Cap. I

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"Indecisa, con miedo y muchos pensamientos que querían hacerla cambiar de opinión. Pero ya estaba decidida. ¿Qué haría después? ¿Qué pensarían todos? Ver un cuerpo inmóvil en el piso no era una imagen que muchos quisieran ver al despertar. Pero ella estaba en su límite, quería cambiar, quería otra vida fuera de las desgracias, o volver a ese ciclo infinito donde no crece y vive en aquellas casas aledañas al rio por el resto de sus días. Sin tristezas ni remordimientos, quería volver a casa, descansar de la vida. Siempre quiso morir, siempre se vio a sí misma en un ataúd, una tumba que aún no tenía nombre porque jamás se sintió como una persona con una verdadera identidad. Jamás supo cuando lograría morir y si ese momento finalmente sería el definitivo. Pensaba, ¿Cuál de todos sus nombres estaría en la pequeña lapida que sobresaliera del montón de tierra que la cubriría? Ese manto donde la gente dejaría flores, aquel que cubriría su cuerpo mientras su alma descansaba en algún lugar que prevalecía en su infancia, ese lugar donde nadie la había dañado. Donde no podía tener recuerdos infelices, solo ella, riendo, disfrutando el descanso eterno.

Pero todo era un sueño, un sueño que necesitaba alcanzar si sus nombres seguían manchándose innumerables veces.

Maeve no fue su primera, Maeve no era la única que murió en alma y quizá Darien no sería la última.

Ella no se reconocía como Maeve, ni como Hannah ni ninguna de las otras. Quizá no era nadie, quizá era todas a la vez."

Las Mariposas Tambien Mueren©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora