Me dirigía a paso lento hacia mi cabaña, mi Ushaka y vestimenta estaban cubiertas de nieve gracias a la gran nevada que cubría la ciudad de San Petersburgo.Había salido de mi hogar a recoger algo de leña para poder prender la chimenea, en camino a regresar a ella me topé con Sigma-san, quien llevaba una bufanda lila que contrastaba con su pelo y unas orejeras para proteger sus oídos del frío que invadía el lugar, al saludarlo con una pequeña reverencia, me miró con unos ojos desolados, tristes, como si sintiera lástima por mí.
—Sigma-kun, ¿te encuentras bien?
Le pregunté mientras levantaba una ceja en señal de duda.
—S-sí, perfectamente bien, no te preocupes.
Luego de una pequeña pausa, agregó, susurrando, mientras pequeñas gotas de sudor corrían por su frente.
—Ehh...si la pregunta no es muy incómoda para tí...¿Te sientes mejor después de lo sucedido?
¿Lo sucedido?
Miré a Sigma con extrañeza, no entendía lo que quería decir con eso. A pesar de estar minutos pensando en lo que significaban sus palabras, no pude llegar a una conclusión coherente o precisa.
Sigma notó que me estaba demorando en responder, entonces, se empezó a poner nervioso y entre balbuceos, exclamó:
—M-mejor olvídalo, no medí bien mis palabras, ¿t-te parece si hablamos después?
Se notaba que quería evadir el tema a toda costa (a pesar de haberlo este propuesto) así que solo asentí con la cabeza y, seguido de esto, cada uno siguió su propio rumbo, aunque Sigma tenía una expresión de vergüenza antes de irse, casi como si pensara que esa pregunta me había incomodado pero, ¿por qué iba a hacerlo?
Mientras caminaba, más pensamientos y preguntas se me venían a la cabeza, ¿qué es a lo que Sigma quería llegar con su pregunta? ¿Por qué él estaba tan nervioso? Y sobre todo...
¿Qué era "lo sucedido" y por qué me tendría que incomodar tanto?
Ya de noche, frente a la puerta de mi cabaña, dejé caer la madera al suelo y abrí la puerta, al abrirse esta, un olor a chocolate inundó mi olfato, dentro de la cabaña me esperaba Kolya con una cálida sonrisa, sentado en un sillón, mientras dos lindas tazitas de chocolate caliente estaban colocadas sobre una pequeña mesita de la sala principal.
Recogí la madera del suelo y me adentré a la cabaña, una leve sonrisa se dibujó en mi rostro mientras veía como Gogol se levantaba de su asiento y me ayudaba con los troncos de madera.
—Debes estar exhausto después de estar tanto tiempo caminando en la nieve...déjame ayudarte, Dos-kun.
Solté una pequeña risita tras escuchar su pedido, ¿cómo podría negarme a una petición como esa? Con una sonrisa en mi rostro, asentí.
Una vez de haber colocado la leña y prender la chimenea, ambos nos relajamos en el sofá, cansados del peso de la leña.
Me incliné y le pasé una de las tazas de chocolate caliente a Kolya, él lo recibió gustoso. También empecé a beber la mía, el sabor era simple pero agradable al gusto.
—¡Me alegro que le haya agradado, Dos-kun! La verdad es que no soy muy bueno preparando bebidas, así que temía que no le gustase.
Giré mi cabeza y miré a Kolya con confusión, mientras observé como la cabeza de mi acompañante también se volteaba hacia otro lado, algo apenado.
Entonces, para romper el hielo entre ambos, se me ocurrió una idea.
—Kolya, ¿te apetecería bailar conmigo?
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La Cabaña De Los Muertos
NouvellesFyodor tiene una vida muy rutinaria en San Petersburgo, ¿no creen? Lo bueno es que él tiene al lado a su queridísimo Gogol, para siempre y por siempre, haciéndole compañia hasta el final de su miserable vida.