Cadavre Exquis [NingXian]

2. De recuerdos y renacimiento.

En la oscuridad del vacío. Wei WuXian recordaba sus pecados una y otra vez. El resto de sus recuerdos le habían abandonado hacía tiempo, dejando sólo el dolor de sus últimos días. Fue confiado y orgulloso, y eso le costó todo.

Su espíritu, ya fracturado, finalmente se quebró al ver a su amada Shijie, completamente devastada por la pérdida de su marido. Esto es lo que tus manos han causado, Wei WuXian. Su voz interna le reprochaba como siempre había hecho. Y finalmente, habiendo perdido a Wen Ning y cualquier oportunidad de redimirse, la razón le falló.

Una vez que llegó a ese lugar no supo bien que lo había llevado hasta ahí ¿Qué estaba haciendo? ¿Buscaba justicia? ¿venganza? Quizás simplemente buscaba la muerte. Le habían arrebatado a todos sus seres queridos. Su primera familia, y la segunda, y la tercera. Tal vez estaba realmente maldito. Fue repudiado por su propia familia, por los que una vez consideró sus amigos, y por aquel a quien más admiraba. No le quedaba nada, y los hombres sin nada que perder no temían a la muerte. Estaba herido y podrido, aquejado de una enfermedad en lo más profundo de su ser que no tenía cura.

No esperaba que su shijie estuviera allí, y volvió a perder, a pesar de todo el poder que creía tener. Finalmente dejó de luchar y se dejó llevar por todo el dolor que llevaba dentro.

No podía ver nada más, ni oír nada más, todo a su alrededor era sangre y ruido y los rostros mezclados de personas que le amaban y le odiaban a partes iguales. Todos tenían algo en común, todos habían muerto directa o indirectamente por su culpa. Y de repente, todo se oscureció, hasta que en medio de toda la niebla, en el pandemónium de confusión y ruido, Wei WuXian vio, o creyó ver, una silueta. Débil y vaga. Ya no podía distinguir la realidad de la pesadilla en su mente. Quiso hablar, abrió la boca, pero no sabía si podría hacer oír su voz.

—Wen Ning...

La silueta se tensó. Y entonces, durante lo que parecieron días, semanas, meses, no sintió nada más que oscuridad y dolor. Sabía que estaba más allá de la redención, no quería ser salvado ni ayudado. Lo había perdido todo, excepto los muertos que le perseguían. Todo era una neblina. Sentía que se ahogaba, el dolor punzaba en cada uno de sus miembros, como si se rompiera en pedazos, hasta que finalmente no sintió nada.

Un recuerdo que revivía una y otra vez. Hasta que fue arrancado contra su voluntad de las aguas del autocastigo.

Estaba... vivo otra vez.

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Cuando todo se volvió oscuro y doloroso, Wen Ning no pudo hacer otra cosa que evocar todos sus recuerdos una y otra vez. Pasó el tiempo y, antes de que se diera cuenta, cada vez recordaba menos. Intentaron arrebatarle su mente, pero él se aferró a los recuerdos que le quedaban con uñas y dientes. Pensamientos de su hermana... y pensamientos de Wei WuXian. Recordó sus últimos días en días en Luànzàng Gǎng, su cumpleaños, y después, cuando todo se vino abajo.

Llegó el día tan anhelado por Wei WuXian, y Wen Ning esperó lo mejor cuando fueron a la celebración del sobrino de éste. Se sentía honrado de ser algo así como su guardaespaldas. Se alegró de que Wei Ying confiara en él lo suficiente como para pedirle que le acompañara. Pensó que tal vez podría disfrutar de más momentos como éste, sólo a su lado.

Estaba tan equivocado.

Todo se arruinó en grande. Se había permitido engañarse a sí mismo y eso le costó la vida a un hombre inocente. Era el monstruo que todos temían. Un perro Wen sin correa. No le estaba permitido estar entre los vivos. Todo este tiempo, se había estado mintiendo.

El golpe que recibió de Wei WuXian no le hizo daño. Ni siquiera podría haberle dejado alguna marca, pero fue suficiente para destrozarle el corazón, incluso aunque sabía que lo merecía.