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Yeonjun veía como las gotas de lluvia chocaban delicadamente contra la ventana de su cocina, aún faltaban algunas horas para ir a levantar a los demás pero la noche había le resultado muy pesada, las veces en las que logró conciliar el sueño de de...

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Yeonjun veía como las gotas de lluvia chocaban delicadamente contra la ventana de su cocina, aún faltaban algunas horas para ir a levantar a los demás pero la noche había le resultado muy pesada, las veces en las que logró conciliar el sueño de despertaba muy rápidamente y sobresaltado. No soporto más así que decidió bajar a la cocina y prepararse un café caliente mirando lo muy horrible que estaba el día, con las gotas de agua cayendo de las nubes grises que cubrían por completo cualquier rastro de la luz alegré del sol.

Cuando estaba a solas aprovechaba para reflexionar, mientras miraba su anillo de bodas manchado con distintos acrílicos de colores por haber estado ayudando a Jaeyoon con una tarea de plástica, sonrió con melancolía y tomó un sorbo de su bebida caliente.
Ahora mismo no paraba de hacerse preguntas de qué pasaría cuando los chicos estén con su madre, él querían que estén seguros pero algo en esa mujer lo inquietaba, quería confiar en ella pero simplemente no podía, no lograba tenerle empatía cuando ella fue la causante del daño hacia sus hijos.

Tal vez suene tan cliché y tan tierno a la vez pero quería proteger a sus hijos.
Porque sí, lo eran, él sentía que lo eran, la sangre en estos momentos es lo que más que importa un carajo, no necesita un estúpido papel ni un maldito árbol genealógico que lo compruebe y decir que esos cinco chicos maravillosos eran sus hijos.

Una presencia lo distrajo de sus pensamientos así que terminó desviando la mirada y encontró a su esposo otra vez buscando comida en el refrigerador a una hora no muy considerable.
El mayor se acercó a su esposo olvidando por el molesto su aperitivo madrugador y se sentó junto a él para acompañarlo.

― Te dije que te hace daño comer porquerías a éstas horas, Soobin ― lo regañó y recibió una caricia en un pequeño mechón rebelde del menor.

― Ya ― soltó una risa nasal y abrazó a su esposo por la espalda obteniendo como respuesta la cabeza del menor en su hombro ― Tomar café tan temprano tampoco te hace bien..

― Cállate ― siseó divertido ― Es lo único que logra calmarme cuando estoy nervioso.

― Está bastante nublado.. ― dijo desviándose del tema.

― Sí, hace ver más deprimente el día.

Soobin acurrucó más a su esposo al escuchar ese tono tan pesado y triste.
A ambos no les quedó de otra que quedarse callados por las escasas ganas de decir una sola palabra mientras esperaban la hora para ir a despertar a los chicos y nunca pensaron que el tiempo pasaría rápido, a pesar de que el clima seguía siendo igual de triste y horrible.

En menos de lo que estaban ya estaban vestidos de una manera aceptable mientras acomodaban algunas prendas de los más pequeños. Odiaban demasiado que el tiempo pasará tan rápido pero por lo menos soltaron algunas sonrisas porque Riki se negaba a levantarse, no sólo porque estaba muy cómodo debajo de sus mantas, sino que quería de hacer esos últimos segundos lo bastantes duraderos junto a sus papás tratando de sacarlo de la cama.
Cuando por fin lograron vestirlo el ambiente volvió a ser neutro y pesado, en dónde la incomodidad podía sentirse. Los menores no tenían expresiones que demuestren felicidad, parecía como si les costará mostrar emoción al ya saber que si irían con su mamá.

𝐏𝐀𝐃𝐑𝐄𝐒 𝐒𝐔𝐒𝐓𝐈𝐓𝐔𝐓𝐎𝐒  ★ /𝗦𝗼𝗼𝗷𝘂𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora