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El, tú y yo

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Ya era tarde y los pequeños debían irse a dormir. Philza dedicó el día a ir en busca de algunas cosas para ampliar su lugar de trabajo, pasó el día junto con Wilbur y Fit, los niños los dejaron encargados con Missa el cual accedió gustoso. Al empezar a aparecer los primeros destellos anaranjados en el cielo celestino no tardaron en aparecer, pasaron un rato hablando antes de que Wilbur y Fit se despidieran y se fueran con sus niños detrás de ellos.

- Bien Chayanne, a dormir. - El de cabellos oscuros alzó a su hijo e brazos y lo acuno como si fuera los mas frágil del mundo, cosa que físicamente no era. El niño se sacudió un poco en los brazos de su padre tratando de soltarse de él agarre. - ¡Papá, bajame! - Gruñó levemente luego de esto, solo para ser cargado aún, esta vez por su otro padre, Philza. - Ok kid, Calm down. - El hombre cuervo lo envolvió entre sus grandes alas, haciendo visibles las quemaduras y cortes que estas tenían. El niño se tranquilizó al sentir el calor de las alas de su padre. - You are good whit the child's! - Se rascó la nuca mientras miraba a su hijo acurrucarse un poco contra el pecho del rubio. - Thanks, I have this talent. - Presumió. [ Muy bien niño, cálmate. * ¡Eres bueno con los niños! * Gracias, tengo ese "Talento". ]

El pequeño yacía dormido en su cama luego de un rato cantándole y contándole historias. Ambos hombres hablaban plácidamente sobre cualquier cosa, sus aromas chocaban entre , la atmósfera cálida y el lugar acogedor. Era tan tranquilo que en cierto punto se quedaron callados por no saber que decir y mierda, que silencio más COMODO. El de mayor estatura se acercó a aquella cama para dos en la habitación y se estiró en un lado de esta, esperando a que el de ojos esmeralda hiciera lo mismo y así lo hizo, se estiró boca abajo para así poder relajar sus alas con tranquilidad. La flor que aún estaba sobre su sombrero de apoco iba perdiendo su bello color carmín para empezar a adoptar tonos más oscuros, la miró por un momento ciertamente triste, cosa que se le hizo raro, era una maldita flor, ¿Por qué se sentiría mal? Tal vez fue el pensar que simplemente fue un regalo de alguien cercano o quien sabe. Volteó a ver al de cabellos oscuros quien también miró la flor, solo que con el seño levemente fruncido. Sus rostros al quedar frente a frente sonrieron, torpemente pero sonrieron, eran cómplices de sus propios sentidos, cómplices del ambiente, cómplices del otro.

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La noche transcurrió normalmente, como de costumbre, el ruido incesante de la lluvia golpeaba el techo de la casa en forma desesperada, una aire tranquilo se respiraba en aquel cerrado lugar. El pequeño Chayanne durmiendo, un rubio descansando y un azabache despierto junto a él. Lo observaba detenidamente, intentando entender que habría echo tan bien en su vida pasada para merecer a un compañero tan agradable, simplemente no entendía.

Se levantó de la cama con cuidado de no despertar al contrario que aún dormía plácidamente y se dispuso a salir de la casa solo para volver unas horas después, cansado, algo herido y con lo que necesitaba para preparar lo que tenía en mente. Y así se le pasó la noche.

El rubio despertó por un pequeño toque en su rostro, abrió los ojos y se topó con su pequeño que al analizar su expresión, habría estado despierto desde hace algún rato. El pequeño sonrió al ver a su padre despertar después de varios minutos intentando despertarlo, este simplemente devolvió la sonrisa para luego poder sentarse sobre la cama y cargar al pequeño entre sus brazos. Volteó a ver al de mascara, el cual estaba dormido dándole la espalda, lo miró e Intentó despertarlo cosa que no logró.

✎*ੈ✩‧₊˚Love in a song... ༊*·˚ // PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora