estadio Internacional, cambiaremos de transporte y entraremos en los autobuses públicos que van a llevarnos hasta la Ciudad de los muertos, no está lejos del centro de la ciudad, salir no es imposible, hay la presencia de turistas que se aventuran en la región, pero la mayoría de las personas que constan allí, son residentes.



Con ese último aviso, caminé al lado de Ursel fuera de la mansión, estremeciéndome en una ansiedad tonta, ella parecía concentrada en la situación, pero bien animada. Si todo sale bien al menos ella se divertiría. Entré en el asiento trasero de uno de los coches, y nuestros grupos se dividieron rápidamente.



- Eso va a ser muy surrealista, quería poder tomar fotos tranquilamente como un turista más. - Ursel comentó apretando su cinturón. Miré a través del cristal, sin darme cuenta de la presencia de Corvettes allí, ella ya se había ido hace un tiempo también. Debe estar ocupada con sus locuras mientras yo sólo pienso en estar bien.


El movimiento de las puertas al frente del auto abriéndose llamó mi atención, Hadd y otro guardia entraron a nuestro auto.



- Seremos los responsables de escoltarlas a ustedes, señoras. - Hadd habló rápidamente, apretándose el cinturón y arreglando su ropa, estaba claro que vi su arma negra en mano, parecía llevarla. Cada pequeño ruido le hacía fruncir el ceño.



- ¿Puede decirme el tiempo de llegada? -Preguntó curiosa.



- Aproximadamente 30 minutos hasta la región del estadio y 20 minutos en autobús hasta la Ciudad de los muertos en la entrada del cementerio. - Hadd me habló a través del retrovisor, no sé si todavía recuerda el día que me amenazó en el pasillo, pero parecía enfocado en nuestra protección y creo que eso es lo que importa.



Inquieta preferí mirar por el cristal del auto a alta velocidad, percibiendo que no seguíamos el mismo camino y no llegaríamos al mismo tiempo. El momento más difícil fue salir del auto de lujo y caminar en la calzada estrecha, mirando desconfiada a los habitantes allí, un único punto de autobús abarrotado de gente.



Y apareció, verde y amarillo con latas medio deformadas, y las puertas abiertas, me rehusé mirando  aquellas cortinas marrones cubriendo los cristales del autobús. Ursel fue primero, luego Hadd se quedó a mi lado.



- Entra. - Habló agitando para que yo me uniera al flujo abarrotado de personas. Ya sentía el infernal calor. Muchos se iban de pie en la puerta abierta mientras el autobús estaba salvaje y loco. Si no me daba un infarto antes de llegar, ya es un buen paso en mi vida.



Me recosté cerca de uno de los hierros para sostenerme, mirando a los hombres de pie a nuestro alrededor, a ellos realmente no les importaba por no vernos como mujeres, pero las señoras que estaban allí, sentadas se retorcían para evitar ser tocadas. Era en vano. Yo solo esperaba que terminara pronto.




A medida que los barrios iban y venían, yo podía notar la diferencia estructural de las casas y comercios, del muro alto de la Necrópolis derrochada en tonalidades grises y marrón oscuro, con señales de quemados en los muros externos. Pero todo cambió cuando el autobús entró en el límite entre El Cairo y la ciudad de los muertos, que no iba dentro de la ciudad, que era sólo un esbozo en la entrada, ya que no es un cementerio. La basura en el suelo, el agua fétida escurriendo en distancia ya daba una visión perturbadora. El calor dentro de aquel autobús lleno de gente me hizo mal a tal punto que cuando salimos pisando en la tierra tiré una larga respiración, sintiendo el sudor en mi nuca.



- Todo por la historia. - Ursel dijo jadeante para mirar alrededor y darse cuenta en lo que estábamos.




- Sigan a la gente, finjan despreocupación. - Hadd dijo en voz baja, mirando hacia adelante. Me alineé, fingiendo un caminar rígido y masculino, percibiendo las torres altas cerca de las Mezquitas en distancia, autos iban y venían en aquella calle sin asfalto, tierra y piedra, polvo y un montón de gente compartiendo aquel espacio.



      

                 Lo que yo veía eran negocios pequeños y clandestinos, tumbas de 2 metros de altura con apellidos estampados, suburbios recostados en tumbas y comercios. Beba un té al lado de la tumba de su mejor amigo, y luego siente en las cámaras sepulcrales para almorzar con su amigo que vive allí, acostado en colchones, viendo TV en una caja pequeña de tubo en los canales estatales controlados por el gobierno.



Tragué en seco mirando perdidamente chocada que incluso los edificios que lograron hacer dentro de un cementerio eran tan vasto. No era nada moderno, todo tenía una imagen rústica y usada, a mi parecer incluso sucia, porque las marcas de quemado en los muros no eran pocas, y la basura tirada en las calles se perdía en los bordes que los carros no pasaban, latas de comida, bolsas plásticas y gente de semblante cansado que caminaba sobre zapatos desgastados.



Subiendo las calles de tierra, percibiendo que eran tumbas que no acababan más, avisamos a un grupo de hombres en la cima de una de estas calles, conversaban alto, fumando cigarrillos, tenían armamento pesado expuesto a quien quisiera ver.



- Pésima calle para entrar, desvíen a la derecha. - Hadd habló rápidamente, su voz tensa. Sólo seguí lo que él dijo, no queriendo meterme delante de un fusil de artillería. Ursel me miraba y se veía como una hoja de papel, tan pálida y conmocionada como pensé que sería, dio un paso rápido para desviarnos y terminamos en un callejón con una gran cantidad de basura y bajas tumbas, con flores marchitas sobre el mármol y la imagen de Al Sisi, el actual presidente, pegado en las paredes con rayas de pintura roja en forma de X sobre su rostro.



- La casa de aquella señora está en esa calle. - Ursel me habló recordando a la
madre del taxista. Ella nos aguardaba para una visita. Sostuve el dobladillo de una de mis camisas, sintiendo el sol caliente en mi nuca y miré a dos señores sentados cerca de una licoreria, lleno de cajas con cervezas expuestas en fotografías mal hechas, todo sonaba prohibido y clandestino en ese lugar.



- Creo que la encontramos, dijo que ella lavaba la ropa con agua proporcionada por el gobierno. - Ursel habló apuntando hacia una señora, empujando un gran cuenco de metal, el hijab negro en su cabeza, los dedos arrugados apretando las camisetas. Nos acercamos reacias y la señora percibió, asustada de que posible cuatro hombres quisieran su atención.



- Sawda estamos aquí a petición de su hijo, Hayat. - Ursel habló rápidamente en árabe. La mujer volvió a mirarnos a los ojos, tratando de analizarnos a su manera y ver si éramos buenos. Hasta que soltó la camisa y nos hizo seña por encima del hombro para que  entráramos en aquel pequeño espacio que compartía con los miembros fallecidos de su familia, el muro de concreto dentro de aquel lugar era la única cosa que dividía su presencia con los ataúdes.



Ursel se estremeció al ver el sofá de dos piezas, era un lugar de una sola habitación, pero se veía mucho más grande de lo que se imaginaba, su cama estaba en la sala al lado del sofá, la pequeña cocina tenía una mesa con cuatro sillas, una estufa y un armario, sin nevera. Traté de observarla, su expresión parecía cansada, pero ella se aseguró en sentarnos cerca de la mesa, simplemente ofreciéndonos té.



Hadd me miró desconfiado por encima de la taza que tenía en las manos. Esperé a que él dijera algo sobre aceptar aquello o no, pero la señora se adelantó a tomar la taza, lo que nos dio la certeza de que no había problemas.



Ursel le preguntó algo que no supe definir y ella asintió, lo que hizo que se aclarara la garganta y se llevara la mano a la frente, sus dedos tenían pequeñas heridas en las puntas.



- Hablo inglés porque trabaje en un hotel, la crisis nos hizo perder todo, el gobierno cambió y las protestas trajeron revuelta a los soberanos. – Su débil voz en un inglés sobrecargado de acento hizo que me acomodara en la silla, debajo de mí, parecía demasiado frágil.



- ¿Su hijo le contó sobre nosotras? -Pregunte curiosa para saber hasta qué nivel ella sabía sobre nuestra vida.



- Sí, dijo que una señora vendría, pero no parecen señoras... - Ella apuntó a nuestras vestiduras. Ursel tiró del gorro que usaba en la cabeza, liberando su cabello y la señora la miró con atención.


      

- Hicieron bien, hoy salieron algunos hombres por las calles de las mezquitas abandonadas con armas, ellos deben querer asaltar los comercios nuevamente, las personas llaman a la policía, pero ellos nunca responden. Prefieren entregar todo. - Ella confesó desanimada. Hadd oyendo eso se levantó de la silla con su compañero de trabajo y ellos caminaron hasta la entrada, mirando hacia afuera y vigilando nuestra protección.



- ¿Alguna vez te han robaron aquí? - Ursel miró a su alrededor.



- Sí, saben que el agua la sacamos del gobierno, pero nunca puedo hacer nada, sólo lavo la ropa cuando podemos pagar y trato de comer con lo que tengo.



Fruncí el ceño imaginando lo que ella sufría.



- ¿Su hijo le habló sobre nuestras intenciones aquí? - Ella me miró cuando le pregunté, y asintió, pero parecía incrédula.



- dijo que los estadounidenses querían ayudar, pero siempre escuchamos esas promesas, algunos abusaban de nosotros, de nuestro trabajo en los hoteles, eran groseros y sin escrúpulos, no creo en los americanos, entonces no necesitan mentir para conseguir lo que quieren, hablen, no hay mucho que desear aquí en medio de un cementerio. - Ella hablaba como si no tuviera esperanzas.



- Nosotros queremos ayudar a la gente buena, Señora... No mentiremos. Hablé honestamente, aunque su mirada cansada en mí mostrase que no le importaba, no parecía creer en nada.


Ella puso más té y yo bebí sintiendo que era muy agradable, y viniendo de un ambiente tan simple y aunque diferente y nada acogedor estar dentro de una tumba, parecía una mujer honesta que ya no aguantaba las cosas malas de la vida.



- Dinos lo que quieres...



Ursel cambió una mirada conmigo, más larga que lo habitual.



- Si te ofrecieran la oportunidad de salir de aquí, de tener un apoyo financiero para asegurarse allá afuera, en el gran Cairo, ¿Aceptarías? -Pregunté esperando su reacción.



- ¿Y qué piden a cambio por eso? -Preguntó desconfiada.



- Nada... Sólo queremos ayudar, una mujer poderosa está detrás de esto, nuestro país quiere hacer algo útil. -Dije mirando a Hadd en la puerta, él no prestaba atención a nuestra conversación.



- ¿Mujer poderosa de su país? Parece un chiste, nadie se preocupa por nosotros, ni siquiera Al Sisi que da agua algunos de aquí como un favor, con la certeza de que votaremos por él, o sobre la princesa que no le importa nadie en este país, que no quiere saber de nosotros. - Ella habló resentida, sus manos temblorosas en la taza.



Karila... Esta mujer conoce a la princesa, y no le gusta...


- ¿Princesa? - Fingí confusión, Ursel me advirtió con la mirada, pero yo quería saber hacia dónde iba, saber lo que la población normal y pobre que sufría todos los días y que sabía quién era aquella mujer poderosa, pensaba sobre ella.



- La mujer que desciende de las familias ricas y poderosas de aquí, que posee tierras por todas partes, que alimenta a los malos con su dinero, perdió a su esposo hace años, hizo un matrimonio caro y no le importa la gente pobre.  La recuerdo bien, la recuerdo porque yo estaba en ese hotel trabajando para ganar casi nada mientras sus guardias pasaban por las calles con sus autos de lujo. Karila Aistarabaw I, hasta dicen que ella mata gente, y yo no lo dudo, ella y Al Sisi son iguales, la diferencia es que él al menos finge ser bueno, esa mujer ni eso. Siendo princesa debería protegernos, debería ayudar al pueblo. - Su revuelta fue tan grande con Karila que trague con dificultad, mi mirada perdida en el té.



No podíamos ni tocar el nombre de Karila aquí, estaba ahora más que claro. Si acepta la ayuda, sólo debe saberlo después... O el orgullo no aceptaría si sabía que era la mujer que acababa de hablar que le daría la oportunidad de tener de nuevo una vida.

      

- Parece una mujer compleja. - Comenté fingiendo no entender. Ursel casi se burló al oírme comentar, ella quería cambiar de asunto.



- Queremos ayudar más que nunca, pero necesitamos tu ayuda para correr la voz y decirle a las personas que quieran aceptar nuestras ofertas, podemos demostrar buena intención, pero todo debe ser secreto, los hombres malos de aquí no pueden ni siquiera imaginarlo... O ustedes pueden sufrir sus ataques, nosotros no queremos eso. - Ursel le dio su convencido discurso. La señora todavía estaba dudosa, pero susceptible a intentarlo.



- ¿Dónde vamos a vivir? ¿Cómo piensan en eso? - Me miró.



- Edificios, podemos pensar en la construcción de edificios que los abriguen. – Sugerí mirándola con el ceño fruncido.



- Señora, esto está siendo irreal, estás dando sueños imposibles, es demasiado dinero sin tener nada a cambio, nadie creerá en eso aquí.



Me recosté tratando de pensar en algo que la hiciera creer.



- Si te llevo de aquí hoy, a un lugar provisional en El Cairo, a salvo con tu hijo, asegurándome de que podamos financiar esa ayuda, ¿Vendrías? - Invertí la propuesta.



- Necesito preguntarle a mi hijo. - Ella se rehusó. Asentí moviéndome de la silla.



- Bueno,  hable con él Señora, estamos dispuestos a ayudarles, pero necesitan aceptarlo y creer en nosotros para hacerlo de manera que nadie salga lastimado. - Dije seriamente, arreglando la gorra en mi cabeza. Ella era nuestro punto inicial de coartada.



Ursel quería subir a los lugares peligrosos en medio de las mezquitas abandonadas, pero Hadd dejó claro que la idea era imposible de seguir, no quería que nosotras acabáramos muertas. Entonces nos quedamos en las cercanías de donde Sawda vivía, tratando de insertar el árabe de Ursel en la rutina de los comerciantes, ellos estaban llenos de habladurías para vender, pero sus ventas estaban allí, casi a las moscas porque el pueblo no derrochaba dinero.



Niños sentados en el suelo, con la ropa sucia, intercambiando piedras y viviendo de una felicidad particular que me dolía mucho observar, ya no podía razonar de manera cohesiva al final de la tarde, estábamos hambrientos y el sol era demasiado fuerte para estar caminando por allí, en medio de tanto abandono, a la basura en las calles.


- Vamos, no me siento tan bien. - Pedí a Ursel cuando toque mi gorra, mi frente sudando debajo de aquello, me sentía horrible y cansada. Recién volvimos a conversar con Sawda y ella creyó en nuestra propuesta sin querer salir de allí ese día, dijo que no podía perder sus cosas en casa, pero que nos ayudaría en nuestros planes.



Y volveríamos.



Salir fue más tenso que entrar porque necesitábamos que nuestros grupos no lo hicieran al mismo tiempo, las personas alrededor parecían mirarnos, Hadd ya parecía nervioso con la situación, queriendo que anduviéramos más rápido. Mi respiración profunda vino sólo cuando entramos en el asiento trasero de Land Rover y finalmente pude retirar la gorra de mi cabeza y deshacerme de una de las dos camisetas largas que usaba.



Aquella experiencia acababa de cambiar toda mi vida.





Narrador POV

Karila Aistarabaw era una mujer muy convencida de sus decisiones, no había mucho que hacer cuando tomaba una decisión final. El día anterior por la noche, cuando se puso en contacto con Dayna para confirmar el trabajo, le pidió tener un tiempo para hablar con Normani Kordei, por lo que le conto sobre la invitación que Al Sisi hizo a su nombre, pidiendo una reunión amistosa en un lugar público para conversar sobre asuntos de interés ambiguo.

      

                Karila no era idiota y sabía bien que Al Sisi nunca tendría buenos sentimientos y asuntos para conversar con ella, pero quería ser parte de esa conversación, principalmente al saber que él parecía tan convencido de que ella era vulnerable después de perder a Normani.


A diferencia de Karila, Normani estaba muy temerosa que algo le sucediera a la princesa, dejó claro su punto de vista muy contrario a la de la poderosa mujer que hasta se rehusó al principio, pero ya había tomado su decisión. Y en aquella tarde salió escoltada con un poderoso esquema de seguridad cerrando algunas vías exclusivas con los corvettes negros para que el Rolls Royce ya conocido pasara a alta velocidad y seguridad. El centro de El Cairo no tenía en sí la mejor organización de automóviles, pero lo compensaron cuando el asunto era protegerla.



La protección era en vano, ella se estaba dirigiendo hacia su muerte.



Y como fue en la muerte de su marido, motivada sí por su pretexto al pensar que no podia ser alcanzada.



El Rolls Royce paró entre los tres corvettes próximos y ella esperó a todos los guardias de seguridad ocuparan su posición para salir escoltada del auto. Ella no tenía idea que necesitaría exactamente 8 minutos para que todo sucediera, en la mitad de eso ella pisó sobre sus tacones y subió con paso firme por las escaleras que la llevarían al restaurante de uno de los hoteles más lujosos de El Cairo, el movimiento era intenso, para ella aquello sonaba como el lugar público perfecto, ella sólo no podía entender qué ningún lugar público sería perfecto para ella estar.



Con calma se enderezo el hiyad, no vio nada más que gente común en ese lugar, no había ningun Ferraris en la puerta, autos de lujo en fila, tropas militares o incluso un único auto blindado más allá del suyo, esperando para una conversación. No vio al Sisi entrar en el restaurante.



El celular del guardia de seguridad sonó, la princesa miro por encima del hombro desconfiada al recibir todas las miradas del restaurante en sí. Se tragó su disgusto y caminó hacia su mesa asignada, sus ojos castaños sospechaban del entorno y un sexto sentido le hacía sentirse inquieta, lo único que le impidió volver al auto fue el vislumbre de la flota de lujo del actual presidente del país parando del otro lado de la calle, asegurándose de que entraría.



A ese punto ya habían pasado seis minutos antes del caos.



Engatillando el arma, la forma vestida de negro de los pies a la cabeza empujó el brazo izquierdo contra la puerta y vio el bulto de dos hombres corriendo por el estacionamiento lateral del lujoso hotel, acompañado de otra persona que vestía de la misma manera, tiró del hijab negro apretado contra su rostro y corrió frente a los hombres que corrían, golpeando uno de ellos contra el suelo con una fuerza absurda, seguido del movimiento de su compañero que no previó el disparo de uno de los hombres desesperados por huir.



El gemido bajo de dolor hizo que la forma de hijab mirara el brazo de mala gana, percibiendo la sangre que salía del disparo. Y tragando el dolor, o sea lo que le tocaba, apretó el blazer negro contra la herida y se puso a correr por el estacionamiento, empuñando el arma y pensando en cómo dispersar la mayor cantidad de personas del lugar en poco tiempo, hasta que la locura le hizo aumentar la carrera desesperada en busca de resultados empujando la puerta de la cocina, entrando en medio de las cocinas del restaurante, llevándose a uno de los empleados, corriendo y siendo seguida de cerca por su pareja.



Canción: All The Stars - Kendrick Lamar & SZA



Al entrar en el restaurante repleto de gente, su conflicto de dispersión se resolvió en segundos, apuntó el arma hacia arriba y descargó un cartucho entero en el techo, escuchando los gritos desesperados y el movimiento de los guardias de la princesa, despejando las mesas de su camino y corriendo hacia su propia protección como había pedido.

      

                La persona corrió hacia la princesa, y la movió de la silla, sin pedir permiso, sin decir  nada más que un:



- Soy yo, alteza... Rápido. - Su voz familiar hizo que Karila se sintiera tan confusa sobre lo que ocurría, ella aceptó el brazo alrededor de su cintura y corrió junto a las formas de negro y rostro cubierto, hacia el ascensor en la parte trasera del restaurante. El caos se apodero del lugar, todos salieron corriendo por las puertas del frente, inmediatamente la guardia del presidente abandono lugar, llevándolo sano y salvo lejos de alli. En medio de los gritos y los apretones apresurados, Normani liberó su rostro del hijab y suspiró al sentir el violento temblor que dio el ascensor al sentir la explosión afuera, hecha especialmente para la princesa de Egipto que miraba la situación completamente asqueada y asombrada.



La mujer voltio mirando a Karila, la mitad del restaurante acababa de ser volado esa noche, y la princesa sabía que escapó por poco.



Normani colocó el arma en su cintura y se quitó la chaqueta del brazo, apretando la muñeca contra el estómago y miro la sangre empapando su camisa. El hombre que acompañaba a Normani liberó su rostro, sus ojos especialmente preocupados por ella, se acercó sosteniendo su hombro para ayudarla.



