La torpeza del principiante.

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Como odiaba despertarme temprano. Antes me gustaba, pero ahora que iba a la universidad y sus clases empezaban por la tarde, había cogido el hábito de despertarme hacía medio día.

Pero ese día tenía que coger un tren a las seis de la mañana, para ir al pueblo de cada año, ese pueblo que conocía tan bien como la palma de mi mano.

Ese año me había mudado a la ciudad para estar cerca de mi facultad. Así que estaba a corto de dinero, con la mudanza y el alquiler se me hacía fácil gastar lo me daban mis padres cada mes, que tampoco era tanto. Digamos que éramos una familia bastante humilde, pero nunca nos había faltado nada.

Así que había decidido buscarme un trabajo para el verano. Había encontrado uno en el famoso club, yo tenía el carnet de monitora, así que enseñaría a niños pijos a jugar a tenis. Vaya verano que me esperaba.

Así que allí estaba, mirando por la ventanilla del tren, con mis maletas al lado y muy ansiosa por llegar. Me encanta el verano y tenía un presentimiento de que algo cambiaria este año.

Además, me esperaban mis mejores amigas: Lucia y Sofía. Eran hermanas, se llevaban un año de diferencia entre ellas, y conmigo se llevaban casi tres años, apenas tenían, Lucia 17 y Sofía 16. Eran mis queridísimas primas. También tenían un hermano, Ivan. Él era el mayor, tenía 24 años.

Di un respingo cuando me di cuenta de que era mi parada, por poco se me cierran las puertas.

Camine hasta llegar a la casa de vacaciones de mi familia. Era una casa pequeña, pero perfecta para pasar el verano, porque tenía grandes ventanas con mosquiteras. Además, era muy bonita, muy minimalista.

Mi padre y su esposa Lena. Vendrían más tarde, también, a pasar algunos meses aquí.

Mientras abría la puerta le mande un mensaje al grupo de Instagram que tenía con mis primas para avisar de que ya estaba aquí. Cuando abrí me encontré con un montón de globos y un cartel que decía "¡¡Hola verano!!", y entonces casi me morí de un infarto, mis primas salieron de debajo de la mesa del salón y gritaron "¡¡¡¡¡¡¡¡¡SORPRESA!!!!!!!!"

-AHHHHHHHHHHHH- grité con todas mis fuerzas.

Obviamente, ellas empezaron a reírse.

-ja, ja muy graciosas- ironicé- sabéis que podría haberme muerto de un infarto, perfecto para empezar el verano-

-tan dramática como siempre- me dijo Sofí, mientras me abrazaban.

-oye, yo no soy dramática, de verdad que me podría haber muerto- dije haciéndoles mala cara.

-ya... en fin lista para empezar el mejor verano de nuestras vidas- dijo Lucia con una amplia sonrisa.

La verdad es que las quería un montón, que triste que nos viéramos solo en verano.

-SIIIIIII- grité, estaba superfeliz de que hubieran llegado las vacaciones de verano.

-Ahora que lo pienso, tú no tienes que estar en media hora en el club de tenis?- me pregunto Sofí con diversión en los ojos.

Al principio me quedé pensando, hasta que me recordé de que empezaba hoy el trabajo, y que solo tenía media hora para prepararme y llegar allí a tiempo.

-Ohhh nonono, me había olvidado. Genial. Llegaré tarde el primer día de trabajo.- dije mientras corría por las escaleras, intentando no resbalarme. Desde mi habitación pude oír como mis primas se reían de mí, le puse mala cara a la pared.

Me vestí en tiempo récord. Mi outfit ese día se basaba, en una camiseta que me iba gigante sobre unos pantalones cortos que no se veían. Ni siquiera me maquillé.

Baje a toda velocidad y menos mal que mis primas habían pensado en mí una vez en su vida y me habían preparado un bocata de Nutella que me comí por el camino. Ellas me vendrian a ver en unas horas.

Cuando llegue, sigo sin saber por qué, llegue casi 10 minutos antes de que empezaran.

Para matar el tiempo cogí una raqueta con la idea de practicar un poco antes de que llegaran los demás. He dicho ya que tengo una suerte pésima, en cuanto impulsé la raqueta hacia atrás note algo duro, me gire de inmediato y allí había... un chico.

Oh no.

Le había golpeado con una raqueta en la cara a un chico.

-Oh no... p-perdona, no t-te había visto yo...- dije, me intento sonreír, pero pareció más una mueca.

Le sangraba el labio, como podía ser tan torpe. Lo acompañé a la fuente que había al lado de la pista.

-En serio que lo siento muchísimo, soy muy torpe, si quieres puedo ir a buscar tiritas o no sé... hielo?- de verdad que lo sentía mucho.

Negó con la cabeza.

-No tranquila, no es nada- de nuevo intento sonreír inútilmente, porque no le salía.

-sí que es, es mucho. Se te está inflando el labio. Lo último que quiero es tener en la conciencia que te tuvieron que extraer el labio por mi culpa...- lo dije con un puchero.

Y entonces él hizo lo que menos me esperaba que hiciera en ese momento, se empezó a carcajear.

-¿Que es tan gracioso?- esta vez me moleste un poco. ¡Se estaba riendo de mí! Yo estaba allí toda preocupada y él se ponía a bromear. Esto me pasaba por ser tan inocente.

-No, no te enfades perdón, es que me da risa tu cara de terror. Es solo un corte, tranquila, no me moriré.- me lo dijo con una sonrisa de lado donde no tenía el corte.

-Seguro?- Volví a ser la típica incrédula.

-Nunca te han dicho que eres muy dramática?- me lo dijo con diversión en los ojos.

-Nunca te han dicho que eres muy pesado?- contraataque.

-Eres monitora?- cambio de tema.

- Sí, voy a trabajar aquí este verano-

-Yo también-

Y en ese momento lo inspeccioné, estaba de caras al sol, con los ojos un poco entrecerrados, pero aun así se podía ver su azul brillante de sus iris, tenía una mandíbula marcada y labios finos, era alto, bueno o yo era una enana. Era guapísimo. En ese momento me empecé a poner nerviosa. No era muy buena en relacionarme con los demás, sobre todo si era un chico guapísimo al que había golpeado con una raqueta.

-Tendríamos que ir al club, estarán a punto de llegar- me corto mis pensamientos cuando ya lo estaba mirando un poco más de lo estrictamente necesario.

-vamos- dije ruborizándome por la cagada que había hecho con la raqueta.

Fuimos tranquilamente caminando en silencio. Hasta que me di cuenta de algo.

-Me llamo Bella, por cierto- dije forzando una sonrisa, de verdad estaba muy nerviosa y ni siquiera sabía por qué.

-Dylan, un placer- me dedico una sonrisa que envió electricidad por todo mi cuerpo.

Seguimos en silencio el resto del camino, que por cierto no era muy largo.

Al llegar nos presentamos a los niños y enseguida nos separaron, ya que yo tenía que encargarme de los niños de 2 a 4 años y él a los de 13 o 14.

En ese momento estábamos todos en la pista de tenis, ya me había encariñado con todos los bebes, ¿cómo podían ser tan monos?, pero en especial una niña llamada Lola de 4 años me cayó genial, era una monada.

No paraba de echarle miradas al Dylan que estaba en el otro lado de la pista con los demás niños, la verdad es que lo adoraban, y eso que esos niñatos eran bastante malcriados y pijos, a veces me caía mal la gente con tanto dinero.

Unas horas más tarde, los mayores fueron a la piscina a merendar, y a mí me toco transportar también todos los niños pequeños hasta llegar allí. Claro, había algunos que todavía no sabían caminar bien, así que tenía que llevarlos en brazos.

Llevaba a los últimos 2 niños en brazos. Pero los muy estúpidos me estaban tirando del pelo, y empezaba a doler, además no paraban de retorcerse y gritarme en el oído. Justo estaba perdiendo la paciencia cuando vi a Dylan corriendo hacia mí.

-Espera, te ayudo- me dijo

Y en ese momento todo paso lentamente, el niño que tenía a mi izquierda empezó a soltarse y poco a poco a resbalarse por mi brazo, y de repente Dylan se abrazó a mí por el lado izquierdo para evitar que se cayera al suelo.

Mi corazón se paró cuando él me rodeo mejor con los brazos, cualquiera hubiera dicho que era mi marido y mis hijos. Me ruboricé ante el pensamiento.

Después de unos segundos él cogió el niño de mi izquierda para llevárselo a los brazos.

Y así caminamos hasta la piscina, uno al lado del otro, con cada uno su niño. Podía sentir nuestras manos rozándose, ya que el camino era estrecho.

Llegamos a la piscina que prácticamente estaba al lado de la pista, solo tenías que bajar una rampa.

Y lo que me faltaba... mis primas estaban allí y por como me miraban supe que habían visto cuando Dylan me abrazo, de qué manera la había cagado. Empezaron a subir y bajar la cejas, lo único que pude hacer fue suplicar para que el Dylan no hubiera visto eso y más tarde matar a mis primas.

No paso mucho más después, nos fuimos a casa al acabar mi turno como monitora.

Cuando estaba a punto de ir a dormir solo pude pensar en una cosa... Dylan.

Cada verano tiene su historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora