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  Estaba mirando por la ventana del autobús, era un día bastante frío y había poca gente en las banquetas de la calle, supongo que la mayoría estaba en su propio auto o ya habían llegado a su trabajo o escuela. La verdad no lo sé, ni me interesaba saberlo, siendo sincero.

A Liar's Funeral se reproducía a todo volumen en mis oídos, me dolía la cabeza y no podía escuchar nada de lo que pasaba a mi alrededor; esa era la parte favorita de mi trayecto a la preparatoria.

Estaba perdido con la vista en la ventana, dormido con los ojos abiertos, pues no prestaba atención a nada de lo que ocurría delante o detrás de mí. Hasta que sentí a alguien sentarse a mi lado. Salí de mi trance y me quité uno de los audífonos, girando la cabeza para ver quién estaba a mi izquierda.

Creí que vería a alguno de mis amigos que también tomaban este bus, pero no. Era un extraño. Un desconocido que no podía importarme menos, pero lo evalúe un poco. Habían varios asientos sin ocuparse, así que me extrañó un poco que decidiera sentarse al lado mío. Pero quizás estaba sobrepensando.

Lo vi unos segundos hasta que él también me vio. Y me dedicó una sonrisa.

Quizá fui el chico más grosero que haya visto jamás pero no pude sonreírle de vuelta, así que coloqué de nuevo el auricular en el oído y mis ojos dieron directo con la ventana otra vez.

Ahora sonaba Custer. Ahora sí sonreí, que ironía, y murmuré la letra de la canción hasta que dos minutos después llegué a mi parada. A mi amada (no) preparatoria.

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Casualidad sin objetivo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora