Amor perdido...

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Río Grande, 7 de octubre de 2029, 4:12 PM

Por más que quiera evitar las compras simplemente no puedo. Siempre falta el papel

de baño, la comida enlatada o cualquier otra pequeñez, incluso si soy la única que

ocupa esas cosas. Se que es necesario si quiero vivir de forma estable, pero no

soporto perder dinero recientemente ganado con sudor y lágrimas solo para cubrir

mis necesidades. Si no fuera un ser vivo utilizaría ese dinero para mejorar la calidad

de la compañía y de las animaciones. Lo único realmente bueno que hemos hecho

en todos estos años es la película, por lo cual no puedo dejar de imaginar cómo sería

nuestro futuro si esta llegará a ser un éxito. Lamentablemente no podía imaginar

mucho ya que mi celular no dejaba de sonar. -Hello, estoy en el supermercado-

contesto un poco estresada por las compras sin querer a mi empleado más reciente.

-Siento oír eso, juro que no te quitaré mucho tiempo. ¿Sabes si Maddie terminó el

pedido? Le he mandado un mensaje esta mañana pero me dejo en visto…- El tono

preocupado que tenía Chris no me sorprendía, desde que entró al estudio ha estado

pasando más tiempo con Maddie y no porque trabajarán cerca, por lo cual era obvio

que este ha desarrollado unos sentimientos hacía ella. Así que su verdadera

pregunta es “¿Está bien?”, “¿La hice enojar?”. -Es probable que se encuentre cansada

por trabajar horas extra, no tienes porqué preocuparte tanto- contesté mientras

aguantaba una leve risa, pero mi sonrisa desvaneció al ver el mensaje de una clienta

que no había leído. Esta decía que no había recibido las grabaciones todavía y que

pensaba cancelar por hacerla esperar tanto. Así que llamé a Maddie para que me

explicará su ausencia pero no hubo respuesta alguna. Lo cual era raro ya que ella

suele contestar las llamadas incluso a altas horas de la noche. No sabía en donde

vivía por lo cual decidí preocuparme primero por el cliente ya que quería evitar a

toda costa una opinión negativa de la compañía. Le conté a Chris la situación y le

expliqué que iría primero al estudio porque era probable que Maddie no se hubiera

asegurado de haber hecho bien el envió. Por un momento me sorprendí al escuchar

que iría también pero me di cuenta que tampoco sabía en dónde vivía y solo pensé

“Le dirá que también ayudó en completar su trabajo”. Ridículo pero tierno, así que

acepte su compañía.

Después de hacer las compras fui al estudio y encontré a Chris esperándome para

entrar, entonces recordé que había dejado mis propias llaves en casa. Por suerte

tenía unas de repuesto que había escondido entre las raíces de una flor que cuidaba

a cada rato. -Raro escondite, al menos es mejor que una piedra falsa- dijo Chris con

admiración -Gracias, espero que cuides bien el secreto enamoradito- dije

refiriéndome a sus sentimientos por Maddie. Este se sonrojo y le di un divertido

empujón para que se moviera. Entramos sin encender las luces principales ya que

no queríamos que nadie pensará que estábamos abiertos. Incluso siendo una adulta

me seguía dando miedo la oscuridad por lo cual agradecí que Chris estuviera

conmigo en ese momento. Entramos al estudio musical con precaución para no

chocar con ningún instrumento, estaba demasiado oscuro esa zona así que le pedí a

Chris que buscará el interruptor de la luz mientras yo buscaba en la computadora de

Maddie las grabaciones. Solo pude encontrar dos grabaciones terminadas dentro de

una carpeta llamada “MP3.Rosa.Martinez”, claramente Maddie estaba grabando

para la mencionada clienta. Las luces se encendieron mientras le mandaba un

mensaje a la clienta para que no cancelará el pedido, pero me sobresalte por un grito

desgarrador que dió Chris desde donde se grababan las voces. -¿¡Qué pasa!?-

pregunte sin recibir respuesta así que corrí hacía donde él estaba y lo encontré

arrodillado frente a la entrada de grabación mirando fijamente hacía delante

mientras no paraba de soltar esos desgarradores gritos y lloriqueos rompe tímpanos

que me helaron la sangre. Cuando voltie mi corazón latió a mil por hora, tanto así

que escuché cada uno de mis latidos al ver la impactante escena que sólo provocó

más gritos desgarradores en la misma área. La computadora estaba encendida con la

grabadora todavía en marcha, el piso y el micrófono se encontraban totalmente

manchados de un líquido rojizo al igual que las paredes que con el mismo líquido

estaban escritas mil veces con la frase “¡Solo mió!” pero lo peor era quien estaba

sentado de ojos abiertos con la cabeza ensangrentada sobre el micrófono que

todavía grababa su silencio. ¡Maddie ya no existe!  

Éxito perdido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora