C U A T R O

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Pasaron cinco días antes de que Jimin viera a Taehyung de nuevo y no había habido contacto entre los dos hombres durante todo ese tiempo. Jimin ni siquiera podía tocarse. Él se esforzó en dormir temprano y despertar tarde, pero su corazón y la pasión fueron volcados en sus tarjetas de San Valentín. Fue su refugio. Él había trabajado hasta tarde una noche, incapaz de dormir y miró por la ventana. El transporte de Taehyung estaba de vuelta. Detenido en el centro de la calle. Jimin sintió que su corazón latía a toda velocidad, pero al igual que la última vez, Taehyung instó a su conductor hacia adelante.

Durante estos días, Sunhee cursó una invitación a Jimin para ir a cenar, pero entre la pésima comida y el romance incipiente entre Taehyung y la señorita Choi, se negó con excusas de compromisos previos.

—¿Has conocido a alguien? —le preguntó Chanyeol.

—No.

—Me gustaría que vinieras. Es tan aburrido sin ti.

Chanyeol no entró en detalles y Jimin no preguntó.

En la mañana de febrero, el décimo, el día de la Boda Real, la tienda estaba más ocupada que nunca, pero al mediodía, llegó Sunhee, insistiendo en que se unieran a las multitudes que llenaban las calles para ver el carruaje de la reina que estaba por pasar por allí.

—¿Has traído el almuerzo? —le preguntó Jimin.

Ella sacudió la cabeza. —Maisie y su hermana se fugaron con nuestros mejores cubiertos de plata, mientras dormíamos. Todavía no puedo creerlo.

—¿Has llamado a la policía?

Pobre Sunhee, parecía miserable. —Sí. A pesar de que no tienen muchas esperanzas de encontrar nuestros objetos de valor. Estas mujeres nos dieron credenciales fraudulentas y... y... —se sorbió las lágrimas—, la comida de Maisie era horrible. Nunca podré ser capaz de soportar el olor de la canela de nuevo.

—No fue una gran pérdida —murmuró Jimin—. Ella, quiero decir. No la plata.

Chanyeol colocó una nota en la ventana indicando que la tienda estaría cerrada hasta las dos. —Vamos a conseguir algo de comer de uno de los puestos de la calle —dijo.

Jimin se había molestado al principio, ya que había estado contando con el almuerzo, pero pronto descubrió que disfrutaba de la emoción que estaba en las calles. Los puestos de la calle estaban abarrotados de clientes, de modo que pronto abandonó esa idea. Se unieron a la multitud. Hombres, mujeres, niños... todos estaban allí. Se sintió algo extraño, un escalofrío de calor lo inundó. Miró al otro lado de la carretera.

情人节贺卡 [ VMin | MinV ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora