Noche.

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Silenciosa vuelve a morar sobre nosotros, la noche

Que infinita se extiende hasta donde se aprecia el horizonte

Reclamando el dominio absoluto de los cielos

Vistiendo un luto elegante para el funeral de Helios

Se abre paso la noche, en un sutil abrigo de terciopelo negro

Tan letal como frío, tan ajeno y a la vez tan mío

Me envuelve como a los días, en halos de nostalgia y velos de melancolía

Los oniros acechan, me absorben la vida

Miro por la ventana, como las estrellas brillan ilusas

¿A dónde van los sueños, a donde escapan las musas?

¿Por qué me ha invadido esta profunda sensación de ausencia?

¿Qué alguien me diga si tiene sentido la existencia?

Penetro entonces en la nicte para contemplar a mi amada Selene

Observando entre las nubes, sentado desde la tierra inerte

Despliego mis alas, vuelo hacía ella para danzar en su vientre

Pero la oscuridad de la nicte es reflejo de muerte.

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