¿Por qué tú no?

176 39 9
                                    

Hipo.

-¿Ya estás listo?-Levanté la cabeza en señal de que le estaba escuchando, más no le respondería hasta unos poco segundos después.

-Sí-Me colgué al hombro el bolso de cuero que ya llevaba un tiempo ocupando.

Las horas ya habían pasado, el sol ya había salido, y al horizonte ya no se divisaba ninguna embarcación perteneciente a nuestro pueblo. Yo me encontraba terminando de preparar mi bolso con algunas cosas que probablemente necesitaría, como vendas, ungüentos, y algunas otras cosas para después del entrenamiento, pues aún debía de volver al bosque a por las hierbas que me faltaban.

Patán me miraba apoyado sobre el marco de la puerta, ya impacientándose por lo mucho que me tardaba, según él, quien sólo había llegado hacía unos dos minutos. Me había sorprendido bastante el verlo a esta hora, y en especial de que viniera a buscarme, aunque como luego había mencionado que mi tío se lo había pedido yo sólo pude asentir. Mi tío siempre había querido que nos llevásemos bien, y puede que gracias al cambió de trato de Patán hacia mí eso se vaya a lograr. No sería el logro más grande del mundo, pero al menos nuestros padres estarían felices de vernos congeniar al menos con familiaridad.

-¿Qué tanto llevas allí?-Me preguntó señalando mi bolso.

-Cosas que necesito. Mi tío todavía necesita que le lleve algunas cosas, por lo que iré al bosque después del entrenamiento-Le aclaré para no darle una respuesta incompleta.

-Veo vendas-Me diría.

-Por precaución-Él asentiría a mis palabras, entendiendo completamente a lo que me refería.

Podría ser un tonto, alguien problemático y que muchas veces se comportaba de forma infantil, pero mi primo sabía bien sobre la importancia de cuidar bien de una herida. No por nada él llevaba un pequeño rollo de vendas en sus bolsillos. Al ser hijo del mejor curandero de la aldea le había dado cierta fama entre los jóvenes, pues no faltaba que cualquiera se le acercara con alguna pregunta vergonzosa, o con una herida mal cuidada. Era divertido ver como los regañaba.

-¿Estás seguro de ir?-Preguntaría para mi sorpresa en el trayecto.

Y la razón por la cual muchos esperaban que siguiera los pasos de su padre era que siempre se preocupaba por los más débiles. No lo demuestra, claramente. Lo ocultaba tan bien que yo mismo no tenía idea de la verdadera preocupación que sentía por mi y por otros hasta que se descubrió lo que realmente soy.

-Bueno, debo de intentarlo al menos. No deseo quedarme el día entero sentado en mi casa tejiendo como si fuese una abuela-Le respondí, cosa que no pareció convencerlo. No planeo decírselo, pero su preocupación puede llegar a ser demasiado obvia.

-Es peligroso-

-No sólo para mí-Me volteé entonces para verle-Patán, entiende que yo no quiero ser sólo una esposa obediente o amo de casa. Si mi padre quiso que yo entrenara junto a los demás, entonces fue por algo. Haré lo mejor que pueda para mejorar mi condición física, y te prometo que seré lo más cuidadoso que pueda. Sólo apoyame, ¿Sí?-Le extendí la mano como si de un trato se tratase. Él me miró con los ojos bien abiertos.

Una de las pocas cosas que teníamos en común era que ambos habíamos sacado los ojos de nuestras madres. Papá y mi tío tienen una combinación entre verde y azul en sus ojos, pero aún con eso yo saqué los ojos verdes de mi madre, mientras que Patán había sacado los celestes de su madre. Y los ojos de mi tía se caracterizaban por la nula maldad que en ellos habitaban.

Él no se veía seguro, pero con lentitud aceptó mi mano, y juntos realizamos un pequeño apretón. Cuando nos separamos volvió a caminar a mi lado, y con una sonrisa juguetona despeinó mi cabello.

Cómo entrenar a tu corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora