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La mañana era fría, se notaba una atmósfera pesada en el ambiente. Estaba respirando sin ganas de vivir encima de mi cama, mirando al despertador, el cual sonaba desde la mesilla de noche. Me acercé para intentar apagarlo con mi mano izquierda mientras sentía mi cuerpo arder, cicatrices de cortes profundos invadían mi cuerpo, aparte de las pocas ganas de moverse, definitivamente si me mataran en ese momento, lo agradecería.
Me incliné un poco y miré al despertador, viendo que seguía sonando, aunque creía haberlo apagado con mi mano.

— ... Oh. —

En ese momento me acordé, mirando desde el despertador hasta mi hombro izquierdo, en el que no había absolutamente nada. Solo mi hombro, en el cual había un corte totalmente reciente, mi brazo izquierdo no estaba allí, nada más y nada menos. La cicatriz era totalmente reciente y se sentía como si estuviese ardiéndome la zona del hombro, la tela de las vendas rozar con la carne desnuda y expuesta de mi hombro, al menos la arteria importante que recorría mi brazo había conseguido ser cicatrizada con éxito, de ser así, no seguiría vivo.

Una presión invadía mi pecho haciendo que no pudiese moverme, solo me quejaba en silencio mirando el despertador. En el momento, Yuri vino a apagar el aparato y dejar una jarra de café, muy cargado, sobre mi mesa.
Las baldosas blancas y la luz florescente blanquecina reflejando en estas daba una sensación de oscuridad, estrés y suciedad increíble, aparte del ambiente espeso y silencioso del lugar, a pesar de escucharse la actividad ya existente en las instalaciones, era como si estuviese totalmente en paralelo a este mundo, ausente. Como un fantasma, nada al rededor tenía algo que ver conmigo.
La sensación de ligereza en mí apareció rápidamente. Esa sensación de presión era persistente y se hacía más intensa, el aire era cada vez más escaso para mí, sentía como si me fuera a ahogar.

Tomé la taza de café amargo y le di un trago, terminándomela en caso de segundos. La dejaría con desinterés en la mesilla, me levanté y fui a vestirme, mi sudadera, pantalones vaqueros, zapatillas converse negras... Y mi máscara.
Llené mi mochila de expedición con lo necesario para ir, nunca se sabe si me van a mandar con científicos a documentar algún nivel.
Me puse mis guantes de nudillos y fui caminando pesadamente hasta la puerta que conectaba a la pasarela para entrar a las instalaciones.

Mis compañeros estaban desayunando en la mesa del mini cuarto de estar que teníamos, viendo las noticias.
Ya eran las 6:15 A.M, estaba preparado para ir, pero una voz me sacó de mis pensamientos, se escuchaba apagada y ténue.

— Hey, ¿no vas a tomar nada para desayunar? ¿solo un café? —

Me dijo mi compañero, Rodrick, mientras mordía una tostada de mantequilla con mermelada de arándanos, ¿cuántas veces le hemos dicho que no hablase con la boca llena?

Negué con mi cabeza y me fui de la pequeña casa cubo. Caminaba por la pasarela, notaba que mis compañeros estaban preocupados, era normal.
Se me cayó la correa izquierda de mi mochila, rozando con fuerza con el “corte”, recordando lo que sucedió.

La entidad caminaba a solas por el nivel determinado “Diversión =)”, tenía una linterna alumbrando por donde caminaba, el lugar estaba oscuro, a penas se podía ver por dónde caminaba.
Escalofríos y temblores se hacían presentes de manera insistente e intensa en su cuerpo, sonidos de un partygoer hambriento se acercaban por sus espaldas, aunque prefería imaginar que solo era imaginación suya y no tomarle mucha importancia, pero le era imposible.

Una presión fuerte en su espalda le hizo caer al suelo tirando la linterna, soltando un quejido de dolor al caer al suelo. Agarró la linterna inmediatamente y miró en pánico a lo que le había empujado.

Una de esas bestias de más de dos metros estaba presente detrás suyo, gruñendo, abriendo y cerrando las bocas de sus manos amenazante, lo miraba intensamente.
Justo cuando un pinchazo en su espina dorsal, un choque de electricidad, le hizo reaccionar e intentar levantarse.
Este le agarró con fuerza y le inmovilizó, una mano le sujetaba como un cinturón de seguridad, sujetándolo del abdómen y apegándolo al torso del predador.

El aguafiestas se intentaba zafar, jadeaba, lloriqueaba y suplicaba que le soltase, en pánico y en total ansiedad... Pero el ente solo le apretaba con más fuerza, cogió su brazo izquierdo como si jugase con este. Llegó a pensar que solo era una cría que quería jugar, en sentido literal, por lo que solamente se dejó para que le dejase tranquilo, manteniendo la calma y suspirando de vez en cuando, algo molesto. “¿Ya has terminado con tu juego?” se dijo a sí mismo mentalmente, para luego sentir unos dientes pinchando y apretando su piel, perforándola.

Un gemido de dolor escapó de su boca, volvería a intentar zafarse de nuevo, lo cual haría que esa piel fuera desgarrada a medias.

La presión y el dolor se hizo más presente, atravesando músculo, tendones, vasos sanguíneos, arterias...
Sentía esa hemorragia interna mientras sangraba considerablemente por aquel mordisco, notaba ánimos y felicidad en la otra entidad, era enfermizo y repelente.
Rasgaba la piel gruesa del partygoer rogando por que lo soltase, llorando de pánico y de dolor.

¡Crack!
El sonido de un objeto caerse se hizo presente y provocó un silencio extremo en la sala, en ese momento el fiestero le soltó para devorar con gusto la carne de su contrario, el sonido de los huesos quebrarse y los tendones, los músculos ser desgarrados por el mordisco de aquel monstruo.

Se levantó y se intentó ir, pero este mismo resbaló con un charco de su propia sangre.
El sonriente se percató de su intento de huída y lo agarró por la espalda, mordiendo, perforando su piel de nuevo, arañándola y mutilando la epidermis del aguafiestas. Este se ahogaba con sus propias lágrimas y le dolía la garganta de gritar, manchado con su propia sangre, huesos quebrados por los golpes de aquel ser. Consiguió darle una patada en la cabeza y salir corriendo de aquel oscuro sitio, hasta quedarse sin aliento.
Se tumbó bajo una mesa tapándose la herida abierta, buscando algún líquido coagulante o similar en su mochila, tras vendarse lo mejor posible con esas vendas, hizo una llamada desesperada por su walki-talki, llamando a la base, se escuchaban las risas incansables del fiestero aproximándose, por lo que tomaron como algo importante.

Se acurrucó sin fuerzas en el suelo, temblando y agonizando del dolor, rogando por que el sufrimiento terminase lo antes posible. Jadeaba débilmente y se cubría la herida ya vendada con la mano.

— ... Ugh. —

— ¡Te estaba buscando! —

Escuché la voz de mi compañero, acercándose.

— Tenemos una entrevista con un partygoer, te necesitamos. Lo capturaron anoche, cerca de una mesa de fiestas, estoy seguro de que podremos sacar información de él. —

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