Voces del mañana

VIII

Han convertido la belleza en condena,
se han satisfecho con melodías que surgen de osamentas.

¡Ah!, claro, existen razones.
Cuando en su piano suena la muerte,
cuando en sus jaulas se canta al encierro,
¿sabrán entonces los motivos?

¿Y si fueran sus hijos?
como ignorantes de sus piernas veloces
fueran sus pasos aletargados.
Y como canto extendieran risas

que marchan libres,
lejos del barrote que las vio salir.
Y lejos de volver
se marchan en busca de un porvenir.

Y si de gran oído el creador los dotara,
¿serian capaces de escuchar dolores ajenos?
Y si cuernos les creciera,
¿los cortarían para endulzar su oído?

¡Ay!, hombres, vuestra vida es la muerte,
vuestra felicidad tiene base en la desdicha
y vuestros placeres os consumen...

¡Sois una llama ardiente en medio de un pajal!