Dorothy estaba sudada, así que ahora era ella la que necesitaba esa ducha para terminar el día, de modo que se desnudó y entró.
Mientras el agua caliente caía y remojaba su cuerpo desnudo, cerró los ojos y se dejó acariciar por las miles de gotitas que la relajaron y la confortaron.
Sólo entonces fue consciente de lo que acababa de hacer y sintió escalofríos, ¿cómo había podido masturbar a su propia hija? Se sentía avergonzada, pero parecía que había surtido efecto, ¡y por fin esta noche podría dormir!
Pronto comprobó que aquella medida había tenido unos efectos secundarios imprevistos en ella, pues como toda medicina, tenía efectos secundarios.
Cuando se pasó la esponja por sus labios vaginales sintió lo sensibles que los tenía, así como sus pezones. Se había puesto muy caliente y la causa fue la masturbación de su hija.
Esto trajo a su memoria sus primeras veces, cuando al igual que aquella noche se encerraba en el baño y aprovechaba su intimidad para acariciar su joven cuerpo, un joven cuerpo que no distaba mucho del de Evolet.
Se acariciaba sus pechos bien enjabonados, luego bajaba sus manos y hundía sus dedos en su rajita, la que comenzaba a oscurecerse por la afloración inevitable del bello púbico.
Luego se aplicaba la alcachofa con sus potentes chorros en su excitado sexo, para esas alturas, sólo con la fuerza caliente del agua se excitaba mucho, tanto que podía alcanzar el orgasmo. Decenas, tal vez cientos de orgasmos disfrutados en la ducha de su casa, hasta bien pasada la pubertad.
A Dorothy le encantaba masturbarse y esta noche, décadas más tarde de aquellos tiernos recuerdos, ¡tenía unas intensas ganas de hacerlo!
Bajó a su rajita excitada y la recorrió con sus dedos, pero lo hizo desde el culo, como antes hiciera a Evolet, pensó entonces qué sensación debió sentir su hija, tal vez la misma que ella sentía ahora rememorándolo y emulándolo. Estaba tremendamente lubricada, le hubiese gustado una polla que la follase en aquel momento pero hacía años que no tenía contacto carnal con varón, después de su divorcio no había mantenido relaciones con nadie.
Por supuesto que Dorothy se masturbaba regularmente, eso es algo que todo el mundo necesita, tanto hombres como mujeres. Pero hoy deseó más que nunca tener una polla que la follase y bueno, a falta de pan buenas son tortas. Introdujo sus dedos en su sexo, primero uno, luego dos y luego hasta con tres se folló. Lo hizo apasionadamente, imaginando que un barón la cubría y la penetraba con su gran polla.
Se sentía muy guarra, se puso en cuclillas y se acarició el clítoris con una mano mientras se penetraba con la otra. Hizo un pis entre medio de tanta calentura y luego siguió acariciándose con sus dedos manchados de pis. Se sentía muy guarra y esta última acción la catapultó al un orgasmo terrible, se estremeció, volvió a perder pis mientras se corría y temblaba de placer, se sentó en el plato de ducha y dio pequeños saltitos mientras apuraba las últimas oleadas de placer.
Se duchó y limpió su sexo a conciencia, pues se sentía muy sucia, luego se aclaró y secó su cuerpo y se fue a acostar, vestida únicamente con sus bragas, pues hacía mucho calor.
¡Y esa noche por fin pudo dormir a pierna suelta!
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La Hija de Dorothy
RomanceEn mitad de la noche, Evolet se pasea por su cuarto recitando operaciones aritméticas imposibles para su madre, que no puede dormir. De modo que al día siguiente, esta decide llevarla al médico. En la consulta, un buen doctor le receta pastillas y a...