Pov: Elena
De aquel día solo me quedan recuerdos amargos, los que me llevan a sobre pensar en mis posibilidades dentro de este nuevo mundo al cual me han obligado a pertenecer. La última vez que ví al señor D'Montesco, fue esa vez que fui llevada a su mansión luego de haberme comprado, no entendía muy bien el porque de la situación, pero se portaba amable conmigo, incluso me había dado el desayuno para compartirlo con él. La charla era amena y tolerante, sin embargo, rápidamente eso cambio cuando un tema salió de la nada.
-Escucha, pequeña, en esta vida todo es injusto, has visto que tu padre te vendió conmigo, sin siquiera pensárselo dos veces, porque fue su elección, pero, ¿qué harías tú con una oportunidad que pueda salvarte de trabajar en mis burdeles?
-No entiendo a qué se refiere, señor.
El hombre sonríe de lado sacando dos fotografías de su bolsillo, las dejó sobre la mesa y asintió hacía mi para que las tomara. En las fotografías había dos chicos, bastante guapos a decir verdad, por lo que me quedé estupefacta.
-Pierre y Frederick D'Montesco, mis hijos, estoy buscando una esposa para uno de ellos, en cualquier caso, puedes intentar conquistar a alguno y así asegurar tu vida a una llena de lujos y comodidades en cambio de trabajar en las calles.
Aunque la idea sonara tentadora, dejé las fotografías en la mesa y me cruce de brazos, era evidente que nunca aceptaría algo por el estilo. Un matrimonio debía basarse en el amor de dos personas y no por compromiso, sería muy infeliz si aceptaba esos términos.
-Lo siento señor, pero prefiero trabajar por mi cuenta y pagar mi libertad, a tener que vivir atada a un hombre que no amo y que menos me amará a mi.
El hombre dió un enorme suspiro, dió una calada a su tabaco, el cuál nunca le ví encender realmente, luego se levantó de la silla y se fue sin decir nada, dejando las fotos de sus hijos, las cuales admire una vez más. Estaba claro, estos chicos tenían el encanto de ser unos ángeles por sus ojos claros, pero entre ellos mismos eran tan distintos.
Cuando tuve aquel pensamiento de los hijos del señor D'Montesco, no me equivocaba, pues una que otra vez habían venido a los burdeles, supervisando que todo el negocio estuviese funcionando "correctamente" porque uno de ellos venía con sus amigos solo para tomar unas cuantas de nosotras y perderse con ellas en las habitaciones. Mi día a día no es el mejor, me había reusado a prostituirme, por lo que solo soy bailarina y mesera, pero claro que con eso no estoy ganando demasiado dinero para poder pagar mi libertad de esta gente.
La noche estaba tranquila, demasiado diría yo, y eso era extraño en extremo, ya que usualmente suele estar llenó a reventar. Ya que no había muchos clientes, me dispuse a limpiar las habitaciones para poder estar un rato despejada de los hombres urgidos en el salón principal. Unas manos llegaron a tomarme por la cadera cuando me encontraba agachada, por lo que rápidamente me levanté y me gire a ver a uno de los amigos borrachos de aquel chico, intento tomarme de vuelta, pero en reacción le metí una bofetada que me dejó temblando la mano.
-Maldita perra, te voy a..
-¿Porque no mejor te vas de aquí? No vale la pena golpear a una de estas, otras te esperan en la otra habitación
Aquel chico de ojos azules cristalinos tocó el hombro de su amigo mientras me miraba fijamente y con una sonrisa en los labios, el otro chico terminó por irse cerrando la puerta tras él, no sabía porque, pero comenzaba a sentir miedo. Con una mirada, pude notar que escaneaba mi cuerpo de arriba a abajo, luego se relamió sus labios carnosos y peinó su cabello negro como la noche, al final pasó su mano por su mandíbula marcada
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Rojo Seducción - Libro I
DiversosDespués de toda una vida de maltratos y maldad en su vida, Elena Olsen a sido vendida por su padre como prostituta a una familia de mafiosos como un pago de una deuda del mismo. Ésta con el corazón partido decidió tomar una de las opciones que le ha...