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"... congelar su corazón, porque tales poderes podrían ser usados para asuntos triviales si la pasión venciera a la razón y la emoción a la racionalidad."

     Deslizó a la siguiente página.

     "... y héroe del imperio, su majestad y sol de estas tierras, nuestro emperador: Claude de Alger Obelia. Con solo veint–"

     Comenzó a pasar las páginas más rápido, apenas dando un vistazo a los párrafos.

     "... en el imperio Obeliano, estas casas han perdurado por un largo periodo, aproximadamente desde la fundación de Obelia, antes de ser declarado un estado soberano dirigido por una monarquía. En ese entonces, el reino conocido como Ob–"

     Ahí. Ese párrafo.

     "... –heus; por último, una de las casas anteriormente ubicadas en el norte, que hoy reside principalmente en la capital del imperio, con una larga trayectoria de magos y caballeros en servicio activo desde la consolidación de Obelia como imperio. La renombrada casa de hilos blancos: el marquesado Xénides."

     Noel suspiró tembloroso, releyendo el párrafo sobre su familia. Sus ojos recorrieron cada línea mientras alzaba su delicada mano, delineando las palabras con sus dedos. Los Xénides seguían existiendo. Ese hecho llenó de alivio al niño, quien rápidamente pasó a las siguientes páginas.

     Aunque la historia del imperio, el cuento del mago y los relatos de su familia permanecían iguales, el temor persistente de que algo más hubiera cambiado seguía clavado en su pecho. Continuó revisando el libro con urgencia, aferrándose a la esperanza de que, tal vez, todo siguiera igual. La historia no podía haber cambiado... no otra vez.

     Llegó a los últimos capítulos, los que detallaban la historia reciente de Obelia. Sus ojos recorrieron las palabras con atención, una urgencia contenida y medidas respiraciones reemplazando la frenética ansiedad de antes. Él no perdería la calma. Soy el marqués. No pierdo la calma. O bien, será el marqués en el futuro. Maris, que confuso.

     Las gruesas páginas pasaban bajo sus dedos como el viento entre los árboles. Aun así, un escalofrío le recorrió la espalda al recordar a la joven princesa cuanto más se acerca al final, con su encanto deslumbrante, ojos enjoyados y aquella sonrisa que escondía tantas intenciones. Las ultimas hojas debían mostrar el retrato de la familia imperial, con la princesa heredera y el emperador como protagonistas.

     Finalmente, un alivio total hace que sus hombros se relajen, y su cuerpo cayó en un estado de gelatina mientras se hundía en la silla de madera de la biblioteca familiar. La última imagen del libro solo mostraba la coronación del emperador Claude, sosteniendo la espada imperial frente al trono, su rostro tan estoico como joven. Sin princesas, sin retratos familiares.

     Por Maris, qué alivio ver ese semblante agrio. Eso significaba que...

     —Esto es absurdo. ¿Es un sueño? Tiene que serlo, porque ningún dios me otorgaría algo así. No ahora. Ni nunca.

     No una tercera oportunidad. ¿Era esto realmente una bendición disfrazada?

     Regresión.

     Noel nació como el primogénito de Hendrix Xénides, nuevamente el actual marqués de la casa de hilos blancos, y Anica Xénides. Sin embargo, ellos no fueron sus primeros padres.

     El joven no recuerda su nombre ni quiénes fueron sus padres en su primera vida. Tampoco recuerda dónde nació. Lo único que queda es una vaga sensación de haber sido alguien sin importancia: un erudito de bajo nivel, cargado de estrés. Entonces, de la noche a la mañana, se convirtió en un bebé. Un bebé en otro mundo, con otros padres.

Un día me convertí en marqués.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora