Temprano por la mañana del 8 de diciembre Genoveva, su nana y su criada junto con más sirvientas se dieron a la tarea de sacar las figurillas del nacimiento que su abuelo había obsequiado a su madre cuando ella apenas era una niña. A Genoveva le traía gratos recuerdos el decorar la casa, muchas de las veces simulaba que su madre a un vivía y que ponía el nacimiento en su compañía. La navidad era una de las épocas que más le gustaban a su madre, siempre la tenían feliz, ya casi no la podía recordar, eso la ponía muy triste, pero gracias a su nana y a las historias que siempre le contaba cuando era niña, la podía tener presente aunque no le gustara admitirlo frente a nadie. Cuando terminaron de decorar uno de los patios centrales de la hacienda con el nacimiento. Genoveva preparó uno de los platillos preferidos de su padre, pero él jamás se presentó a comer. Pasaron los días y Genoveva tomó la decisión de partir con Rosita, su nana y una cuadrilla de hombres, el veintitrés de diciembre en la madrugada a la casa que tenía su padre en la capital de la península de Ávalos, con la esperanza de encontrarlo ahí y poder hablar con él lo de su supuesta boda.
Llegaron por la tarde a una casa vacía solo ocupada por criados. Genoveva se sintió decepcionada, como sea todavía le quedaba tiempo para hablar con su padre.
A la mañana siguiente, recibió la visita de la señora Concepción y a su hija Edelmira, que al enterarse de que se encontraba en la casa era su deber ir a presentar sus respetos.
—Querida Genoveva, que gusto tenerte por la capital, desde que llegaste de ese colegio no se te había visto por aquí. Yo no sé cómo soportas estar tanto tiempo en esa hacienda, me queda claro que tu padre la acondicionó perfectamente para tu madre, pero no te sientes apartada y aburrida sin tener una vida en sociedad. Yo comentaba con Edelmira, pobre de Genoveva, con los años que tiene y todavía sin esposo, te hace falta una madre porque yo a tu edad ya tenía dos años de casada con un rico español.
—Bueno, señora Concepción, yo atribuyo que mi padre aún no se haya interesado en conseguirme marido ya que no necesita dinero ni una unión ventajosa. Posiblemente su familia se vio en la necesidad de hacer lo pertinente con usted para solucionar la situación, como lo hacen la mayoría de las familias de sociedad. ¿No cree?
A la señora Concepción se le borro la sonrisa del rostro, por el comentario mordaz de Genoveva y contestó contra atacando.
—Querida niña, piensas mal, la edad ideal para casar a una señorita de sociedad es a los quince años, por lo que en dos años más y ni los viejos te querrán, por más dinero que tu padre aporte para tu dote. Por otro lado venimos para extender la invitación del cura Don Juan Manuel de Villegas, espero verte en la misa de gallo en la Parroquia. En la mañana en la plaza cantará el coro de voces de niños, cantan precioso. La Jornada será por la tarde, en casa de Doña Josefa Ortiz.
Genoveva mordiendo se la lengua y con sonrisa hipócrita contestó.
—Señora Concepción, usted siempre preocupada por la vida de los demás, jamás despreciaría invitación tan caritativa y mucho menos viniendo de una mujer tan elegante y refinada como usted. Claro que nos veremos por ahí y quien sabe, quizás ocurra un milagro y consiga un esposo español y millonario que no le importe mi edad tan avanzada. Pero si no logro conseguirlo, quizás pueda entrar en un convento y siga el llamado de Dios.
La señora termino el chocolate caliente junto al pan que le ofrecía Genoveva.
—Bueno querida, nos retiramos y nos veremos en misa. —Se fue la señora y su hija con un sabor amargo en la boca ya que Genoveva, en su opinión era una muchachita mal educada que no se sabía controlar.
ESTÁS LEYENDO
Esclavo de Pasión y Odio
Historical FictionJoven del desierto esclavizado, siente atracción y odio por hija de hacendado la que esta prometida a su vecino pero se siente atraída por el esclavo. Advertencia: Este libro toca temas sensibles como el racismo, esclavitud y actos de violencia, son...