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Un repentino viaje de trabajo y una especial petición, por parte de su hermana, de cuidar a su esposo, llevan a Mew a compartir la misma casa, con Gulf. Parece una situación de lo más normal, pero las tres semanas que pasen juntos, tendrán...
Una semana se pasó volando y durante la misma, mientras estuvimos en casa, lo único que había para ver era porno. Nos acostumbramos a estar desnudos todo el tiempo y repetíamos las experiencias que observábamos sin llegar a hacer una penetración. Pero cada día, dentro de mí, las ganas por llevar todo más allá estaban carcomiéndome.
Ese delicioso culo solo me incitaba a querer clavarme tan profundo dentro de él que no le quedaran fuerzas para andar contoneándose delante de mí por las siguientes dos semanas que pasaríamos juntos, de lo bien follado que lo dejaría.
Literalmente quería reventarle ese suculento culito a mi cuñado.
Y... ¿qué creen?
El primer día de mi última semana junto a Gulf, el canal porno mostraba la escena de un tipo comiéndose la polla de su amante, sí, habíamos pasado del porno hetero al homosexual.
Gulf estaba tomando su turno en la ducha y yo, como ya era costumbre, me masturbaba al tiempo que lo veía lavarse las bolas e inclinar su cuerpo hacia adelante mientras dejaba que el agua de la ducha se deslizara entre sus montículos.
¿Acaso no se daba cuenta de lo que esa acción provocaba en mí? O ¿lo hacía a sabiendas de que me excitaba?
Me carcomía las entrañas ver ese precioso culo, incitándome a clavarme muy dentro. Y ya no podía seguir conteniéndome, me quedaban pocos días junto a él, y no podía perder-quizá-la única oportunidad que tenía para hacerlo, mío.
¡Lo necesitaba, con un demonio! Y tenía que hacerlo, sino, iba a arrepentirme por mucho tiempo, quizá toda la vida.
En cuanto la escena en la pantalla, cambió y el tipo más alto abrió las piernas de su acompañante y sin previo aviso se perdió en su interior con una sola estocada, haciéndolo gritar y retorcerse, mi polla se empalmó aún más- saludando al techo y como acto reflejo, salté de la cama y en dos zancadas ya estaba bajo el agua tibia, empotrando contra la pared a mi cuñadito.
Un chillido placentero, fue lo que salió de la boca de Gulf, en cuanto la cabeza de mi polla aterrizó en su entrada. El jabón que había estado untándose en esa área, facilitó que mi polla resbalara, sin mucha dificultad. Las palmas abiertas de Gulf, contra los azulejos se tensaron y sus uñas parecían querer arañar la cerámica. Echó el cuello a un lado, invitándome a lamer y besar el área, mientras el fuego en mi entrepierna iba en aumento. Un nuevo gemido escapó de su deliciosa boca, y me fui con todo contra él.
Sentí como la cabeza de mi pene tocó la pared prostática, como antes mis dedos habían hecho. Gulf chilló y seguidamente dijo las palabras que, hasta ese momento, no pensé podría escucharlo pronunciar.
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