Capítulo I: 'El Suceso'

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A pasos de la Muerte, a pasos del frio acero de la Parca, a minutos de ver mi fin, todo solo por ser diferente, por tratar de no ser uno más del inepto montón de gente de ese pueblo. Juzgado y condenado a pena de muerte, sólo por la envidia que sintieron algunos. Éste es mi fin, éste es el fin de Hiyama Haru.

Sigo mi camino, apresurando a mi caballo, para que me aleje del frío abrigo de la muerte, cuando de repente me golpeo con una rama y quedo inconsciente sobre el caballo. Vienen a mí los recuerdos, memorias de un pasado que fue precioso hasta ese fatídico día, en el que nos mudamos de Shirotsuji a Vlader. Una mudanza que hasta antes de ese día esperé con ansias, ya que siempre quise conocer la legendaria tierra de las fantasías de Nobi, la tierra donde los más bellos versos fueron escritos, una tierra rica en cultura, o eso era lo que creía hasta mi primer día en la secundaria Yamamoto. El diablo mismo se presentó ante mí ese día, Kudo Takeshi, un gorila de un metro setenta y cinco, cuando lo vi, supe que debía alejarme de él, pero claro, mi instinto de hacer amigos se activó, conversé con él un momento, se veía como un sujeto decente, tranquilo, se podría incluso decir que frágil, pero todo era parte de su plan maestro para verse débil, siendo que tenía el cuerpo de una persona de 18-19 años, y teníamos tan solo 14. Con tan solo esa pequeña charla, me di cuenta que era un ser despreciable, un lastre para la sociedad, por lo que me alejé, esperando nunca más volver a verlo. Después de ese extraño encuentro, me dirigí a buscar mi sala. Al encontrar el salón, me topo con el ser más bello jamás visto antes sobre la faz de la tierra, Fuwa Momoka, simplemente su ternura me cautivó, sus hermosos ojos color verde, su pelo castaño liso, era la mujer perfecta. Me acerco para hablar con ella, cuando aparece una sombra de un gorila, supuse y estaba en lo cierto, era Kudo-san. Por lo visto Kudo-san y Fuwa-san se llevaban muy bien, por lo que supuse que eran solo amigos, pero no era así, cuando Kudo-san me divisó en el salón, no dudó en ir a presumir que conocía mujeres o eso pensé, hasta que me la presenta como su prometida, quedé impactado, como era posible que un ser tan perfecto como ella estuviera con alguien tan mandril como él. Me había enamorado de ella, al primer instante, y por eso el solo pensar que algún día sería la esposa de Kudo-san era algo que me provocaba depresión.

A la semana de conocer a Kudo-san, me volví un blanco recurrente de sus bromas, bromas algo infantiles, me robaba los lápices, me corría la silla, pero poco a poco fue subiendo su intensidad en las bromas, llegando a tomar mi mochila y quemarla. Pero cierto día las bromas cesaron, fue un día extraño, Kudo-san se veía ensimismado, tan así que no molestó a nadie en todo el día. Al día siguiente entendí por qué estaba así, fue convocado para pelear en la Gran Guerra, una guerra que llevaba ya más de 20 años, la guerra contra el Reino de Goruden Akuma, un país vecino que intentó tomar al país y asesinar al Rey, que en ese entonces tenía solo 10 años. En cierto modo comprendí a Kudo-san, ya que antes de mudarme, mi único amigo también fue convocado a luchar en la guerra, y tenía la misma expresión. Pero comprenderlo no iba a borrar la sonrisa de mi rostro, al saber que iría a pelear en la guerra, y que era muy probable que muriera. Pero lamentablemente no ocurrió, él estaba vivo, y me estaba persiguiendo, para que el que muriera fuera yo.

Apresuro a mi caballo, ya estábamos cerca del río Rin, un río que tanto Nobi como yo maldecíamos, un río donde aparecían los monstruos más horribles que nadie jamás imaginó. Empiezo a perder la vista, el golpe con el árbol, fue muy fuerte. Cuando llegamos, seguimos río abajo, y perdí el conocimiento. Comencé a recordar lo que ocurrió allí hace tan solo 7 meses. Ese fatídico día hace siete meses, empezó como uno normal, un día de escuela. Mi casa quedaba alejada del pueblo, y uno de los caminos más cortos para llegar al pueblo y a la preparatoria, consideraba pasar por uno de los brazos del río Rin, el brazo más grande del río más grande de la isla. Tomé ese camino, y me fui por un costado del río. El nivel de agua estaba bajo, en comparación con otros días, aun así cruzarlo a pie era complicado dadas las corrientes, pero al tener buen agarre era pan comido. De repente diviso a lo lejos unas siluetas, me voy acercando de a poco, debido a que estaban de paso por mi trayecto. A medida que avanzo, alcanzo a distinguir que eran dos personas, al otro lado del río. Cuando estoy lo suficientemente cerca, en el punto en que ambos lados del río estaban lo suficientemente cerca para observar y distinguir bien los objetos del otro lado , presencie el acto más enfermizo que jamás había visto en mi vida, era Kudo-san, junto a una mujer, estaba de rodillas llorando, hasta el lugar donde estaba escuchaba sus sollozos. En un principio creí que la estaba ayudando, por lo que me detuve en caso de que la señorita necesitara más ayuda, pero lo que presencie fue la escena más grotesca jamás vista, Kudo-san no la estaba ayudando, él era la causa de los sollozos, asesinó a su bebé, pude distinguir al bebé muerto y mutilado en el suelo, y ahora estaba violando a la pobre mujer. La mujer gritaba que la dejara en paz, que la matara de una buena vez y no la hiciera sufrir más, ya que aparentemente la llevaba torturando un buen tiempo. Dicho eso Kudo-san procedió a degollarla, y una vez hecho eso, siguió violándola. No pude seguir observando, quería vomitar, en verdad Kudo-san era un monstruo, un ser repulsivo que merecía todos los castigos infernales que existieran. Eso era tan solo la punta del iceberg, no era nada comparado con lo que descubriría después, y gracias a esos descubrimientos mi vida estaba en peligro.

LOVE: Amai FukushuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora