Capítulo 6.

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Cuando llueve también diluvia.

Mariana pensó y pensó, recostado sobre su gran cama mientras el cielo se entristecía fuera del gran ventanal.

Cuando Mariana era pequeño siempre miró cómo sus padres reprendieron a todos esos demonios que atormentaron las vidas de las personas. Él tuvo miedo.

Pero siempre fue reconfortado por su madre diciendo que Dios siempre estaba con él y nunca le pasaría nada. Así fue hasta que conoció a Slime.

Cuando esos hombres... Cuando ellos atentaron contra sus vidas no fue Dios quien defendió a Mariana y lo salvó. Fue Slime.

Fue Slime quien lo sostuvo contra su pecho y lo reconfortó. No su madre. Fue Slime quien estuvo con él y lo protegió. No Dios. No Dios. Él... No estuvo ahí.

Mariana recordaba el miedo y la horripilante sensación de temor y preocupación recorriendo su cuerpo. Los nervios y el sudor acumulándose.

Y después paz y tranquilidad.

¿Miedo? Aún temblaba de él.

Aún temblaba por Slime. Porque Slime no había sido misericordioso y en cambio él había acabado con la vida de sus atacantes. Pero si lo miraba desde otra perspectiva...

Mariana tomó las sábanas y se cubrió hasta la cabeza, dio vuelta sobre la cama y gimió.

Sus pensamientos estaban hechos un lío. No sabía qué pensar. Qué hacer.

¿Debería ir y agradecer a Slime por salvarlo? Mariana sabía que tenía que hacerlo.

Pero...

Mariana gimió nuevamente y giró al otro lado de la cama.

Tenía que poner en orden sus pensamientos.

Así que enlistó;

Primero, estaba agradecido por ser salvado de la muerte. Correcto.

Segundo, Slime había asesinado a dos personas. Así tan fácilmente como lo era comerse un hotdog. Eso fue escalofriante.

Tercero, ¿Por qué siquiera estaba considerando las opciones? Debería de tenerle más miedo a Slime. Él mismo había dicho que era el hijo del mismo satanás y eso malo y cruel e incorrecto, ¿No?

¿Por qué se sentía preocupado por Slime y por lo que sentiría si le dijera que estaba asustado?

Pensó en Slime. Y en sus ojos verdes y atrayentes. En la determinación en su mirada y... el deseo. El anhelo. Cariño.

Mariana pensó en su madre y en su padre.

¿Qué dirían de él ahora? Deberían de estar decepcionados de él por olvidar su fé en Dios. Mariana ya ni siquiera oró por las noches. No sentía que fuera correcto estando en el hogar de Slime.

Pero Slime y estos sentimientos por él tampoco lo eran.

¿Entonces qué lo era?

Margarita entró en ese momento a la habitación con su bandeja de comida diaria. Ella se veía calmada y paciente como siempre. Tomó lugar en la cama después de dejar la bandeja.

— Es hora de la comida, ¿Se siente mejor? Han pasado tres días. Debería de comer más.

Mariana salió debajo de la sábanas y mantuvo su distancia. Tampoco había tenido mucho apetito desde lo ocurrido. El día siguiente al incidente Slime se apareció en su habitación y le ofreció comer con él y Mariana le rechazó.

Aún tenía dudas y en ese momento aún estaba en shock. No podría comer en el mismo lugar que Slime sabiendo que él era un... Asesino.

— Muchas gracias — contestó finalmente.

Born For Evil [FLIPORIANA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora