Prólogo

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—Creo que ese profesor está amargados con todos, porque tiene envidia de que nosotros sí tengamos pelo y él no — Emma se estaba retocando, frente al espejo inmenso de su habitación, los labios con un color rojo intenso que solo a ella le caía bien. Reí ante su comentario.

—Ya no importa más, olvidémoslo. Ya acabamos el semestre y somos parte de las pocas personas que aprobaron ese curso y por eso estamos yendo a celebrar ¿Okey? Es tiempo de pensar en absolutamente nada — yo estaba tratando de ponerme unas botas súper largas que mi amiga me había obligado a usar, porque decía que era oportunidad para lucir mis "hermosas" piernas.

—Tienes razón — soltó un suspiro y se volteó hacia mí con el ceño fruncido — No se necesita mucha habilidad para ponerse un par de botas ¿sabes? — se acercó hacia mi y me ayudó con las inmensas cremalleras de los zapatos

—Ese profesor arruinó mi promedio universitario para siempre — dije a regañadientes.

—Eh, pero si acabas de decir que debemos de olvidarlo, haz caso de tu consejo. Además, ya estamos listas, nos vemos muy bien, ese vestido te sienta genial. — terminó con su labor y señaló el espejo — Mírate

No me veía mal, aunque el vestido negro que me había prestado mi amiga era un poco corto en mi opinión, combina bien con mi pelo negro y el ligero maquillaje que me había hecho Emma combinaba bien con mis ojos cafés. Pero no consideraba que estaba de lo más arreglada.

—Ojalá tener tus piernas, practicar Taekwondo sí que te rindió frutos.

Vi una pequeña mancha roja en mi mentón y...¿Qué? ¿me está saliendo un grano?

—No hablemos más de mi físico.— la verdad es que no me sentía muy segura de cómo me veía— Creo que si salimos ahora podremos llegar a la fiesta y todavía encontrar algo de beber. 

—Bien, mi querido padre me prestó su auto para poder ir, pero dijo que el irá a recogernos porque no confía en nuestra capacidad de autocontrolarnos en nuestra celebración.

Me agradaba el padre de Emma, la cuidaba siempre y la adoraba mucho. Es algo que siempre me hubiese gustado tener.

—Vámonos —dije.

Salimos de su departamento y nos encaminamos a su auto. No sabía de quien era la fiesta. Emma tenía amigos en toda la universidad y uno de ellos la había invitado y dijo que podía llevar a alguien más. Cuando ella me lo propuso acepté, no soy mucho de fiestas, pero estaba estresada y necesitaba relajarme de todo lo que me había pasado este semestre. Además, esta fiesta coincidía con el año nuevo y no quería quedarme sola en casa durmiendo.

Esta noche estoy dispuesta a dejarme ir.

Al subir al auto y arrancar, quise saber donde quedaba el lugar al que íbamos.

—Está cerca a la playa, mi amigo dijo que era una casa de playa con piscina y toda la cosa — dijo Emma mientras se acomodaba un mechón castaño detrás de la oreja que se le había caído a la cara y le impedía ver.

—Me encanta el mar — dije inclinándome hacia adelante para poner música — Creo que será una noche interesante.

Tardamos como media hora en llegar al lugar que quedaba a las afueras de la ciudad. Todo estaba tranquilo excepto por una casa de la que salía el sonido de música fuerte y luces de colores. 

Emma tocó la puerta, pero dudaba que alguien nos pudiese escuchar entre tantos gritos de emoción de la gente.

—Creo que es mejor que le escribas a tu amigo para que venga a abrirnos — le dije.

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