cuatro

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Tenían la noche entera para poder decidirse si sí o no, aunque era obvio que ambos habían deseado tener ese roce

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Tenían la noche entera para poder decidirse si sí o no, aunque era obvio que ambos habían deseado tener ese roce.

Anteriormente los chicos cada que terminaban de ensayar algo o de ir algún lugar para grabación, Hyunjin tenía la costumbre de sentarse en los muslos rellenos de Minho. ¿Por qué? se sentían suaves y duros al mismo tiempo, pero lo que más le gustaba de eso, era sentirse protegido por el mayor cuando este se adueñaba de su cintura inconscientemente.

Se sentía cautivado y pequeño, aunque él fuera más alto, Minho era el único que lo podía poner de esa forma sumisa, por eso, nunca le decía que no, siempre accedía a todo lo que su hyung le pidiera y lo que está pasando ahora es un claro ejemplo.

El pelinegro intercambió lugar con el ajeno, ahora Hyunjin pegaba su espalda contra el colchón mientras que los brazos del más fuerte se detenían a los costados de su rostro, apresandolo de alguna manera.

Hyunjin logró ver el abdomen plano del chico gracias a que portaba una camisa bastante holgada para su gusto, sonrió y mordió sus labios generando un pequeño jadeo de antojo; el sonido llamó la atención del mayor y recibió una sonrisa atrevida.

Las mejillas del menor se ruborizaron al instante, tanto que tomó una almohada y cubrió su rostro apenado. El pelinegro soltó una pequeña carcajada y llevó sus labios a la piel del chiquillo la cuál había quedado descubierta luego de que este ladeara su rostro, besaba el cuello ajeno con esmero y profundidad.

Lee tomó posesión del cuerpecito, sosteniendo con una mano la cintura y con la otra acariciaba el suave estómago del peliazul y en cuánto ocurrió, prohibió a Hyunjin interrumpirle sin importarle las cosquillas que generaba en él.

El menor solo bufó para seguir mordiendo sus labios al no querer estallar de risas o algo parecido, no veía nada, pero sentía y escuchaba cada movimiento que Minho hacía encima del colchón.

El mencionado antes, corrió sus dedos hasta los pezones ya estremecidos del pequeño y los apretó con devoción. El peliazul sentía el calor encerrarse entre su cara y la almohada por lo que se decidió a botarla para respirar mejor. Su rostro estaba rojizo luciendo realmente tierno ante los ojos gatunos del mayor.

—Minho hyung... — Gimió moviendo su cintura de izquierda a derecha.

—Voy. — Comentó y besó los labios acolchados de Hwang, sabían tan ricos que podía pasar su vida entera sin despegarse de ahí. Mordió con suavidad el inferior del chiquillo haciéndolo lloriquear de excitación, pasó por último su lengua en éste y continúo bajando los pantalones que Hyunjin vestía con  delicadeza, no quería hacerlo sentir incómodo o parecido. —Quiero que estés seguro al estar conmigo. ¿No lo estás dudando? puedo parar si es lo qu—

Hwang Hyunjin rápidamente tomó impulso y abrazó a Minho llenandole el cuello de besos húmedos, suspiros y sonrisas. Al separarse negó. —Estoy seguro de estar contigo, hyung. Completamente seguro. —

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