*-Unico instinto-*

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Sonríe cuando la pareja de arañas desaparecen del rango de visión de la cámara de vigilancia, ambos dispuestos a comenzar una nueva vida ahora como feliz pareja.

Banban siempre sintió lastima por su compañero, mientras que él estaba rodeado de amigos, familia y seres queridos, Nabnab solo era acompañado por la oscuridad del almacén el cual tomó como su hogar, y en los pocos momentos el cual el de tez azul reunió el valor suficiente para acercarse a los empleados encargados de esa área... Solo era recibido por sus gritos y ruidos.

No le sorprende que por tanto tiempo en completa soledad se haya vuelto agresivo.

Suelta un suspiro satisfecho antes de oprimir el botón, con el cual, enciende los intercomunicadores, no sin antes hacer sonar un leve tintineo captando así la atención del único adulto presente.

-Finalmente. -Dice el ser de tez roja. - Él ya no es miserable.

Banban vislumbra desde la pantalla como el humano sonríe, supone que es por el final feliz de aquella araña azul. Apoyando su dedo índice y pulgar en su "barbilla" tomando una posición pensativa, continúa:

-Me sorprende saber que,  ellos originalmente no estaban planeados para ser parte del grupo de los mutantes. Realmente encajan. -Su mirada se suaviza y su sonrisa se extiende un poco más.- Esto es...

No logra terminar la frase cuando algo lo golpea en la cabeza, interrumpiéndolo  de forma abrupta e inesperada.

Su cuerpo cae al frio suelo de baldosa acompañado de un ruido sordo, su mirada se nubla en repetidas veces, siente una fuerte punzada en el costado de su cabeza y lo peor de todo...una extremidad totalmente larga y de color naranja se acerca con movimientos fluidos, con el que solo se le puede igualar al de una serpiente.

-Ahora, se cooperativo y ve a dormir. -Dijo una voz profunda. Acto después, aquel tentáculo se mueve de manera vertical frente al rostro del de cuernos, hipnotizándolo de inmediato.

-Maldita medusa. -Susurró antes de caer en un profundo sueño.

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El sonido del mar golpeando la orilla de aquella diminuta isla es lo primero que capta Banban al recuperar la conciencia.

De forma lenta, comienza a levantarse del suelo arenoso, a la vez que abre sus ojos; Una vez que reconoce su entorno, suelta un gruñido en bajo. No se sorprende cuando sabe que está en el hogar de la medusa... Oh, más bien... Una ilusión por parte de este. 

-Maldita medusa  -Vuelve a maldecir ahora en un gruñido más fuerte a la vez que patea la arena.

-Eso es de muy mala educación... Y más viviendo de ti, Banban. -Finalmente habla el de tez naranja quien se encontraba dándole la espalda al demonio.

-¡Oh!, Púdrete Stinger. -Exclama el de sombrero de fiesta dirigiéndose al nombrado.

La gigantesca medusa solo se queda en completo silencio sin apartar su vista del mar. Banban sabe más que nadie que este tiende a enojarse ante la más minima provocación, por lo que sin más opción, decide caminar hasta quedar frente al animal marino.

-¿Y?, ¿Qué quieres? -Interroga mientras frunce su ceño.- ¿Por qué me trajiste?

-Has hecho un peculiar amigo, eso puedo ver. -Habla Stinger.- También puedo decir que lo has estado ayudando.

-No te metas en asuntos ajenos. -Suspira el de tez roja con total frustración.- Eso no te incumbe.

-Oh, pero claro que me incumbe. -Contesta con un leve tono juguetón. -Después de todo, tu lo trajiste a mi.

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