#1 Momentos .⁠。⁠*⁠♡

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Los rayos de luz ya empezaban a entrar por la ventana y tropezaban con la cortina de seda que mi madre había puesto el día anterior a juego con la colcha de mi cama.

Y allí estaba yo, enroscado en las sábanas de la cama. No había dormido muy bien la noche anterior por el ruido de la tormenta. Desde muy pequeño, las tormentas son algo que me acobardan. Parece muy infantil, lo se, pero la astrafobia es algo que mantendré el resto de mi vida. No es un tema fácil de explicar, nunca nadie lo ha tomado en serio y eso ha creado una inseguridad en mí que nadie había creado antes.

No es nada fácil vivir con ansiedad cada vez que el tiempo se pone revuelto y caen relámpagos. Tú lo verás normal, y yo también hasta cierto punto; tantos estímulos visuales y aditivos juntos en mi cabeza hasta tal punto que asocio las tormentas con representaciones mentales que me suponen un agobio y una inquietud.

Me levanté a ver la ventana, y en cuanto visualicé que el tiempo estaba muchísimo mas tranquilo, una calma recorrió todo mi cuerpo dejándome mas relajado. Mi cara cambió por completo, y lo primero que se me había ocurrido era bajar a la playa a dar un paseo.

Me cambié y eso hice. Me puse las zapatillas de deporte y una sudadera porque en el ambiente corría una brisa fresca y salí de casa evitando pensar en todo lo que me hiciera sentir mal. Mi mente voló durante todo ese tiempo. La brisa marina acariciaba mi piel y era algo que agradecía porque también era algo a lo que recurría bastante a menudo para relajarme en momentos puntuales de tensión.

Al llegar a casa, una paz profunda llenó mi ser. Encendí las velas aromáticas del baño y me metí para continuar vacío de tensiones. Al salir, me cambié el oufit, recogí mi habitación y bajé a desayunar un tazón de copos de avena con leche y frutos rojos. Tomé mis cosas y cogí el metro para llegar a la universidad.

Nada mas entrar al aula, volví a tener esa sensación de tensión, pero en el fondo (muy en el fondo, he de admitir) sentí que algo grande me esperaba ese día, tenía el presentimiento de que algo iba a cambiar. Las tres primeras clases pasaron: literatura, finanzas y economía. Sí, bastante aburridas, no me hacía falta atender para llegar al miserable cinco, aunque para sorpresa siempre pasaba de esa nota.

Después de esas tres fatigosas clases, llegó el descanso: 45 minutos (no estaba mal, cada clase duraba 50 minutos, no suponía una queja para mí).

Siempre suelo estar acompañado de Leah y Sophia, para mi mas que dos amigas. Las conozco desde hace dos años, prácticamente desde que me mudé a Siracusa (Italia).

- ¿Habéis estudiado para el examen de latín de mañana?- preguntó Leah mientras que le daba un mordisco a la manzana que había traído como almuerzo.

-No mucho, la verdad- dije sin darle importancia - supongo que me pondré esta tarde a repasar fonética.

- ¿Y si quedamos esta tarde para estudiar juntos?- ofreció Leah -veniros esta tarde a mi casa, mis padres no estarán.

- Por mi vale -comentó Sophie- donde haya comida ahí estaré

-Nadie dijo nada de comida- comenté - pero retomando el tema, por mi vale. No tenía ningún otro plan.

- ¿A las cinco en mi casa?- propuso

- Yo llevaré algo de picoteo- dije

[...]

- Vaya tormenta que cayó esta madrugada -comentó Shopie, y Leah levantó la cabeza en dirección a la morena de ojos azules para juzgarla con la mirada. Shopie enseguida rectificó al darse cuenta del error que había cometido. - ¿Qué tal has pasado la noche?- dijo a la vez que se fijaba en mi expresión.

Dos DestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora