— ¡Ah! Ahh... Mgnh... —jadeaba Dazai, apretando con fuerza y aferrándose a Chuuya.
¿cómo habían llegado a eso?
En la mañana de ese día se les llamó al último piso de la sede, donde una misión secreta y encubierta les esperaba. Mori fue al punto directamente cuando los dos jóvenes ingresaron al despacho: Esta misión es para ustedes, Doble negro. No hay objeciones ¿verdad? Aquí está toda la información —sonrió entregando unos papeles—. Terminarán con esto rápido, sin peleas entre ustedes. No quiero que regresen sin resultados.
Fue una sentencia que ninguno quiso protestar. Chūya porque respetaba en demasía a su jefe, y Dazai porque no le apetecía hablar. Luego de unas palabras más por parte de Mori, salieron con las maldiciones atoradas en su garganta.
El silencio llegó inmediatamente de camino a la salida del lujoso edificio. No era incómodo. Opuesto a eso, preferían escuchar los temblores del ascensor, a escuchar la voz del otro.
Dazai miraba de vez en cuando a Chuuya, quién parecía haberle restado importancia a la advertencia que se les dio de quizás usar Corrupción. El pelirrojo estaba seguro no necesitar llegar a ese estado para ganar y completar la misión.
Pero las cosas no podían ser peores cuando su compañero no colaboraba.
— ¿Podrías caminar más deprisa? —gritó, volteando con fuerza para ver al castaño. La odiosa expresion aburrida en el rostro ajeno le dieron ganas de vomitar.
— Estoy cansado, Chuuya. Te recuerdo que recién llegaba al edificio cuando Mori-san nos llamó.
No mentía, pero su cansancio no podía alejarse de la exageración. ¿Quién podría agotarse al solo ir de recadero a una residencia de un asesino? Seguramente Dazai había tardado dos minutos en sacarle la información e intercambiar la suya. Nakahara lo sabía, ese comportamiento solo le hacía enfurecer...
Aquella misma tarde partieron del lugar.
Dazai sabía debía tener un plan detallado de lo que harían al encontrarse con el enemigo, pero ese día resultaba estar inconcientemente ido. No sabía el motivo. Solo eran esos días apáticos donde el suicidio parecía ser un bello sueño que no puede tocar.
Y aún con esos pensamientos, en el camino se aseguró de informar superficialmente los planes en su cabeza. Fue fácil engañar a Chūya y hacerle creer que sus palabras eran serias.
El pelirrojo rodó los ojos al escuchar la voz quisquillosa de su compañero y asintió con pesadez. Odiaba admitir que los planes del castaño jamás fallaban.Dazai evito hablar de corrupción. Sabía el significado que tenía para Chūya usar esa fase de su habilidad. El no le obligaría si no quería.
Cuando llegaron al sitio marcado en los documentos, empezaron la tarea: Chuuya peleando y Dazai recopilando información. Intuían que esa misma noche verían al dueño de su forzoso trabajo extra.
— Seguramente tiene un don mediocre que sólo le sirve para escapar.
— Lo peor de tu comentario, Chuuya, es que los datos indican que es así —respondió Dazai, sus ojos más sombríos de lo normal.
De pronto, curioso del tic que hacía Chūya, volteó a ver a su compañero que reposaba encima de una piedra mientras movía su pie contra el suelo sucesivamente. Las pupilas inconcientemente se le dilataron sin saber, y esa idea de hace días llegó de nuevo a su mente.
Aburrecía el hecho de que el pelirrojo se mostrara ante sus ojos cada día más como un ser tentativamente perfecto, y eso mismo le hacía pensar en lo molesto que era. Ignoraba todas las respuestas lógicas que habían en su cabeza; el sólo pensamiento resultaba ser estúpido.
ESTÁS LEYENDO
Éxtasis | Soukoku
FanfictionChuuya y Dazai tienen que completar una misión peligrosa. Sin embargo, el castaño parece estar nuevamente aburrido con la idea de trabajar con su compañero, restándole importancia y provocando que Chuuya salga "lastimado"... Oh bueno, ¿Que habilidad...