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Aviso; muerte de personaje, suicidio.





No hay un sentimiento más hermoso que el amor, dichosa es la persona que tenga la oportunidad de sentirlo en algún momento de su vida. Solo la felicidad de ser amado por esa persona especial puede ser comparado a ese sentimiento.

Una persona tan desafortunada como Hua Cheng, que desde que nació experimentó de primera mano lo que era ser pisoteado, escupido y rechazado; se convenció por completo de que el amor no existía. No para él.

Eso pensó hasta que conoció a esa persona. Lo más afortunado que sucedió en su vacía vida. Ese gege gentil que le tendió una mano sin esperar nada a cambio, quien le permitió sentir el calor entrelazarse entre sus dedos. En ningún momento dudo de que todas las cosas malas por las que pasó podrían ser borradas al ver esa sonrisa tímida.

Antes de él sentía como si toda su vida hubiera estado sin rumbo por un sendero eterno. Todos los paisajes eran iguales, las personas iban y venían con caras difusas y palabras vacías. Era como una carrera sin distancia definida, por más que corriera nunca llegaría a la meta. Hasta que un día decidió detenerse sin razón aparente. Bastó ese momento, para fijarse en una solitaria flor.

No era una flor colorida, poco llamativa en todos los sentidos. Era tan simple y vulnerable que cualquiera de esas personas ansiosas por recorrer su camino podrían pisotearla sin escatimarle una mirada, pero Hua Cheng fue diferente, de repente dudo de él camino que seguía, comprendió que prefería quedarse en esa esquina, al lado del sendero protegiendo esa flor, que seguir el camino a un lugar desconocido.

Prefería pasar el resto de sus días con Xie Lian, quien le había dado significado a su vida. Él era esa flor blanca a la que tenía que proteger sin importar que.

Aun así, no fue capaz de proteger lo único que le importaba en el mundo.

Tuvo que ver como esa flor que atesoro durante tanto tiempo, se marchitaba sin poder hacer nada para detenerlo. Sintió la calidez escaparse de entre sus brazos, como si una brizna de viento helado se llevara esos pétalos de flor que hacían parte de su corazón.

En ese accidente automovilístico, lo único que pudo hacer fue sostener el cuerpo de su amante mientras se desangraba, ver cómo su sangre pasaba de un intenso rojo a un opaco tono grisáceo, y escucharle decir sus últimas palabras; no duele, estoy bien.

Desde ese día, lo único para lo que Hua Cheng tenía fuerzas era para suspirar.

Esa pequeña casa, donde solían ir para escapar de sus responsabilidades, y decidían pasar sus días leyendo y practicando caligrafía, repentinamente era un lugar gélido.

Hua Cheng siempre había sido una persona de sangre caliente. Cuando era un niño pasando hambre en las calles, no había nada peor que una noche fría sin cobijas que lo cubrieran. Siendo un adolescente abandonado en un orfanato, aprendió como se sentía la frialdad de la gente, y lo doloroso que era. Cuando una herida se enfriaba dolía más, cuando no había nadie que la curará sufriría más; desde joven comprendió eso, desde joven le tuvo miedo al frío.

En su adultez se aseguró de que nada le faltara otra vez, trabajó, se esforzó, ascendió. Siempre hizo todo lo que se propuso, aun asi no conseguía esa calidez que tanto añoraba.

Pensó que si era el mejor en todo lo que hacía sería querido por las personas, tendría un hogar, sería envuelto en cálidos abrazos y dulces sonrisas, pero estaba equivocado. Lo único que recibió fueron miradas frívolas llenas de deseo. Aún así, nadie lo quería por quien era, seguía sin importarle a nadie; esas cómodas cobijas que lo cubrían del frío seguían estando heladas, sentía cada vez más como su corazón se congelaba.

Amor Carmesí; hualian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora