main course.

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"No es suficiente, necesito que me duerman."

Eran las 5 de la tarde y Vegetta se quejó desde la silla donde estaba sentado, las sienes de su cabeza retumbando con dolor. Roier se rió desde su posición en la encimera de la cocina, la laptop entre sus piernas.

"Vegettita, por favor, solo tienes un final más." El castaño se burló. "Además, ¿no tienes hasta dos días más para entregar?"

"Uno." Suspiró con cansancio. Era consciente de las ojeras que llevaba. "No puedo dormir tranquilo gracias al vecino y ni hablar de concentrarme."

"Uh, ¿tan mal?" Roier hizo una mueca de empatía a la que Vegetta respondió con una sonrisa incómoda. "No has considerado, no lo sé, ¿conversar con él para que le baje la intensidad?"

"Prefiero morir antes que hablarle al vecino y quejarme de la cantidad de sexo que tiene. ¿Lo has visto, acaso?"

"Uff, ¿cómo no? Si esta buenísimo." Roier movió sus cejas de arriba para abajo en un gesto sugerente. "Si no fuera porque soy papa comprometida, no dudaría en—"

"Eu, no quiero ni necesito más información, gracias." A pesar de su negativa de escuchar a Roier alabar a su vecino, Foolish, y su sexy belleza, coincidía completamente en todo lo que el castaño decía.

Las pocas veces que lograba hablar con Foolish en su inglés entrecortado, le era imposible verlo a los ojos sin sonrojarse levemente. Se sentía intimidado ante lo guapo que era, y si fuera una persona con menos vergüenza, tal vez se le hubiera ofrecido para pasar una noche pasional.

No solo era las facciones y el cuerpazo que Foolish poseía, pero también la personalidad tan amable y encantadora que lo hacía sentirse atraído hacia él, siempre haciendo uso del poco español que había aprendido para comunicarse con Vegetta cuando se encontraban en el pasillo o la entrada del edificio donde vivían o la risa tan linda que tenía, y como sus ojos verdes se entrecortaban cada vez que sonreía—

Lástima que nunca se sentiría atraído por Vegetta, especialmente porque casi todas las noches, escuchaba como Foolish y sus amantes sonaban durante la intimidad.

La primera vez que escucho tales ruidos, no pudo evitar pero quedarse en shock, para luego sonrojarse completamente y taparse los oídos con la almohada.

Pensó que se trataba de un accidente, algo que seguro no volvería a pasar, solo para que esta ilusión se le sea destrozada cuando a los días, los ruidos y gemidos volvieron, y no le quedó más remedio que soportar.

Porque Vegetta preferiría que se lo tragara la tierra y perder horas de sueño a admitirle a Foolish que lo podía escuchar.

Vegetta bajo la mirada a la laptop sobre la mesa de la cocina, las letras moviéndose ligeramente y volviéndose más borrosas. "Mierda, realmente necesito dormir."

"Quien te manda a tomar un curso de filosofía estudiando arquitectura, ¿eh?" Roier bajo en un salto de la encimera, maldiciendo por lo bajo cuando su laptop casi se estrella en el suelo. "Date una siesta, cabrón. Luego terminas esa mamada."

"No, lo acabo antes de la noche." Agarró la taza de café de la mesa y la tomó en una sola, tragándose el disgusto al notar que este se había enfriado. "No me falta mucho, un par de conclusiones sacadas de quien sabe donde y fin."

"Bueno, pero después te echas a dormir." Roier terminó de guardar sus cosas en la mochila que había traído consigo para acompañar a Vegetta mientras los dos acababan con su finales. "¡Me voy, baby!" Le dió un beso volado y se fue, cerrando la puerta de un porrón que lo despertó.

Pasó las siguientes horas procrastinando, intentando terminar el bendito ensayo sobre Kant y su filosofía, preguntándose si realmente necesitaba aprobar el curso, para luego distraerse contestando los mensajes e idioteces de sus amigos, repitiendo el ciclo hasta que acabó.

¡Déjame dormir! [Fooligetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora