EXTRA || DESTINO

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Habían pasado cinco años de su segundo comienzo

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Habían pasado cinco años de su segundo comienzo.

Cuando volvieron a su pequeño hogar no perdieron el tiempo, sino que lo recuperaron con creces, amándose de forma ruda, frustrada, dulce y completa, horas de recorrer sus cuerpos entre cortas siestas, besos, risas suaves y pequeñas historias que resumían el tiempo que estuvieron lejos.

Tiraron una moneda al aire, dejando su suerte al azar, y sonrieron encogiéndose de hombros cuando el destino dijo Manchester. Allí fueron.

Fueron los cinco años más increíbles de su vida, pero sentía que ya no alcanzaba. Habían comprado un piso con ático en un buen lugar de la ciudad, Louis estaba siendo realmente exitoso y él pintaba todo lo que quería, vendiendo su esfuerzo al mejor postor gracias a su renombre que cada vez era mayor. Pero... faltaba, y por eso no dudó en poner un lienzo en blanco sobre el caballete, bosquejando su mejor trabajo. Le llevó un poco más de dos meses pintarse a sí mismo mirando al frente, extendiendo un anillo a quien agarre el lienzo, pero se sintió orgulloso cuando vio el resultado.

Louis le había demostrado que amar a la persona correcta era fácil como respirar, ¿cómo no iba a pedirle que le regale el honor de ser su esposo?

Como era un maldito impaciente se preparó para ir a sorprenderlo a su trabajo con el cuadro, ya sonriendo como idiota al imaginar su reacción. Los años le habían regalado un estilo único, agraciado y equilibrado, lo demostró al usar un traje blanco de pies a cabeza, con un saco largo abierto sobre una musculosa también blanca. Un bolso de dama acorde a sus zapatos y unos lentes rosados, sobrios, perfectos. ¿Era demasiado para un jueves a las dos de la tarde? Sin duda. ¿Le importaba? Ni un poco.

Un viaje en taxi después, estaba entrando al estudio donde su Louis trabajaba. Le sonrió a la recepcionista, frunciendo un poco el ceño cuando lo miró con pena al pedirle que lo anuncie con su novio.

-Entra directo.- Le dijo aún con esa mirada en sus ojos, y Harry lo hizo sin entender, alzando las cejas al ver muchas miradas sobre él, miradas que no eran por su traje. Todo tuvo sentido muy rápido, sin embargo.

Se cruzó de brazos, parándose en la columna un poco alejada del escritorio de Louis, endureciendo el gesto a medida que los segundos corrían. SU novio estaba sentado despreocupadamente en su silla, sonriéndole animado a una estúpida que jugueteaba con su pelo y le apretaba un brazo en un claro coqueteo. La mujer se acercaba más y más a cada minuto, y Harry vio con odio como el imbécil que dormía a su lado todas las noches dejaba que entrelace los dedos con los suyos mientras reían, ajenos a él y toda la puta oficina que los veía. La pregunta fue lo peor.

-¿Quieres que cenemos esta noche, Lou?- Dijo con voz suave, y Harry soltó el aire por completo, dejando que la frialdad lo envuelva y llegue a sus ojos. Se sacó los lentes, mirando atento a su novio para escuchar su respuesta, y chasqueando la lengua cuando la cagó por completo.

-Er, ¿de acuerdo?- Louis arrugó la nariz, tratando de recordar si su bebé había planeado algo.

-Es una suerte que no haya comenzado con la pasta.- La voz fría de Harry lo hizo girar la cabeza al segundo, frunciendo el ceño al verlo ahí parado, precioso como siempre, pero sin expresión. Lo vio avanzar con esa aplastante seguridad que siempre tuvo, dejándolo mudo con su aura densa que le decía que tenía un problema, y sacó un lienzo de su bolsa antes de tirarlo a su escritorio con fuerza, tirando cosas y rompiendo algunas sin que le importe.- Tengan una buena cena.

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