Capítulo 4

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Los pasillos de la Academia Outwood nunca habían estado tan silenciosos.

Era un viernes y todo el mundo estaba en el gimnasio viendo la acción que se desarrollaba en la cancha. El eco de los zapatos de cuero de Harry rebotaba en las paredes mientras caminaba vacilante por el pasillo, tomándose su tiempo y echando un vistazo en cada aula.

No fue hasta que llegó al aula de arte cuando vio el familiar nido de cabello castaño. Sonrió para sí mismo antes de irrumpir en el aula. Louis no saltó de sorpresa, simplemente levantó una ceja, divertido, antes de volver a chupar una piruleta marrón claro.

—¿Por qué no estás animando al equipo local? —preguntó Harry mientras entraba en la habitación, pasando la mano por encima de unos materiales de arte que la señora Horlyck había dejado expuestos.

Echó una mirada furtiva a Louis, quien estaba recostado en los cajones apoyados en la pared, justo debajo de las enormes ventanas de cristal que servían de mirador y ofrecían una excelente vista del campo de fútbol. El campo estaba cubierto de nieve que llegaba hasta los tobillos, por lo que Harry suponía que Louis no podría jugar al fútbol hasta finales de febrero.

—Me aburro —respondió Louis con displicencia, masticando la piruleta mientras se ocupaba de navegar por el teléfono.

Harry ahora estaba a menos de un metro de distancia. Se apoyó despreocupadamente contra los cajones, mirando por encima del hombro del omega e intentando ver lo que estaba mirando.

Louis movió la cara antes de que pudiera ver la pantalla.

—A mí no me pareció que estuvieras aburrido —señaló Harry, enfurruñándose un poco mientras Louis ponía los ojos en blanco—. Parecía que te estabas divirtiendo con Malik.

—Z me estaba contando que su colegio está construyendo un estadio cubierto para poder jugar fútbol incluso en invierno. Leeds es jodidamente genial.

Las cejas de Harry se levantaron con sorpresa. Así que en realidad sólo eran cosas de fútbol.

Se distrajo momentáneamente al ver cómo Louis sacaba la lengua y lamía la piruleta cubierta de saliva. Estaba tan distraído que casi se pierde el siguiente comentario.

—También me pidió una cita.

Harry no pudo evitar golpearse dolorosamente en el brazo contra la esquina de los cajones.

—Él... ¿Qué?

Louis se encogió de hombros, sacándose de la boca el palo de la piruleta, ahora vacío de cualquier caramelo y resbaladizo por la saliva. Apuntó y lanzó el palo al cubo de basura que había junto al escritorio de la señora Horlyck. Fue un tiro perfecto, incluso más perfecto que el de tres puntos que Harry había presenciado antes.

—¿Has dicho que sí? —preguntó Harry, negando con la cabeza. No, no dejaría que el omega lo distrajera. Se apoyó en el borde de los cajones y se inclinó más cerca de Louis—. ¿Y bien?

—Estoy bromeando, Harold —dijo el omega después de un momento, una sonrisa soleada se extendió por su cara mientras Harry se quedaba con la boca abierta.

Sólo pudo sacar sus hoyuelos de alivio al ver que los hombros del omega temblaban por la risa.

—Aunque me invite a salir, no le voy decir que sí.

—¿Sí? —preguntó Harry, casi sin aliento.

Louis negó con la cabeza antes de clavar un dedo en el centro del pecho de Harry.

—No cuando todavía soy inexperto y no me has enseñado nada que valga la pena conocer.

Harry se quedó mirando a Louis durante un rato más mientras le devolvía la mirada con firmeza. Una corriente eléctrica pareció pasar entre sus ojos. Harry miró rápidamente por encima del hombro hacia la puerta del aula. Había una pequeña ventana de cristal en la parte superior y cualquiera podía asomarse a la habitación si lo deseaba. Aquel hecho le hizo sentir un escalofrío.

Quite On The Contrary (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora