Mar.
¿Que se suponía debía hacer? Correr y dejarlo con una magnífica buena primera impresión de mi, (nótese el sarcasmo) o pedirle perdón unas cien veces hasta que le moleste y se vaya, o posiblemente dejar de pensar en que hacer y actuar como alguien normal que no esta frente a al chico con quien tiene un crush a casi tres pasos de distancia.
—¿Es tuya? —volvió a hablar con una sonrisa burlona.
Ok hora de reaccionar.
—Lo siento tanto —force mi voz para que esta no saliera en un susurro o temblando, ya no quería hacerme pasar más pena.— Yo, no estaba pasando por un gran día y la botella—pase mi mano por mi cabeza apenada—, bueno la botella pago mi enojo y salió volando de mis manos— hice un movimiento imitando como había salido volando.
—Tal parece que salve a tu botella de un terrible accidente— se acercó a mi con una leve sonrisa— ¿O tu botella me salvó a mi? —se toco la barbilla pensando—, no lo se, alguno de los dos debió salir salvado —se acercó un poco más.
No, no, no te acerques, no te acerques no lo hagas.
Cerré mis ojos por unos microsegundos y le di una leve sonrisa sin mostrar mis dientes.—De verdad, no quería pegarte, y menos a ti —abrí los ojos—, bueno digo, a ti y a los demás que vienen después de ti o antes de ti, ya sabes antes de el golpe —lo mire directo a los ojos (mala idea)—. Bueno en realidad pudo haber sido otra persona si hubiera lanzado la botella un poco antes o después de que pasaras.
Grande Mar, dejándote en vergüenza tu sola.
—Bueno, no se si me alegro ser yo el que recibió el golpe, o hubiese preferido que le tocará a la otra persona antes de mí —hizo el mismo gesto de pasar su mano por su cabello rizado y me sonrió—, digo no se si te moleste, pero ¿puedo tomar un poco de agua?
Señaló la botella cuya existencia había desaparecido para mí hace unos minutos y que ahora descansaba en su mano.
—Claro, te la puedes quedar si quieres —mire a los lados—en serio, perdoname por el golpe—sentí mis mejillas enrojecer.
—Tranquila, digo esa no me pego tan fuerte —abrió la tapa— imaginate que hubiese sido de un litro o más —y soltó una risa de su propio chiste para después posar sus labios en la botella y darle un trago.
Concéntrate, ten firme tus pensamientos, concentrada en tu misión qué es la lista.
Mierda. La lista.
—Tenía sed, ¿acaso tu no te mueres de calor con esa chaqueta? —frunció su ceño mirándome de arriba abajo— pareces qué estás en invierno en plena primavera.
—Bueno al menos la tengo en mi cintura—arrugó su nariz mientras daba otro trago— lo dice el que lleva una sudadera rosa y un pantalón de algodón —solté con más confianza.
Quien lo diría, Mar Heyneken entrando en confianza tan rápido, pero sería clara, me había molestado un poco que opinara sobre mi ropa, este día es raro y yo lo se.
—No te metas con mi sudadera rosa bebe —frunció el ceño—, es mi favorita no puede ser que no te guste— reprochó mientras daba otro trago de agua.
—Me gusta, pero ese color no es lo mío, me gusta más el negro, o lila—eso último lo dije en un susurro más para mí. Pase mis ojos por todo su cuerpo— te queda genial, pero con esta calor siento que tener una de esas en mi cuerpo de seguro moriría.
—Pues yo no lo hago—encogió sus hombros.
—¿Y porque opinaste de mi ropa y de una chaqueta qué de hecho ni puesta la tengo? — volvió a encoger sus hombros— Bueno, me tengo que ir— comencé a jugar con mis dedos nerviosa, de pronto mi mente volvió a saturarse de problemas y pendientes que tenia que hacer.
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El Chico De La Sudadera
RomanceCuando el Mar no encuentra calma en sus olas siempre buscará un navegante qué le cante para calmar su tormenta, y siempre habrá un navegante que encuentre en el sonido del Mar calma y amor