que quería?, ¿ser arara por otro hombre?, ¿Entregarse como una puta lujuriosa y sin vergüenza? Se sentía bien hacerlo.
"Aaaa, si oh si" Kushina gimió cuando sus movimientos se hicieron más violentos.
Desde la entrada vaginal hasta cuello uterino, la polla se abría paso. Apretado y caliente; se sentía como penetrar un cuello de ganso. Ayato le dio un beso en el cuello alto. Ella se estremeció al sentir la boca caliente, las lamidas, el cómo mordía su cuello y como la succionaba. Al final de dejo una marca roja, como su cabello.
Se sentía tan sucia mientras se venía, debajo de su amante, como lo había hecho tantas veces. Su mente estaba en blanco.
"Me voy a correr." Ayato, en la vuelta final, empezó a hundirse con más violencia dentro de ella.
"Hazlo a dentro." Kushina le ofreció sus entrañas antes de abrazar sus caderas con sus piernas, y sus brazos a su cabeza.
Los dos se dieron un beso francés. Ayato embistió por última vez antes que un chorro de espermas se liberara, llegando hasta el útero. Kushina sentía el semen caliente y salvaje manchando desde su matriz hasta su vulva, pasando por sus óvulos.
Después de ser llenada, su respiración era pesada, las gotas de sudor caían por su cuello o se deslizaban por su cuerpo. Sin embargo, su punto dulce aún estaba caliente y pedía más. No sabía cuánto tiempo había pasado; pero cuando Ayato continúo embistiendo, se perdió en un frenesí de sexo, besos, lenguas y los mejores orgasmos de su vida. Por cada vez que se corrió dentro de su coño, ella al menos tuvo tres o cuatro orgasmos.
Cuando le parecían que habían pasado horas embistiéndola, Ayato se hizo a un lado y la beso. Después de morder los labios de kushina y jugar con su lengua, metió dos dedos en el coño, empezando a masturbarla.
"Se siente tan rico. Por favor, hazlo más duro, Ayato." Kushina suplico.
"Eres una puta lasciva. Tu hijo tiene a una zorra por madre. Si quieres que te vuelva a coger, ¿porque no me muestras ese culo tuyo?"
Kushina sonrió. Se voltio para apoyarse sobre sus cuatro patas. Alzo su culo regordete y redondo. Su cabeza estaba tan abajo, que su frente tocaba el borde de la mesa, como si se estuviera entregando en un ritual religioso. Se sentía tan bien, como una de las estrellas porno que veía lista para firmar su nuevo éxito. Minato nunca creería que su esposa fuera capaz de algo como esto. De nuevo, Ayato la agarró por las caderas. Abofeteó el culo con su polla, después entro hasta el fondo de un tirón.
"Ah, que rico, papi. Que rico, Ah, dame más duro." Kushina se sentía como una estrella mientras era follada como una perra.
Ayato embestía frenéticamente. Su interior era caliente, resbaloso y muy húmedo, las gotas se escurrían hasta la mesa. La polla se resbalaba, llegando al útero. Las coletas de Kushina se habían desvanecido y ahora su cabello se sacudía libre. Ayato agarro sus dos brazos y la levanto, usándolos como manubrios para que su gruesa barra de carne llegara hasta el fondo de su útero.
Kushina estaba en un nirvana sexual: un frenesí de orgasmos en cadenados. Ayato la embistió, como un hombre poseído mientras ella tenía múltiples orgasmos. Gemía y aullaba debajo de su amante. No tenían vergüenza en follar como perros callejeros. Con un gruñido, Ayato introdujo todo su tonelaje en el interior antes de bañar las entrañas con su espeso esperma.
Los dos descansaron unos segundos, recuperando el aliento.
Ayato se levantó para vestirse, en realidad, nada más se subió el pantalón.
"No estuvo nada mal. Te dejare mi número por si te vuelves aburrir de ser una ama de casa y quieres volver a sentirte una puta. Ah. Por cierto, a esta hora, este lugar ya casi cierra." Volteo para ver a Kushina, quien aún seguía acostada. Entre sus piernas abiertas, se podía ver como se derramaba el semen desde su coño. Y, en su cara, tenía una expresión acabada. "Si los encargados te encuentran así, podrían follarte un poco antes de dejarte ir."
Una vez que recupero el conocimiento, kushina, con su vestido mal puesto, salió del karaoke. por lo visto, Mikoto Y Mebuki se fueron hace mucho, porque no las encontró en ningún lado.
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Mientras caminaba de regreso, el sol ya estaba saliendo.
Kushina caminaba con aspecto desalineado y su cabello despeinado hacia todas partes.
Considero ser honesta y confesarlo todo, pero se dio cuenta de que no podía.
Nada más pensaba en llegar a la casa de Mebuki para tomar una ducha rápida, cambiarse de ropa y ocultarlo todo a Minato.
El lunes por la tarde, después de una discusión de pareja y una reconciliación en el fin de semana, Kushina logro ocultar su secreto.
Como las marcas rojas estaban en la parte alta de su cuello fue fácil cubrirlos con su cabello.
De seguro, sus amigas estuvieron muy ocupadas disfrutando la noche como para estar atentas a ella.
Entonces Kushina limpiaba los platos tranquilamente, con su ropa de ama de casa, hasta que recibió un mensaje.
Ayato: Oye zorra carmesí, ¿tienes libre el próximo sábado? Quiero volver a follar tu coño.
"Em mmh" Kushina se mordió el labio mientras llevaba su mano a su palpitante vulva. "¿Así que, así se siente ser una zorra?"