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Moriríamos. Definitivamente lo haríamos. 16 y 18 años, virgenes —creo— y en total desconocimiento de la vida en general. Por algo moriremos tan jovenes, por que somos idiotas, por lo menos yo lo soy.

—Laurent...— Habló confundida. Sentí mi respiración pesada.

—No espere encontrarte aquí...— Habló desde su lugar. —Y menos acompañada.— Inquirió hacia mi, sonriente.

Sentí las palabras subir por mi garganta, pero de ahí no salieron. ¡¿Por que diablos no salían?!. No debimos entrar, ¡pero por supuesto que no debimos entrar!. Debí hacer caso a ese raro presentimiento que tenía.

—Fui a visitar a los Cullen pero...— Comenzó, al momento que empezó a caminar en curva hacia nosotras. Me tensé aún más. —La casa está vacía.

Quise regresar la vista a mi hermana, esperando ver su reacción ante la mención de la familia de su novio que seguro no le sentaría bien, pero el intento de acercamiento de el hombre hacia nosotras ganó por mucho en cuestiones de tener mi atención.

—Me sorprende que te hayan dejado aquí, ¿no eres una especie de... mascota para ellos?— Preguntó, un poco divertido. Mi vista viajó fugazmente a la chica a mi lado.

—Sí, a-algo así.— Afirmó.

Si está fuera una situación normal, hubiera golpeado al hombre por llamar mascota a mi hermana, y a ella por aceptarlo sin reproche alguno, pero dios sabía que esto no era ni por asomo normal.

—¿Te visitan a menudo?— Preguntó con sorna.

Tomé la mano de mi hermana con temor, teníamos que correr, aunque eso no ayudaría para nada.

Pude ver de reojo como la cabeza de mi hermana giraba un poco, casi imperceptible, pero ahí estaba. Ahora miraba al la izquierda del hombre de tez morena. Al poco tiempo ahogó una exclamación.

—Definitivamente, todo el tiempo.— Dijo tan rápido como pudo.

—Bella...— Logré articular en un susurro.

—Les diré que viniste a verlos.— Aseguró con una sonrisa, ignorándome por completo. — Pero tal vez no debería... decirle... a Edward.— Vaciló un poco.

La vista de Laurent se posó en mi fugazmente, ocasionando que bajara la vista al instante. Regresó la mirada a Bella. Me quería ir. Dios mío, ilumíname o elimíname, pero termina ya con esta tortura.

—El es muy protector.— Habló de nuevo la chica.

—Pero esta... muy lejos, ¿no es cierto?— Preguntó, mientras se acercaba más a nosotras.

Bella dio un pequeño paso hacia atrás, yo me tensé al instante en el que percibí claramente a Bella asustada.

—¿Por que estás aquí?— Preguntó asustada.

—Bella, vámonos ya.— Hablé fuerte.

La mirada de ambos se posó rápidamente en mí, sintiéndome por una parte amenazada, y por la otra aliviada. Bella se había dignado a mirarme después de mucho tiempo ahí.

—¿Tan pronto? No lo creo, vine aquí para hacerle un favor a Victoria.

—¿Victoria?— Habló espantada.

Para ese momento yo ya estaba preparándome para correr, si es que eso nos salvaría por lo menos durante unos pocos segundos de el, pero no del todo. No, íbamos a morir ahí. Bien hecho, Bellas.

—Me pidió que averiguara si seguías bajo la protección de los Cullen.— Explicó. —Victoria siente que es justo matar a la pareja de Edward,— Se me heló la sangre. —ya que el mato a la de ella.

➵ 𝙎𝙣𝙤𝙬 𝙊𝙣 𝙏𝙝𝙚 𝘽𝙚𝙖𝙘𝙝 「𝘑𝘢𝘤𝘰𝘣 𝘉𝘭𝘢𝘤𝘬」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora