Capítulo 2

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Parte 1
Tengo frío y ganas de llorar. Todo ha sido una mierda desde que volví. Si algo he aprendido en mi vida, es nunca arrepentirte de algo. Pues yo lo hago, y de muchas cosas. Entre ellas estar acá de nuevo, como un cascarón vacío que vaga entre las sombras del mundo en busca de los objetivos de mi trabajo. No pude reencontrarme con mis amigos. ¿Por qué acepté? Tenía mis razones. Había gente que quería volver a ver. Personas de las que no pude despedirme. Y quería ayudar al mundo y hacer algo bueno con mi vida por una vez.

Lo digo, uno nunca se va a sentir nunca tan solo en la vida, y la verdad, así me gusta. El hecho de ver a tus amigos, no poder saludarlos y que crean que eres un desconocido. No le deseo eso a nadie.

Oye puto - dijo una vocecita a mi derecha.

Allí estaba, Satán en miniatura subido a mi hombro.

¿Como que solo?¿Soy invisible?

Calla un rato anda, trato de concentrarme.

Después de despertar intenté manejar mi nuevo cuerpo mejorado y salir a buscar a alguien. Luego me lo ví, en mi funeral. Allí se encontraban todos. Quería ir a abrazarlos y decirles que estaba vivo, que todo estaba bien. Que Drako y yo podríamos seguir charlando de animes, que Kini y Nero podrían seguir insultándome. Que Nao podría contarme sus problemas sentimentales, que Kaizen podría seguir charlando de furbo conmigo aunque no entienda una wea. Que Devi podría hablarme de lo mucho que le gustan los juegos otome y me hiciera recomendaciones...

Simplemente esperé a que se fueran y fuí a ver mi tumba. Tumbé el cuadro que estaba en mi cara. Hacía mucho frío. las gotas de lluvia se sentían como plomo.

Tengo que hacerlo, por el bien de todos.

Me alegra oír eso señor Grou - dijo la mini figurita de Dios en mi hombro izquierdo - ya que tiene un objetivo urgente que atender.

Dime nombre, reino y cargo público.

Me gusta que vaya al grano, se trata del señor Sterinpher, ministro de salud de Bermeo.

La ciudad de la clase A, entiendo, ¿es pecador o bienhechor?

Bienhechor.

No tuve que escuchar nada más. Cómo mis pulmones no se movían, no necesitaba coger aire para correr y pude ir todo el tiempo a mi máxima velocidad. Bermeo, la ciudad de la energía. Conocida por sus modernos y altos edificios y como en ella se encontraba la mayor fuente de energía de toda Ygneria.

La zona negra. Apodada así por su peligro. Ya que cualquiera que entré allí sin el equipo adecuado acaba transformado en una montaña de polvo oscuro. Todo esto me lo contó Dios. Se trata de una zona envuelta de nubes oscuras donde las tormentas eléctricas nunca cesan. Los rayos son capaces de fulminar incluso la armadura más resistente y partir una roca a la mitad.

En aquel lugar montaron unas instalaciones que recogen la energía de dichos rayos y la transportan por toda Ygneria. Sobre todo en Bermeo.

El hecho de tener tres elementos en mi interior es bastante inestable. Supuestamente tener 2 es solo para almas fuertes. Yo no me encuentro tan preparado. Me lo avisaron ya tanto Satán como Dios. Si me excedía usando los 3 elementos, sería el fin de mi alma. Ni siquiera iría al cielo, simplemente desaparecería. Vaya puta mierda de poderes entonces.

Pero debía usar todas mis habilidades para acabar mi misión. Ya llegué a Bermeo, la ciudad de la tecnología.
Pude reconocer el edificio donde habitaba el ministro que debía salvar de este mundo cruel y deprimente. Se trataba de un rascacielos grande con un símbolo de cruz roja enorme encima de lo que sería la entrada principal.

El Emisario de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora