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En el aire flotaba una melodía alegre y pegajosa, proveniente de la televisión que mostraba un animado grupo de personajes coloridos. Estos se movían con entusiasmo al ritmo de la música infantil, sus movimientos vibrantes y llenos de energía atrapando la atención de un pequeño niño, que no podía tener más de cinco años.

El niño, con su cabello rubio ceniza desordenado y unos ojos de un rojo profundo que brillaban con inocencia, se encontraba de pie frente al televisor. Sus pies descalzos golpeaban ligeramente el suelo, siguiendo el compás de la canción mientras su cuerpo entero se balanceaba con entusiasmo. Su voz melodiosa tarareaba las letras, a veces olvidando algunas palabras, pero siempre con una dulzura encantadora que llenaba la habitación de vida. Movía sus brazos y piernas con una gracia desenfadada, sus intentos de imitar a los personajes en la pantalla resultaban en torpes pero adorables giros y saltos.

Sentado cómodamente en el sofá, un Omega observaba a su pequeño hijo con una sonrisa suave dibujada en su rostro. Vestía una camiseta holgada y unos pantalones casuales, el atuendo perfecto para una tarde relajada en casa. En sus manos sostenía una taza de té, el vapor ascendía en espirales tranquilas, pero sus ojos estaban fijos en el espectáculo improvisado frente a él. 

El Omega, Shoto, dejó escapar una risa cálida y sincera cuando el niño, en un intento de girar como los personajes animados, perdió un poco el equilibrio y terminó dando un pequeño tropiezo. Lejos de desanimarse, el pequeño Katsuo levantó la vista hacia su madre, sus ojos brillando de emoción. 

De repente, un sonido familiar rompió la tranquilidad de la escena: el timbre de la puerta resonó por toda la casa, interrumpiendo la melodía que llenaba el aire.

Shoto se levantó del sofá con suavidad, dejando la taza de té sobre la mesa de centro, y se dirigió hacia la puerta. Al abrirla, su mirada se encontró con una sonrisa tan radiante que parecía iluminar el mundo a su alrededor. 

Izuku.

― ¡Tío Izuku! ― exclamó Katsuo, sus ojos chispeantes de emoción al ver a su tío favorito. Se lanzó hacia Izuku, envolviendo sus piernas en un abrazo efusivo que casi lo hacía perder el equilibrio.

― ¡Katsuo! ― respondió Izuku, inclinándose con una sonrisa cálida para envolver al animado niño en un abrazo reconfortante. Su voz, llena de cariño y afecto, resonaba en la entrada mientras le pasaba la mano por el despeinado cabello del niño. — ¡Cómo has crecido!

Katsuo se separó lentamente del abrazo, su pecho inflado de importancia.

― ¡Lo sé! ― proclamó con entusiasmo, plantando firmemente sus manos en las caderas como un pequeño superhéroe. ― ¡Pronto alcanzaré a mamá!

Con una risa juguetona, Katsuo se puso de puntillas, estirando el cuello en un intento gracioso de parecer más alto. Izuku se rió ante el gesto, desordenando con cariño el cabello del niño.

― ¡Estoy seguro de ello! ― exclamó Midoriya, levantándose con un estallido de risa.

― Qué bueno que hayas venido, Izuku ― comentó Shoto, observando la escena con diversión en su rostro. Se movio hacia un lado para que Izuku pasara y luego cerro la puerta. 

Katsuo continuaba intentando alcanzar la altura de su madre, pero tras varios intentos fallidos, su rostro se transformó en una mueca de frustración. Cruzó los brazos y frunció el ceño, una actitud que combinaba la desilusión con la tenacidad.

― Me llamaste y vine ― respondió Midoriya con una sonrisa sincera, siguiendo a Shoto mientras entraban juntos en la casa. 

Una vez en la sala, Katsuo corrió a su caja de juguetes con pasos rápidos y entusiastas. Con un gesto de gran importancia, sacó con cuidado su muñeco de All Might y Deku, sosteniéndolos frente a él con orgullo desbordante. Sus ojitos brillaban mientras mostraba a su tío los héroes a los que más admiraba. Moviendo los muñecos en el aire, le mostró a Izuku lo mucho que apreciaba a ambos.

Maldito Secreto [ BakuTodo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora