10. Mi amor por tí

523 45 1
                                    

Se dirigieron hacia tu caballo, subieron y empezaron a cabalgar. Katsuki continuaba en el suelo desmayado y ensangrentado, no querías dejarlo, pero harías cualquier cosa para que viviera, aunque eso significará que te fueras de su vida.

-No te preocupes preciosa, prometí que lo dejaría vivo- Dijo.
Te negabas a dirigirle la palabra.
-Tarde o temprano tendrás que hablarme, sobre todo en el sexo- Dijo.
-Eres asqueroso- Te quejaste.
-Pero te va a gustar , una pena que el no te haya hecho su mujer- Respondió.
-¿Solo piensas en eso?- Preguntaste con asco.
-Soy un hombre simple, sexo, mujeres y riquezas- Respondió alardeando.
-Piensas como un animal- Respondiste.
-Guarda silencio guapa, podrás decirme todo en que empezamos a coger- Dijo.

Sentías mucho asco, el de que ese hombre te llegara a tocar, y ni hablemos de que el tomara tu honor, era verdaderamente repulsivo, vomitivo. Cabalgaron por unas horas, hasta que oscureció demasiado, decidieron parar y acampar. Bajaron, amarraron el caballo a un árbol y encendieron una fogata.

-¿Sabes cocinar?- Preguntó.
-Si- Respondiste desanimada.
-Que bueno, porque tengo hambre- Dijo.
-¿Y de dónde carajo piensas que sacaré comida?- Preguntaste enojada.
-Tranquila preciosa, era una broma, pero cuando lleguemos a mi reino me cocinarás- Respondió divertido.
-Voy al baño- Dijiste y te adentraste al bosque.

Regresaste de tus necesidades para encontrarte con Erick masturbándose.

-¿Quieres unirte guapa?- Preguntó entre jadeos.
-Eres asqueroso- Respondiste y te tiraste al suelo para intentar dormir.
-¿Puedes voltearte?- Preguntó.
-No- Respondiste.
-Hazlo, o me complaceré contigo- Dijo.
-Maldito degenerado- Respondiste y te volteaste.

Después del incidente, amaneció y siguieron cabalgando hacia el reino de Erick. En el camino no paraba de contarte sus deseos, fantasías y fetiches sexuales.

Llegaron a su reino, una muchedumbre de gente llegaba para recibirlos, entusiasmados y eufóricos gritaban mientras arrojaban flores hacia ustedes. ¿Qué clase de mentira les habrá dicho para tener este recibimiento? La gente gritaba de felicidad, te decían que eras muy afortunada, la gente luchaba para  poder darles regalos, trataron de seguirlos hasta al castillo pero los guardias los detuvieron.

-¿Qué clase de mentira les has dicho?- Preguntaste molesta.
-Son gente idiota, tan simple con decirles que estabas en peligro e iría a rescatarte- Respondió.
-¿No te importa tu pueblo?- Preguntaste.
-No, no me sirve de nada podría tener mil habitantes o solo uno, y no me perjudicaría, no es algo que me quite el sueño preciosa- Respondió descaradamente.
-Serás un rey horrible- Te quejaste.
-Te recuerdo que serás mi reyna- Respondió.
-Podré casarme contigo, pero nunca estaré a tu servicio- Respondiste.
-Como digas- Dijo.

Se dirigieron al establo para poder dejar al caballo, regresaron dentro del palacio.

-Cocíname algo mujer- Te ordenó.
-¿Qué quieres qué cocine?- Decidiste dejar de reclamar.
-Hasta que entiendes tu lugar- Dijo animado - Lo que sea, consigue unos hierbajos con sabor, pediré que sacrifiquen un carnero- Contestó.
-Bien- Respondiste.
-Y después de que coma, te haré mi mujer- Dijo riéndose.

Solo asentiste con la cabeza, resistirte o pelear solo empeoraría las cosas, solo querías llorar por no poder estar junto a Katsuki, te alejaste de él para poder salvarlo y protegerlo, pero te dolía en el alma no estar con él.

Saliste del castillo para poder recolectar algunas plantas, un guardia te amenazó con irte a buscar si no regresaras en cinco minutos. Reconociste la mayoría de plantas,  recolectaste las que no conocías y te percataste de un pequeño arbusto, al acercarte te diste cuenta que era de una planta sumamente venenosa, tu madre te lo había enseñando, por nada del mundo podías comerlas.

