00 - Prólogo.

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Tenía la esperanza de que estuviéramos bien, o de que ella lo estaría.

Fue en un radiante y soleado verano cuando nos conocimos. Ella era una excelente violinista, de manos delgadas y esbeltas, con una melodiosa y rasposa voz que, sin excepción alguna, me seducía cada atardecer.

Cada noche tocaba para mí, frente al nostálgico mar que movía sus olas de un lado para otro, me hipnotizaba ver la espuma desbordarse entre el agua.

Era mi chica especial.

Y cuando ella ya no estaba a mí lado, llegó el otoño. El frío me ponía notablemente sensible, me hacía acordar que, el amor de mi vida, se había ido.

. . .

Dónde Paulina es una exelente violinista que ama el mar, ama sus olas, ama las mañana pero también la noche, la luna y un melancólico violín que lo llevaba a todos lados.

Dónde conoce a una chica de comportamiento rudo, que al conocerla quedaría hipnotizada con un ser tan puro como lo era ella, y aceptaría cambiar su grosera actitud para estar a su lado, en el único lugar que la hacía sentir segura.

Dónde el destino quiso jugar una mala broma, y dónde, finalmente, harían una promesa.






“Nueve. Nueve ciclos lunares.
Cuando la luna cambie,
entonces te veré aquí.
Y no importa como lo haga,
te voy a encontrar. Sé que estarás recostada sobre
la arena a mi lado, y está vez
será para siempre.”
















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