Capítulo 41.

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Capítulo 41Consecuencias

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Capítulo 41
Consecuencias


Narrador Omnisciente

La guerra contra Angelo había producido más daño del que eran conscientes, pues múltiples vidas habían sido arrebatadas aquella misma tarde. Nadie tenía la verdad absoluta, nunca podría saberse si alguna cosa hubiese salido diferente, ahora esas personas estarían vivas.

Mientras tanto, en el coche de camino al hospital, Greco intentaba avanzar a toda velocidad por las calles de Sicilia, el tráfico del centro les estaba retrasando y los minutos en este caso era oro.

En la parte trasera del vehículo, Verena ya comenzaba a verse pálida, y a pesar de que estaba luchando con todas sus fuerzas para no desvanecerse y poder estar atenta a Kaemon, no aguantaría mucho más.

— Comprueba si sigue teniendo pulso.— la voz de Greco se escuchó de forma clara.

Para él, Kaemon no solo se trataba de un jefe, había estado a su lado desde el comienzo, casi como Leone, lo consideraba su amigo. A pesar de que todos en la mafia demostrasen poco sus sentimientos, eran una familia.

Verena tenía miedo, no quería comprobar el pulso de su prometido y encontrarse con que le había perdido para siempre, estaba segura de que no podría soportarlo. Y más, teniendo en cuenta que por su cabeza no paraba de zumbarle la idea de que su bebé ya no estaba.

¿Qué harías si perdía ambos?

—No puedo.— susurró, sin dejar de admirar el cuerpo que yacía sobre sus piernas.

—¡Mira el puñetero pulso Verena!

La velocidad del vehículo aumentó.

—¡No puedo!—lloró.—No puedo Greco...

Las lágrimas, le resbalaban de las mejillas, cayendo sobre las de su prometido, mojando su piel fría.

Greco maldijo por lo bajo, era consciente de que la presión en la que se encontraba la muchacha era demasiada y decidió no insistir una tercera vez. Apenas quedaban unos kilómetros y Greco recordó que debía llamar al hospital si quería que tuviesen todo preparado para su llegada.

La ansiedad y la tensión en su voz eran evidentes mientras hablaba por teléfono, esperando a recibir las instrucciones necesarias para salvar a sus amigos y la creación que ambos habían hecho juntos.

Finalmente, el coche llegó al hospital y se detuvo en la entrada de urgencias. El equipo médico que Greco había avisado previamente, les esperaba a las puertas con dos camillas.

—Por favor, salvadle.— Verena se aferró al brazo de uno de los médicos que le estaba ayudando a subir a la camilla.

—Haremos lo posible.—intentó tranquilizarla, a sabiendas de que la situación no tenía buena pinta.

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