Primer Día

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Swiss había pasado demasiado tiempo solo y eso comenzaba a afectarle.
A pesar de haber sido su decisión, pues quería enfocarse en su trabajo, ya que gracias a eso era por lo que estaba allí, no podía escapar de las consecuencias que la falta de calor corporal de otro le ocasionaba.

Eran varias las noches en las que se encontraba anhelando a alguien a quien sostener en sus brazos o con quien hablar y por más que se lo negara a sí mismo, ese sentimiento de vacío siempre estaba presente.

Ya unos años habían pasado desde que ascendió al mundo terrenal, sin saber cuántos exactamente, y aún así había logrado pasar desapercibido por los pasillos del templo. Mérito logrado únicamente gracias a las máscaras que mantenían ocultos los rostros de los ghouls, entre ellos y ante los miembros de El Clero.

El templo estaba perfectamente adecuado para contener todas las instalaciones necesarias para la grabación de álbumes y mantener las comodidades que se creían necesarias para los miembros de una iglesia satánica, a pesar de que el edificio, desde afuera, mostraba una arquitectura gótica y antigua, siendo el mismo casi del tamaño de una catedral. En uno de los estudios de grabación se encontraba la banda, ensayando para la primer presentación de Cardinal Copia. Allí era donde todo comenzaba, donde los ghouls tomaban forma y se convertían en lo que pronto el público vería. Todo tenía su origen en los ensayos, desde la práctica de las canciones hasta las dinámicas que se darían luego en los conciertos.

Swiss, nuevo en la banda, aún necesitaba pulir su confianza un poco más.

—Oye, tú —oyó que una voz femenina lo llamaba cuando terminaron de ensayar—. Necesitas estar más suelto.

Swiss la observó confundido, fijándose en la correa de su guitarra. Volvió a levantar la vista.

—No... —dijo, riendo ante la incredulidad de su compañero— me refiero a que tienes que estar más relajado.

—Oh, ya veo —el ghoul sonrió, divertido. Viendo que el resto de la banda guardaba sus instrumentos, comenzó a hacer lo mismo.

—Puedo ayudarte si quieres. Lo que necesitas es confianza y dejarte llevar por la música. Ya verás que lo demás llega solo —dijo saliendo de su refugio, detrás del sintetizador. Los demás ghouls ya habían dejado la sala.

—¿Harías eso? —preguntó, no acostumbrado a la amabilidad de los ghouls.

—¡Claro! —Sonrió, extendiendo su mano a Swiss— Cirrus. Un placer —Swiss extendió su mano y la estrechó.

—Swiss. El placer es todo mío.

Las horas pasaron y Swiss estaba sudando. Viéndose en un espejo de cuerpo completo que Cirrus había pedido prestado a Cumulus.

—¡Muy bien! —Dijo aplaudiendo cuando la canción se terminó. Swiss respiraba agitado.

—Repíteme, ¿cómo se supone que baile así tocando la guitarra? —Apoyando las manos en sus rodillas, intentó recuperar el aliento.

—Oh, eso... pues no podrás, ¿verdad? —llevándose una mano a su mentón, pensó —. Tendrás que integrar tu instrumento a tu rutina. ¿Has visto a Rain? Hace como que masturba el diapasón de su bajo.

—Ah, sí... lo vi.

—Puedes hacer algo como eso —Cirrus se acercó a Swiss, palmeó su hombro y se dirigió a la puerta.

—¿Ya te vas? —preguntó, enderezando su espalda.

—Sí. Lo mejor es que te sientas cómodo haciéndolo y creo que encontrarás esa comodidad si no estás acompañado —abrió la puerta y antes de salir le habló nuevamente —. Oh, y no te preocupes por el espejo. Le avisaré a Cumulus que te lo dejé a tí. No le molestará.

Swiss le sonrió, agradeciéndole, antes de que Cirrus cerrara la puerta detrás de ella.
Los nervios se hicieron presentes y comenzó a jugar con el anillo en su mano derecha, inseguro de si practicar un poco más.
Eventualmente, luego de unos minutos, decidió darle una oportunidad a lo que tenía en su cabeza. Fue al tablero de control y reprodujo Faith, corrió a tomar su guitarra y comenzó a tocar los acordes.
De forma natural, Swiss movía su cadera al compás de la música. Hizo los coros y tocó la guitarra de la forma más lujuriosa que pudo, simulando que embestía el instrumento y moviendo su cuerpo tan fluidamente que nadie pensaría que habría necesitado práctica alguna.
Cuando la canción llegó a su fin, emergiendo del silencio, se oyeron unos aplausos.

—Cirrus, creí que ya te habías... —levantó la mirada, esperando ver en el reflejo a la ghuleh, pero en cambio vio a un ghoul, más bajo que Cirrus y más esbelto que Rain o Mountain. Se dió vuelta rápidamente, sorprendido por ser descubierto.

—Se notaba que te movías bien, tal parece que solo necesitabas un poco de confianza —el ghoul comenzó a acercarse a Swiss —. Estás en mi horario de práctica.
—Oh, lo siento. Estaba practicando un poco. Cirrus me dió algunos consejos y... —no logró terminar de hablar pues el otro ghoul lo interrumpió.
—No recuerdo haber pedido excusas. Vete. Necesito el lugar —siguió de largo y sacó su guitarra del estuche.

Swiss no dijo una palabra más y se llevó su guitarra a su habitación. "¿Cuál es su problema?" se preguntaba mientras caminaba por los pasillos.

Definitivamente, no quería volver a encontrarse a ese ghoul. Prefería la calidez de Cirrus antes que la frialdad de quien luego sería presentado como Sodo.

Esa noche, Swiss se quedó pensando en las cosas que pudo haber dicho esa misma tarde pero no dijo. También pensó en la próxima vez que lo vería y en qué le diría si le dirige la palabra.
Intentando adivinar la personalidad de aquel ghoul, Swiss se quedó dormido luego de darse un baño, mientras pensaba en Sodo.

Una Noche MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora