CAPITULO I
15 años después...
Lo que observaba a mi alrededor me parecía tan deprimente, cada día que pasaba las condiciones en las que se encontraban los reinos era peor, había escases de agua y con el frio aumentando los animales iban desapareciendo.
Los conflictos entre estaciones cada vez eran más frecuentes, y justo observaba uno escondida entre las sombras para no ser vista, supe reconocer a las estaciones que pertenecían por los colores que vestían.
- Nosotros necesitamos más esto, ustedes pueden sobrevivir a la helada que se avecina- exclamaban los de color naranja pertenecientes a la estación de otoño.
- ¡Claro!, se creen con el derecho de tomar todas las provisiones solo porque el rey padre es de su estación- reclamaban con cierto enojo en su voz los de invierno vestidos de azul.
-Dejen de discutir- comento uno de verde siendo de primavera - Encontraremos la manera de que nadie se quede sin ayuda-
No sería muy buena idea interferir, pero mientras me acercaba a ellos para detener la discusión que ya me tenía cansada, alguien me tomo de la cintura adentrándome en un callejón y acorralándome entre sus brazos contra la pared.
- ¿Se puede saber qué es lo que trata de hacer mi princesa? – comento con cierta arrogancia en su voz.
- ¿Ahora si soy tu princesa? –
- ¿Bueno se escucha bonito o prefieres mi pastelito? – se burla.
-Que gracioso amaneciste hoy Demian- le digo mientras lo alejo de mí.
Demian el medio hermano mayor de Aramis, la perfecta tentación del reino y yo, teníamos una relación se podría decir que de "puro coqueteo", solo era un juego entretenido para ambos; y a pesar de que fuera mi primer beso y no fuera el único entre nosotros, teníamos claro lo que sentíamos y no era algo más que un gran sentimiento de buenos amigos.
-Bueno ya hablando enserio, ¿qué era lo que pretendías hacer al acercarte al conflicto? – comento con un tono menos juguetón y más grave.
- ¡Pues detenerlo!, que más haría- suspire pesadamente -Esto de solo observar y no hacer nada me está comenzando a fastidiar-
-Sabes bien que, si el abuelo Dimitri se entera que saliste del castillo de nuevo, ahora si no dudara en encerrarte en un calabozo hasta el día de la coronación- dijo el enfatizando sobretodo en ese mencionado castigo, parecía de cierta manera que le preocupaba o eso daba a entender con sus palabras.
-Claro, pretendamos que lo que te preocupa es mi encierro y no el tuyo, que fuiste tú quien me ayudo a salir-
-Esos ojos manipuladoramente hermosos que tienes son muy poderosos- dice tomando mis mejillas y apretándolas.
-Mis ojos o los besos de la chica rubia de la perfumería a la que seguido entras- le digo apartando sus manos de mis mejillas.
- ¿Celosa? - pregunta mientras se ríe de mí y se sube a su caballo.
-Déjate de tonterías y regrésame al castillo antes de que alguien noté que me fui- le digo mientras me ayudaba a subir al caballo.----------------------------------------------------
Estando ya dentro de los pasillos del castillo, dirigiéndome con toda la cautela del mundo hacia mi alcoba, escucho el sonido de esas pisadas tan familiares que pertenecen a mi nana Jess, que me hacen correr despavorida al lado contrario del pasillo, pero justo en ese momento alcanzo escuchar la voz chillona de Aramis.
Me quedo quieta entrando en pánico sin saber qué hacer, si tirarme al suelo y hacerme la muerta así evitar el sermón del año que me espera o era mejor el fingir que todo el tiempo que pase desaparecida estaba ahí parada observando la extraña pintura que no sabía si alguien había vomitado en ella y estaba al revés o tenía una pésima visión para el arte.
Opte por la segunda y cuando ambas ya estaban a mi lado comente.
-Debo decir que el quien haya creado esta perfecta obra de arte, es un genio- dije mientras la observaba con cara de fascinación e interés.
- ¡Ashley! - me hablo Aramis con una cara de pocos amigos -Ese, es un dibujo que hiciste tu a los 3 años-
- ¿En serio? – le pregunto a mi nana sorprendida y ella asiente.
-Por eso digo es ¡perfecta! - recalco esta última palabra.
- ¿Dónde rayos estabas metida te perdiste la clase de...? - le corte la palabra antes que comenzara a bombardearme de preguntas.
- ¡No puede ser me perdí la clase de como tomar el tenedor! - la interrumpí fingiendo preocupación
-Esto no es un juego Ashley y lo sabes- comento ella con un tono más severo.
- Ya no discutan más niñas, no me gusta verlas así, mejor vayan a prepararse para la cena- nos encamina nana a nuestras habitaciones -Y no lleguen tarde por favor- dijo con un tono de suplicación en su voz.----------------------------------------------------
Ya en la cena nos encontrábamos todos los hijos de los anteriores reyes.
A mi lado derecho tenia a las hermanas Gisell y Odette Frost, de mi lado izquierdo a Aramis y Demian Ross, mientras que, en frente de mí, al otro extremo de la mesa se encontraba mi abuelo.
El ambiente era tan tenso e incómodo que todos estábamos con la mirada en nuestros platillos, hasta que el abuelo rompió el silencio hablando.
-Odette te estuve observando desde el ventanal de mis aposentos y debo reconocer que cada día eres aún mejor en el patinaje- comento sin una pizca de emoción.
-Muchas gracias abuelo Dimitri, es muy significativo para mí su reconocimiento- responde ella con una enorme sonrisa en el rostro.
- ¿Y tú? - volteo a verlo sabiendo que se refiere a mí.
-Mientras tus primas se encontraban en sus clases, ¿tú dónde estabas, porque no te vi en ninguna de las lecciones? – comento con un tono demandante.
-Cabalgando- dije calmadamente.
- ¡No mientas! - grito golpeando la mesa haciendo que todos diéramos un respingo y la situación en la mesa se incomodará aún más.
Durante mucho tiempo había tratado de ser su nieta ejemplar, pero me canse de eso, todo lo que intentaba estaba mal, caminar, respirar y hasta vivir, realmente no lo comprendía.
Sé que busca que tengamos la mejor educación y que seamos buenos gobernantes, pero no dejo de desear a un abuelo consentidor, que me llene de abrazos, nos cuente sus anécdotas frente a la fogata y podamos reír como locos observando el atardecer.
Pero mi abuelo no es así y no puedo hacer nada para cambiarlo.
Últimamente él no ha estado en sus mejores momentos, la edad le está cobrando factura y sabemos que no le queda mucho tiempo.
Por debajo de la mesa Demian entrelaza nuestras manos, lo observo y su rostro me dice "solo respira y no explotes".
Teniendo en cuenta el estado en el que se encontraba el abuelo era peligroso alterarlo, pero cada vez, me costaba trabajo quedarme callada.
-Volviste a salir del castillo después de que te lo prohibí- dijo con una expresión de furia en el rostro y elevando su voz cada vez más.Trague saliva. Tenía que tranquilizarme. Lo menos que quería ahora era ser víctima de un nuevo ataque de ira, así que, en un intento desesperado por recuperar la compostura, tomé una inhalación profunda y comencé a contar del uno al cien.
-Realmente me decepcionas, en vez de que te ocupes de tus deberes y pienses en tu futuro como próxima reina, te largas a desperdiciar el tiempo haciendo sabe que cosas que realmente no son importantes...- sus palabras me calaban cada vez más y las ganas de gritarle a la cara aumentaban.
96, 97, 98, solo sigue contando Ashley.
- ¡Estoy muy seguro de que tus padres estarían realmente decepcionados de ti! -
-Ash, No- dijo Gisell cuando me observó, mis ojos comenzaban a tornarse de un naranja brillante.
-Fue sin duda lamentable la muerte de tu hermano Nicklaus- comento con un tono de lastima.
No, por favor a él no lo metas, lo suplicaba en mi mente.
-Sin duda hubiera sido un rey ejemplar-
-Basta- susurre bastante conmocionada y con los ojos brillando en furia.
Tenía que calmarme, comenzaba a quemar la mano de Demian, aun así, el jamás la aparto de mi intentando ayudarme, pero era demasiado tarde la chispa ya se había encendido.
-Pero tú lo mataste-
Fue entonces cuando me fue imposible seguir conteniéndome y sin más, explote.
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¿Me crees?
FantasyYa sé lo que piensan, un amor prohibido, un mundo distopico, una tierra que ha caído en el caos. ¿pero cómo quedo tan fracturado este mundo? Eso sucedió cuando me convertí en reina y como por querer seguir mi corazón y no mi deber, yo inicié la dest...