Capítulo único

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La alarma no dejaba de sonar, el celular vibraba en la mesa de noche haciendo un ruido molesto en la habitación que rápidamente se empezaría a colar en las habitaciones vecinas, ya que las paredes de la casa eran muy finas. No quería destaparme para frenar el incesante ruido que cada vez se hacía más y más fuerte, eran las seis en punto de la mañana y las frías corrientes invernales empezaban a colarse por las sábanas, dejándome sin más opciones que empezar mi día, y para comenzar la rutina el primer paso era apagar el detestable despertador. Me destapé completamente dejando que el frío se posara en mi cuerpo, el calor de la cama era muy tentador pero tenía responsabilidades que no podría dejar de lado ni aunque lo deseara con toda el alma.

Me levanté de la cama descalzo, olvidando que el piso de madera crujía si era pisado sin cuidado. Levanté la vista al escritorio junto a mi armario, sobre la silla posaba la ropa que usaría hoy perfectamente doblada y planchada con anterioridad, mientras que en la mesa se encontraba el bolso con todos los materiales que utilizaría a lo largo del día. Ya cambiado decidí despertar a mis niñas, aunque para mi no sorpresa, ya estaban de pie y vestidas terminando de peinar sus lacios cabellos.

¿Necesitan ayuda con el peine?- Pregunté mientras me acercaba a ellas

No gracias geto, enseguida vamos- Respondió Nanako

Asentí con la cabeza y me dirigí a la cocina, para empezar a preparar el desayuno: que consistía en dos tostadas y un vaso de jugo de naranja. Mientras exprimia las naranjas pude escuchar como las chicas ponían la vajilla sobre la mesa, para después tomar asiento; cuando empecé a servir el jugo y las tostadas no podía evitar pensar que hay veces en las que olvido que Shoko vive con nosotros, ya que la mesa de cuatro siempre está ocupada por tres personas. Después de dejar los platos y vasos en el fregadero, nos dispusimos a salir de la casa. Íbamos caminando a la escuela, ya que quedaba relativamente cerca de nuestro hogar.
A mitad de camino nos encontramos a Larue en una esquina, y aunque él niegue esperarnos, yo sé que todos los días lo hace para acompañarnos.

Una vez que vimos como las niñas entraron en el edificio, empezamos a dirigirnos a la estación de tren en la cuál tomaríamos direcciones diferentes, él hacía su trabajo y yo a la universidad.


- - -

Al caminar por los pasillos buscando el aula que le correspondía en la primer hora se encontró con su enérgico amigo peliblanco, previendo como le generaría dolor de cabeza más adelante.

- Hola Suguru, ¿cómo estuvo el viaje?- preguntó cortésmente, desconcertando al nombrado.

¿Por qué está siendo agradable?
No es como si no fuera placentero estar a su lado, pero si es verdad que esperaba algún grito.

- Bastante tranquilo, por suerte no había demasiada gente - respondió calmado

- Me alegro, sé cuánto detestas viajar junto a multitudes - dijo bromeando un poco al final

- ¿A quién no le molestaría? - contestó juguetón

Seguro que a él no.

Su alarma comenzó a sonar, indicando el inicio de su clase. El peliblanco parecía querer decirle algo, pero simplemente agachó la cabeza, haciendo que el pelinegro automáticamente comenzara a cuestionar si algo le habría pasado al ojiazul. 

Chequeando su reloj se dio cuenta que llegaría tarde, lamentando no poder seguir conversando con su gran amigo para descubrir que lo estaba molestando. 

Y con ese último pensamiento se despidió de su desordenado amigo para entrar a su salón, pensando en si Gojo le hablaría más tarde o no .

- - -

Esa noche se encontraba solo en la casa. Las gemelas estaban en una pijamada y Shoko le había avisado con anterioridad que no regresaría hasta el día siguiente, por lo que el sonido del timbre lo descolocó en cierto modo.

Seguro Ieiri olvidó sus llaves.

Fue su primer pensamiento mientras pausaba la película que estaba mirando y se levantaba lentamente de la comodidad brindada por el sofá. Se acercó a la puerta y al ver quién se encontraba detrás se sorprendió, pero una parte de su pecho se sintió cálida por más que no lo admitiera.

- Perdón molestarte tan tarde, ¿es un mal momento? - Preguntó apenado mientras pasaba una mano por detrás de su cuello

- No te preocupes, estaba mirando una película - Respondió metiendo las manos en sus bolsillos

- No quería perturbar un momento en familia, lamento haber tocado, volveré más tarde -

- Estoy solo, las chicas no están -

Silencio, el otro no dijo nada, simplemente comenzó a mirar para otro lado bajando la mirada.

- Satoru, ¿está todo en orden? -

- No realmente, es decir si, todo está bien, solo... - suspiro exasperado - quería verte - contestó frotando sus manos nerviosamente

El pelinegro inclinó la cabeza levemente y comenzó a jugar con uno de sus aretes, mientras lamía sus labios pensando en una respuesta "adecuada".  Pero antes de que pudiese formular palabra alguna el otro carraspeo.

- ¿Lo has notado? -

- ¿Qué cosa? -

- La luna está especialmente hermosa hoy - dijo mirando fijamente las obsidianas del pelinegro

- Estás en lo cierto - comentó con una risilla - creo que podría morir en paz - respondió arrastrando una leve sonrisa

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La historia termina acá, no va a haber segunda parte y los personajes no son míos. Son de: Gege Akutami

Gracias por leer mi historia, no olviden votar si les gustó o escribir su comentario dejando su opinión ya sea positiva o una crítica constructiva.

Nos vemos

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