- Mierda, te disparó en el estacionamiento. – Exclamó mirando a Normani negar, ella no quería hacer un gran escándalo, estaba más preocupada por la princesa, y era un hecho innegable. Había salido de Marruecos y siguió sus instintos protectores, lo hizo todo sin siquiera pensarlo y aquí estaban.



Karila no lo conocía, miraba la situación sin entender nada, ni siquiera el hecho de que Normani hubiera regresado tan peligrosamente a El Cairo de esa manera.



- No sé cuántos hombres son, necesitamos sacar a la alteza de aquí, pero no podemos sacarla sin un plan, los guardias ya están conscientes de la situación, otros asesinos podrían estar arriba y eso nos obliga a tener mucho cuidado. Normani habló rápidamente, colocándose nuevamente el blazer ensangrentado.



- ¿Quién es este hombre? ¿Quién es el responsable de esta situación? - Karila preguntó mirando de Normani al hombre a su lado. La mujer negra apretó la mandíbula por el dolor en el brazo, pero se mantuvo más fuerte que nada porque necesitaba protegerla.



- Al Sisi intentó matarte. Mato a quien se postuló como candidato a la presidencia como él, además de arrestar algunos cuando no consiguió matarlos, en este país eres querida por unos, odiada por otros, temida, ¿Qué cree que él ve en ti?
Obviamente no una amiga,  sí no alguien que amenaza su perfecto futuro gobierno. No tienes aliados aquí, sólo enemigos, y debes entender eso, Karila. Normani habló rápidamente, la punzada de frustración alcanzaba su piel por pensar que casi no llegaba a tiempo y Karila estaría muerta en el piso central, quemándose viva. Y la falta de formalidad dejaba muy claro que Normani hablaba seriamente.



El hombre estaba mirando a Normani con preocupación, pero ella se negaba a querer ser ayudada en ese momento. Luego con la mano sucia de sangre volvió a sacar el arma y las puertas estaban a punto de abrirse a una situación desafiante. Karila estaba en un edificio rodeado de un sin número de enemigos, sin saber lo quienes eran y cuántos eran, y necesitaba salir de allí lo más pronto posible, con sólo Normani y el misterioso hombre a su lado.



Normani respiró hondo, sabiendo que todo se volvería una locura cuando abriera su boca para revelar la situación. El hombre era alto, los labios carnosos y pelo corto rapado en un estilo militar, era amenazante y atractivo, y se parecía a los atributos físicos de Normani porque había en él un misterio que lo pondría todo fuera de órbita.



- Este es Akil, mi hermano, fue enviado por Hamid .- Normani habló seriamente, tratando de sacarle finalmente algún pensamiento racional a Karila, que al oír aquel nombre saliendo de los labios de la mujer, dio un paso adelante. Era la ignición perfecta para la furia y el cálculo característico de la princesa saliera a la superficie.



Los ojos castaños se enfocaron en él y ella se quitó el hijab de la cara, haciendo que él se inquietara antes la intimidante presencia en el pequeño cubículo. Cerro el ascensor con la palma de su mano enguantada y el mismo se detuvo al instante.



- Nadie va a salir de aquí hasta que sepa exactamente lo que está pasando.- Habló seriamente irritada, su postura antes defensiva ahora era autoritaria y erguida, dejando a un lado la tela del hijab, mirando con su rostro libre a ambos con una furia y confusión inusual.


Su confusión la tenía más enojada que antes.






NA: Antes de finalizar este capítulo quiero compartir con ustedes algunas imágenes referentes a la Ciudad de los muertos en El Cairo, no es un lugar ficticio creado por mí, existe y las situaciones de vida precarias son realmente reales incluso en la región. Es una necrópolis, de acuerdo con la prensa local viven allí más de 2 millones de personas, intenté al máximo mirar el sitio físico por los mapas del google, pero las cosas allí son tan restringidas que sólo hay fotos en los mapas de google allí dentro de las Mezquitas más concurridas y "Seguras" en que los turistas entran y tienen el coraje para tomar sus fotografías.

Son tumbas reales, con cuerpos enterrados allí dentro, mientras mucha gente vive sobre eso y para ellos ya se ha vuelto natural, lo que para nosotros suena como espeluznante. Si tienen curiosidad, conozcan más sobre eso, traten de ver imágenes en Internet, es algo realmente impresionante.

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