único

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—Olvídalo, amigo, no volveré con él—dijo muy seguro de sus palabras—Es una promesa.

—Engañate a ti mismo, idiota, porque a mí no me engañas—suspiró el menor mientras calaba de su cigarrillo—Todos sabemos que por más que lo "intenten"—hizo énfasis en lo último—, siempre vuelven a estar juntos.

—¡Lo juro! Carajo, ¿por qué nadie me cree?

—Hey, amigo, no te culpo—trato de calmar al pelinegro—Sí yo tuviera un ex tan caliente como el tuyo, también regresaría con él a cada rato solo para cogerlo.

—Vete a la mierda, Changbin—contestó alzandole el dedo del medio.—Jeongin no sólo tiene un hermoso cuerpo, todo en él es hermoso, ¿Sí?—el mayor dijo molesto, no le gustaba que hablaran así de su ex novio—Y para que sepas, yo no volvía con él solo para coger. Él es especial.

—Dios, Minho estas jodidamente enamorado—se burlo el menor—Sinceramente no entiendo porque se separan, de lejos se nota que los dos se aman.

—Es complicado,—contestó sin ganas el pelinegro agarrando otra cerveza.—a veces el amor no es suficiente.

—Amigo, solo...—Changbin no pudo seguir aconsejando al mayor pues el teléfono del mencionado empezó a sonar.

Minho vió la pantalla de su celular leyendo el nombre de la persona que lo llamaba, casi ahogándose al notar que se trataba de quien era el centro de la conversación entre su amigo y él.—Mierda, es Jeongin.

—No le respondas, a ver si es cierto que ya no quieres saber de él—le desafío el azabache con una sonrisa de oreja a oreja.

El mayor lo pensó y acepto, pero la tentación de saber sobre su menor le era más fuerte.—Pero puede ser algo importante, ¿qué tal si le paso algo o necesita ayuda?

—Claro, ayuda para que le bajen lo caliente—susurró Changbin.

Minho ya sin hacerle caso a su amigo, le contesto la llamada al rubio, inmediatamente saludandolo.

—Hey, Jeong, ¿qué pasa?

Al lado de la otra línea se escuchaban pequeño jadeos que el pelinegro inmediatamente reconoció, eran de su chico.

Mierda.

—H-honnie, ven a mi departamento, por fa-vor.

Jeongin no necesito decir más para que el mayor le hiciera caso a su petición y colgara la llamada.

—Lo siento, Bin, tengo que irme.—habló agarrando sus cosas para luego salir de la casa de Seo.

—Ni una hora pudo mantener su palabra.—se burló el azabache.

                                          .☆.

Llego tan rápido como pudo al departamento que conocía tan bien, como si fuera el suyo propio. Estaba algo nervioso, sabía que si entraba ahí sería volver a caer en su más grande perdición. Se había prometido que ya no caería de nuevo, pero ahí estaba una vez más.

Era salir de ese dulce vicio o mandar todo a la mierda solo para poder probar esos labios color carmesí que lo volvían totalmente loco.

Definitivamente escogería mil veces lo segundo, le importaba muy poco lo que pasaría después de estar con el menor, mientras estén juntos en ese momento nada más existía.

Con nerviosismo metió la llave en la cerradura del departamento, no razonaba cuan mal era que aun tuviera una copia de esas llaves, tampoco le importaba. En cuanto la puerta se abrió unos labios qué conocía tan bien lo atacaron sin piedad.

—Llegaste, Honnie.—dijo el menor con un tono meloso, las manos de éste se dirigieron al cuello del contrario evitando que el mayor se alejara completamente de él.

Minho no pudo evitar que sus propias manos se fueran hacia la cintura del rubio, era como un reflejo hacerlo, tampoco evitó que su mirada lo comiera vivo. Jeongin traía puesto la lencería qué le había comprado no hace mucho tiempo, unas semanas tal vez.

Y juró que lo intento, de verdad intento no caer de nuevo, pero ahí estaba besando a Jeongin como si fuera el oxígeno qué necesitaba para seguir viviendo. Y obviamente, hicieron el amor una y otra vez esa misma noche.

Minho perdió la noción del tiempo, ya solo estaban acostados en la cama del menor; el rubio trazaba líneas imaginarias en el pecho del mayor, mientras que este último fumaba un cigarrillo.

—Jeongin esto tiene que parar ya.—soltó con amargura apagando lo poco que quedaba de aquel cigarro—Ya no quiero que me vuelvas a llamar ni a buscar, déjame en paz.

—¿Uhm?—el menor lo miro con burla—Amor, yo no te he obligado a esto, eres tú él que sigue aquí.—acercó su rostro al contrarío, pero dejando una distancia qué ponía nervioso a Minho—Tú puedes irte cuando quieras.

El pelinegro bufó molesto apartando el cuerpo menor de él, agarró su ropa vistiéndose rápidamente y salió de ahí, estar con Yang lo ahogaba, tanto de mala y buena forma.

Jeongin rió, simplemente se hundió de nuevo en sus sábanas buscando quedarse dormido. Ya sabía que Minho volvería a él, como siempre.

  ⋆ ࣪.    𝖻𝖺𝖼𝗄 𝗍𝗈 𝗒𝗈𝗎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora