Capitulo 3
-Doncella-Su voz era ronca, se notaba que acababa de despertar, me miraba con curiosidad, me limite a mirarlo analizando cada uno de los rasgos de su rostro, tal vez solo era un sueño y yo estaba muerta, una visión y todo lo que pasaba por mi mente era causa de la desesperación, lo miré, a él, a sus labios, estábamos muy cerca y mi mente volaba por las miles de posibilidades que había de que me besara, a pesar de que lo tuviera prohibido, solo había besado a un chico, él me atrajo desde el primer momento que llegó al Adarve, no solo a mi, también a todas las demás mujeres que habitaban el castillo que había caído tras mi huida.
Él toco mi mejilla sacándome de mi ensoñación, lagrimas caían de mis ojos sin ningún motivo, bueno tal vez si lo hubiera, Hawke, no sabia donde estaba, tal vez muerto, tal vez con otra mujer, solo sabía que no cerca de mi, pero más bien lloraba por que el hombre que tenía delante me hacía dejar de pensar en él, sus suaves manos acariciaban con delicadeza mi cara como si se fuera a romper, como si fuera una porcelana.
Cada vez más cercano a mi, a pesar de ello, no hacía nada por impedirlo, su respiración se mezclaba con la mía, nuestros labios se rozaban, pero sin llegar al beso, la sensación que sentí con Hawke se volvía a repetir con aquél extraño que me había salvado.
un ruido en la puerta hizo que mi mente se enfriara, me separé rápidamente de él, note una voz aguda de una mujer joven y mi estomago se revolvió, el maldijo en una voz tan baja que solo los dioses podrían escuchar,-Príncipe esta ahí?-no se por que esa sensación cruzó mi cuerpo yo no era nada de el, de echo, no lo tenía permitido.
La puerta se abrió lentamente dejando ver a una mujer de aproximadamente unos 25 años, por sus ropas imagino que una criada, traía unas toallas en las manos y al verme allí casi se le caen-Discúlpenme, por favor, no sabía que estaba con la Doncella, salió lo más rápido que pudo de allí con un notorio sonrojo de vergüenza.
-Bueno en que estábamos- dijo para volver a pegarse a mi esta vez agarrando mi cintura, el fuego que se había apagado y convertido en cenizas volvía a arder dentro de mi, no solo por el, mas lo tenía prohibido.
Su cabello cayó en su cara y por inercia se lo coloqué en su sitio de nuevo el me miró con tanta intensidad que pude sentir el fuego arder en sus ojos y en mi interior que no duraría mucho pues la puerta se abrió descubriendo a un muchacho que conocía muy bien con la cara roja de rabia.- Como osas tocar a la Doncella hermano...