III.☾ ⋆*・゚:⋆*・゚

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Estaban tan profundamente dormidos que ninguno sintió cuando el menor salió de entre sus brazos. Chayanne sólo se levantó para poder tener un mejor punto de vista, miró con una mueca de victoria antes de ir y volver a acurrucarse entre los brazos de ambos hombres dormidos, el calor que ambos le proporcionaban era seguro, protector y confortante.

Pasaron las horas y los cabellos oscuros y desordenados de Missa empezaron a moverse un poco, Missa levantó la cabeza levemente, se frotó los ojos levemente y miró a su alrededor un poco desorientado. Miró a su compañero y luego a su pequeño, ambos dormían con tranquilidad y este solo observaba, soltó una risilla ahogada por aquella tierna perspectivas. Las alas del de cabellos dorados eran protectoras y cálidas, a pesar de estar algo maltratadas por eventos del pasado. Acarició sus alas con cuidado notando algunas quemaduras y cicatrices de promedio, le pareció confuso pero no le tomó mayor importancia, ya luego preguntaría por el origen de aquello.

Esperó a que alguno de los dos despertase para levantarse el, cosa que el pequeño hizo unos minutos después. Despertó con energía como de costumbre, miró a su padre algo confundido, no estaba acostumbrado del todo a no estar con Philza, pero parecía que al menos por este día no estaría. Salió cuidadosamente de entre las alas de su padre, cosa que el de cabello oscuro repitió.

Ese día si bajaron de él muro luego de cosechar y recolectar algo de comida de su huerto. Bajaron y fueron a ver que tal estaba Tallulah. Ya hace días que Chayanne no la veía por ninguna parte y estaba emocionado por verla. Corría de un lado a otro mientras le contaba a Missa con emoción lo que había echo el día anterior con su padre.

- Muy bien Chayanne, ¿Es aquí, no? - El pequeño asintió y entró en la vivienda agitando los brazos, su padre entró detrás de el. Se puso a buscar a la pequeña de cabellos castaños hasta que la encontró, estaba sentada en su cama algo cansada, al escuchar que alguien la llamaba se estremeció, no reconoció la vos al instante. Chayanne corrió a ella y la abrazo con algo de fuerza, pero no la suficiente como para apretarla. La pequeña le correspondió el abrazo con igual emoción.

Pasaron el día explorando bosques, recolectando material, y aveces corriendo de enemigos dispuestos a atacarlos, para Chayanne no fue un problema obviamente. Al atardecer volvían a casa junto con Tallulah, los niños subieron primero y con bastante facilidad mientras que al de cabellos azabache le costó un poco. Ya en la parte de arriba ambos niños jugaban tranquilamente mientras que Missa se desplomó sobre las vallas de madera que rodeaban el borde del muro para que nadie cayese por accidente. Lidiar con tanto aquel día lo dejó exhausto.

✎*ੈ✩‧₊˚Love in a song... ༊*·˚ // PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora