-Prólogo-

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Planeta Lambaee - Constelación del Cisne - Año 308.

Durante una pacífica noche, el doctor y astro-físico, Leister Bambutong, estaba con su telescopio observando el cielo estrellado, acompañado por su libreta, en la que apuntaba cada detalle que veía fuera de su planeta y una taza de té en el balcón de su casa como lo hacía habitualmente, entonces, mientras contemplaba la constelación Aebita (la más cercana a el Cisne), se fijó que en ese preciso momento, había una preciosa y anormal lluvia de meteoros.

- Vaya… parece que reacciono de forma anormal a nuestra atmosfera… es un espectáculo demasiado colorido para esta noche tan tranquila, una lluvia de meteoros poco vista en la historia del exterior, posee luces refractadas por la luz cambiante de nuestras estrellas y se escucha levemente un sonido parecido a una línea de pólvora encendida… tendré la ventaja ante el odioso alcalde si nadie más presencia este suceso, la presentare ante el pueblo el próximo Cygni y así me reconocerán… - Leister era rechazado por el pueblo después de que su padre negara la existencia de la deidad protectora, discriminado y acusado de locura; buscaba una forma de ser reconocido y dejar atrás la soledad de su casa en las montañas, pero su historia cambiaria repentinamente por algo totalmente desconocido para él - ¡oh cielos! - Algo se aproximaba a su planeta rápidamente, y para él era algo difícil de explicar, no era una de las rocas de la lluvia de meteoros, parecía ser algo más. – esto es una locura… puede que solo sea mi imaginación – volvió su mirada al cielo – no… esto no es mi imaginación… - se tomó un descanso para asimilar lo que estaba pasando y de repente el cielo se ilumino con una rara y misteriosa tonalidad naranja, más brillante que los atardeceres de su planeta, eliminando la imagen del cielo nocturno de los ojos de los habitantes del mismo.

Aquel extraño objeto se acercaba a gran velocidad hasta que fue frenado por una de las grandes montañas a unas millas del pueblo. Leister controlado por su curiosidad, fue por su caballo y se dirigió rápidamente al lugar del impacto, después de cabalgar por un buen rato, empezó a oír gemidos y gritos de dolor que no había escuchado nunca; La oscuridad era intensa y solo alcanzaba a ver las siluetas de los cuerpos en el suelo y el enorme objeto a su derecha.

- Puede que hayan muerto varios animales, ver sus cuerpos destrozados por el impacto será demasiado para mí estomago - pensó mientras caminaba alrededor del lugar con el olor a sangre y tierra en su nariz, estando al otro lado del objeto se propuso a revisar si nadie se había dado cuenta de lo que había sucedido; de repente, escucho un estruendo y una leve luz empezó a iluminar los cuerpos que había en el suelo – ¿Qué son estas cosas? – se preguntó a si mismo mientras una compuerta metálica se deslizaba hacían un lado y una enorme sombra se posaba sobre la tierra quemada.

Leister estaba escondido a un costado de la nave, con las piernas descontroladas por el miedo y sudando frio, no tenía idea de que o quien era y se preguntaba a sí mismo en repetidas ocasiones si debería estar allí; con un nudo en la garganta, esperaba en silencio a que el sujeto que había dentro hiciera algún movimiento, pero estaba totalmente quieto, por lo que Leister decidió acercarse un poco para ver más de cerca y entonces su sangre se congelo instantáneamente al observar los ojos totalmente negros de aquel ser y su extraño color violeta pálido.

- No debo estar aquí, esta cosa podría asesinarme… maldición, justo un día antes de cumplir mi preciado sueño – pensó Leister segundos antes de ser atacado directamente.

A pesar de estar lleno de heridas, el enorme extraño aun poseía bastante fuerza como para aplastar a Leister y sin entender nada de lo que decía estaba decidido a asesinarlo, hasta que la luz ilumino el rostro lleno de miedo, sudor y lágrimas del doctor de pelo negro, entonces, el hostil sujeto se apartó y cayó desmayado junto a Leister.

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