Algunas plantas ligeramente venenosas eran comestibles, pero esa en especial, era mortal, te surgió la idea de dársela en la comida, el único problema era que al cortarlas liberan un olor muy fuerte y muy perceptible al cocinarlas, era cuestión de probar suerte.

El guardia llegó corriendo hacia donde estabas, empezó a gritarte, rápidamente agarraste un puñado de las plantas del arbusto y regresaste junto con el guardia al palacio.

Te dirigiste en la cocina y tal como indicó, estaba el ternero en la cocina, empezaste a cocinarlo, separarte una pequeña porción y agregaste las plantas del arbusto, fuiste a buscar a Edwin y te pidió le llevaras la comida a su cuarto.

-Aquí está- Dijiste irritada.
-Que bueno que te apuras- Contestó, se acercó el plato hacía la boca -Huele fuerte- Replicó.
-Si, es un platillo especial de mi pueblo- Argumentaste algo nerviosa.
-Entonces ¿Qué te parece si te sirves un plato y comes conmigo?- Demandó.

Tal y como te imaginaste, te pidió comer con él, por lo cual habías separado su parte para envenenarla, te serviste un pedazo y regresaste.

-Listo- Dijiste.
-Bien, come- Contestó.

Terminaron de comer, trataste de mantenerte en calma para que no sospechara.

-Ahora, desvístete- Ordenó.
-¿N-no prefieres esperar a que asiente la comida?- Preguntaste angustiada.
-Tienes razón, llévate los platos y te desvistes- Contestó.

Recogiste los platos, esa mierda de veneno tendría que actuar rápido, no podrías aceptar que el tomará tu honor, ibas regresando al cuarto, tus latidos se aceleraban y estabas al borde de las lágrimas.

-Si que eres lenta, desvístete- Reclamó.
-Si- Respondiste para empezar a quitarte la ropa lentamente.
-Pero rápido- Se quejó.
-Lo siento- Dijiste para terminar de desvestirte.
-Ahora ven- Ordenó.

Fuiste hacia él y te jaló para que estuvieras encima de él, comenzaba a tocarte y acariciar tu cuerpo, luchabas para no llorar.  Notaste que Edward empezaba a verse mal, el veneno empezaba a hacer efecto, poco a poco perdía fuerza hasta que te soltó y quedó inconsciente, te aseguraste que hubiera muerto y bajaste de la cama.

Las lágrimas se empezaron a desbordar por tus ojos, aunque ya había pasado el peligro, aún tenías miedo y asco de ti misma, te quedaste un rato llorando para después vestirte. Saliste del cuarto y buscaste la salida, un guardia te detuvo y preguntó para qué querías salir, le dijiste que Edward te había mandado a recolectar unas hierbas para la comida.

Se abstuvo de creerte,  así que accedió dejarte salir acompañada de él, caminaron un rato por el bosque, hasta que preguntó si recolectarías algo, necesitabas librarte de él, con tu poder lograste inmovilizarlo con las plantas de alrededor, le arrebataste su espada y lo mataste.

Trataste de regresar por el camino que habían llegado, pero estabas desorientada, solo lograste adentrarte más al bosque, al seguir caminando notaste un orco pero él había notado tu presencia antes.

Rápidamente se acercó a ti, amenazando con llevarte con su líder o matarte, sabias que correr no era opción, salías de un problema para entrar en otro, de repente una espada atravesó la cabeza del orco y calló junto a ti.

-¿Ahora quién es mejor? ¿Eh?- Gritó Bakugou.
-¡¿Qué haces aquí?!- Preguntaste exaltada.
-Rescatándote pedazo de idiota- Respondió.
-Pero ¿No estabas herido?- Preguntaste preocupada.
-Cállate y vámonos ya- Reclamó y empezó a jalarte del brazo.

Fueron hacia su caballo y subieron, empezaron a cabalgar hasta que Bakugou se desmayó y calló al suelo, detuviste el caballo y bajaste a verlo, sus heridas eran mucho peores de lo que creías, lograste subirlo al caballo y amarrarlo para que no se cayera, notaste que tenía un mapa, así que rápidamente empezaste a cabalgar.

Mi unico Príncipe//Bakugou y Tu//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora