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El no dijo: Nos vemos luego o nos vemos mañana como solía decir, el vagamente dijo «Adios». Tenía la mirada perdida como cuando vez el horizonte hipnotizado por sus colores suaves como las nubes y su piel pálida como una hoja de papel.
Y ahí me di cuenta que fue el adiós más agonizando y triste que he escuchado nunca.
Y ahora estoy acá parada bajo la torrencial lluvia y frente a su lápida.

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